Él arruinó su vida una vez. Y ahora… le ofrece un contrato para salvarla. Valentina Cruz, una joven humilde y trabajadora, está a punto de perderlo todo: su casa, su trabajo, y a su hermano enfermo. Desesperada, acepta una propuesta impensable del hombre que más odia en el mundo: Alexander De La Vega, un millonario frío, calculador, y con un oscuro pasado entrelazado con el suyo. Alexander le ofrece un contrato de matrimonio por un año. ¿La condición? Fingir ser una pareja perfecta para limpiar su imagen frente a la sociedad... pero todo tiene un precio. Valentina no solo debe convivir con un hombre que fue el causante de la ruina de su familia, sino también enfrentarse a un pasado que ambos intentan enterrar. A medida que los días pasan, lo que comenzó como odio se convierte en tensión… y esa tensión, en deseo. Pero hay secretos que pueden destruirlo todo. Y uno de ellos... podría matarlos.
Leer másEl núcleo del Proyecto Seraphim vibraba con intensidad, inundando la sala con un resplandor azul eléctrico que hacía temblar los paneles de control. Cada latido del complejo parecía sincronizado con el corazón de Valentina y Alexander. Después de semanas de persecuciones, trampas y batallas estratégicas, habían logrado una ventaja parcial, pero sabían que Helix no se rendiría sin un último intento desesperado. Los túneles de escape estaban bloqueados, los accesos laterales custodiados por drones y torretas activas. Un solo error significaba la derrota total. —Esta es nuestra oportunidad —dijo Alexander, revisando los mapas portátiles—. Si logramos desconectar permanentemente el núcleo desde aquí, podemos desmantelar todo el proyecto y detener a Helix de una vez por todas. Valentina asintió, concentrando la energía del reloj. Cada pulso, cada vibración del núcleo, le transmitía la presencia de los soldados enemigos y de las defensas automatizadas. Su sincronización con Alexander y l
los túneles de escape se habían ensanchado hacia sectores subterráneos que conducían directamente al núcleo del Proyecto Seraphim. Valentina y Alexander avanzaban con extrema precaución; la energía residual del núcleo vibraba como un latido constante en todo el complejo, y cada paso activaba microondas de detección, drones ocultos y sensores que Helix había dispersado estratégicamente. No podían permitirse ningún error. —Debemos dividir los flujos de energía —dijo Alexander, mientras desplegaba un mapa holográfico sobre el cristal del túnel—. Si logramos saturar sus sistemas desde varios puntos, tendremos más tiempo para controlar el núcleo. Valentina asintió, ajustando el reloj en su muñeca. La sincronización con los dispositivos de interferencia era perfecta, pero sentía cómo la energía residual aumentaba, como si el propio núcleo se resistiera a ser controlado. Cada pulsación la ponía en alerta: podía percibir la cercanía de drones de patrulla y el zumbido de torretas ocultas. Al
El aire dentro del complejo central estaba cargado, pesado con la vibración de los sistemas del Proyecto Seraphim. Cada pulso eléctrico recorría los pasillos y salas como un latido siniestro. Valentina y Alexander avanzaban con cautela, conscientes de que Helix los esperaba. Habían logrado bloquear temporalmente los sistemas secundarios, pero el núcleo principal aún estaba activo, y cualquier movimiento en falso podía ser fatal.—Recuerda —dijo Alexander mientras revisaba los sensores portátiles—. Helix conoce cada entrada, cada ruta. Debemos anticipar sus movimientos y cubrirnos en todo momento.Valentina asintió, ajustando su reloj. Su pulso energético vibraba constantemente, detectando las fluctuaciones del núcleo y los sistemas de defensa aún operativos. Cada torreta, cada dron y cada sensor se sentía como un latido sincronizado con la voluntad de Helix. La energía no solo era una herramienta; era su única ventaja frente a un enemigo que parecía estar siempre un paso adelante.El
La red de túneles subterráneos parecía interminable. Cada paso de Valentina y Alexander resonaba como un golpe en el silencio, mientras la vibración de los sistemas del Proyecto Seraphim recorría las paredes. Los drones y torretas, todavía activos en algunos sectores, eran un recordatorio constante de que Helix los acechaba a cada instante. La ventaja que habían ganado en la cámara secundaria era frágil; cada segundo podía revertir la situación.—Debemos llegar al núcleo principal —dijo Alexander, revisando el mapa holográfico proyectado desde su dispositivo portátil—. Helix no nos dará otra oportunidad. Si recupera control desde aquí, perderemos todo.Valentina asintió, concentrando toda la energía del reloj. Podía sentir los sistemas de defensa, cada pulso eléctrico, cada sensor activo, incluso aquellos que aún estaban parcialmente bajo el control de Helix. La percepción era intensa, casi dolorosa: cada movimiento debía ser calculado con precisión. Un error y el túnel se convertiría
Los túneles subterráneos vibraban con cada sonido metálico de las defensas de Helix. Valentina y Alexander avanzaban con rapidez, cada paso calculado, conscientes de que cualquier error podía ser fatal. Los dispositivos de interferencia que habían colocado bloqueaban parcialmente los sistemas del Proyecto Seraphim, pero Helix ya estaba reaccionando. Su presencia se sentía en cada pulso eléctrico, en cada vibración del metal y del concreto.—No podemos bajar la guardia —dijo Alexander, revisando los sensores portátiles—. Helix sigue intentando reconectar el núcleo a distancia. Cada segundo que perdemos nos acerca al desastre.Valentina asintió, concentrando la energía del reloj para anticipar los movimientos de los drones de vigilancia y torretas móviles que comenzaban a aparecer en los túneles. Sus pulsos de energía interferían con los sistemas de los enemigos, ralentizándolos justo lo suficiente para pasar sin ser alcanzados.—Mantente alerta —ordenó Alexander—. La interferencia solo
El sonido metálico de botas resonaba contra el piso mientras los guardias de Helix cerraban el círculo alrededor de Valentina y Alexander. Cada uno sostenía armas compactas y miradas calculadoras; no habría advertencia, no habría tregua. La sala se volvió un campo de tensión pura, y cada respiración era un riesgo.—No podemos mantenernos aquí mucho tiempo —susurró Alexander, analizando la posición de los guardias—. Necesitamos dividirlos y avanzar hacia el núcleo.Valentina asintió, concentrándose en el flujo de energía que emanaba de su reloj. Cada pulso vibrante le permitía anticipar movimientos, detectar la posición de los guardias y las posibles rutas de escape. No podía fallar: un solo error significaría la captura o peor.—Cuando te dé la señal, vamos a separarlos —dijo Alexander, ajustando un dispositivo pequeño en su mochila—. Ese aparato puede interrumpir temporalmente las comunicaciones entre ellos. Solo unos segundos, pero suficientes para abrir un camino.Valentina respiró
Último capítulo