El núcleo del Proyecto Seraphim vibraba con intensidad, inundando la sala con un resplandor azul eléctrico que hacía temblar los paneles de control. Cada latido del complejo parecía sincronizado con el corazón de Valentina y Alexander. Después de semanas de persecuciones, trampas y batallas estratégicas, habían logrado una ventaja parcial, pero sabían que Helix no se rendiría sin un último intento desesperado. Los túneles de escape estaban bloqueados, los accesos laterales custodiados por drones y torretas activas. Un solo error significaba la derrota total.
—Esta es nuestra oportunidad —dijo Alexander, revisando los mapas portátiles—. Si logramos desconectar permanentemente el núcleo desde aquí, podemos desmantelar todo el proyecto y detener a Helix de una vez por todas.
Valentina asintió, concentrando la energía del reloj. Cada pulso, cada vibración del núcleo, le transmitía la presencia de los soldados enemigos y de las defensas automatizadas. Su sincronización con Alexander y l