Mundo de ficçãoIniciar sessãoEmma, una madre soltera dedicada en cuerpo y alma a su hijo Oliver, un niño brillante, aunque con dificultades para relacionarse socialmente, enfrenta cada día el reto de mantener una vida estable. Sin embargo, sus esfuerzos se ven constantemente puestos a prueba por las travesuras de su pequeño, quien con su astucia innata siempre logra complicar las cosas. La última de sus ocurrencias lleva a Emma a llevar a Oliver a su lugar de trabajo, donde se topa con Theo Hamilton, un hombre exitoso y reservado, que siempre ha mantenido una distancia emocional, especialmente con los niños. No obstante, la chispa y el ingenio de Oliver desencadenan una serie de situaciones cómicas y entrañables, que poco a poco van rompiendo las barreras entre Theo y Emma, acercándolos de una manera inesperada. Lo que Emma no sospecha es que Oliver tiene un plan perfecto en marcha: encontrar un papá. En su mente infantil, Theo parece ser el candidato ideal para darle a su madre la felicidad que tanto merece. Sin embargo, el esquema cuidadosamente trazado por Oliver se ve amenazado cuando Nicolás, el padre biológico de Oliver, descubre sus intenciones y reaparece en sus vidas, reclamando la custodia de su hijo y dispuesto a alejarlo de Emma. En medio de esta desgarradora batalla por su familia, Emma deberá enfrentarse a decisiones difíciles que pondrán a prueba no solo su amor maternal, sino también su fortaleza para reconstruir una vida en la que pueda encontrar el equilibrio entre el amor, la estabilidad y su hijo.
Ler maisEmma
Diez años atrás.
—Está embarazada, señorita Wood
Observo al hombre que está frente a mí, sus ojos negros están cubiertos por unas pobladas cejas marrones, la barba de dos días se hace presente en su rostro cuadrado, es algo desigual, por tramos está y por otros no.
El cabello castaño, perfectamente cortado, debe tener unos treinta años, quizás un poco más. De estar cerca de los cuarenta podemos decir que está muy bien conservado.
Es guapo, varonil, todo un galán, si debemos ser sinceras. Su cuerpo trabajado golpea contra la tela de su camisa, se nota que pasa mucho tiempo en el gimnasio y es de admirar, porque yo no podría hacer algo como eso.
—Señorita Wood.
Ahora que lo observaba mejor, un pequeño rastro de cabello blanco asomaba por sus patillas, aunque se veía como unos reflejos.
—¿Se encuentra bien?
Sé que vuelve a hablar, lo veo mover los labios y entiendo lo que dice, el problema recae en que me observa como si fuese una pobre cucaracha a punto de ser pisada.
¿La empatía no es algo que vean en la universidad de medicina?
Se levanta de su lugar y mueve con gracia. Se lo nota seguro, como si el lugar fuese suyo, que lo era, pero rozaba un poco lo ególatra. Sobre todo, por lo soberbio que se veía en este momento.
Su mano izquierda tomó un vaso, la derecha la jarra, escuché el ruido agudo y seco del agua contra el cristal, que luego fue profundizándose hasta quedar todo en silencio.
Su cuerpo giró, ladeó el rostro un poco, no sabía que quería, pero no apartaba la mirada de mí. Tal vez esperaba que respondiera, pero no podía.
El agua seguro bajaría el nudo en mi garganta.
Miró al vaso y negó antes de volver con éste y dejarlo frente a mí. Suspiré, no sabía que decir o como moverme, no era algo fácil de digerir, de hecho, no podía digerirlo.
Se acomodó de nuevo en su silla, llevó sus manos a la parte superior del escritorio para entrelazar sus dedos y el anillo de oro brilló justo en su mano izquierda.
Era casado, seguramente con alguna supermodelo. Maldición Emma, no juzgamos a las personas, aunque en mi defensa, él lo hacía conmigo, por ejemplo, ahora, mirándome de esa manera, con los ojos entrecerrados, aquella pizca de pena y algo más que no lograba poner en palabras. Seguramente esperando una reacción de mi parte, pero no había nada que decir.
La voz se ha ido al igual que el oxígeno.
Se evaporó todo, como agua bajo el sol.
Bajo mi vista a su escritorio, el mobiliario es de vidrio, puedo ver su bata y la ropa que tiene puesta, sus manos. La luz de la lámpara hace que el vidrio brille, pero a su vez proyecta el reflejo de estas y la pequeña argolla de oro en su dedo anular.
Me centro en ello más de lo debido, es mejor que pensar en la frase, esa que ahora no puedo procesar, al menos no como quisiera.
Embarazada.
Madre.
Iba a ser madre soltera, madre.
Suelto el aire de nuevo y vuelvo a inspirar. Observo el vaso con agua para tomarlo despacio con mis manos temblorosas y llevarlo a mis labios. Bebo, tan lento como puedo y sigo el recorrido de mis ojos por sus mangas blancas, hasta su nombre grabado en el pecho.
"Dr. Richard Clayton", yo le agregaría, "el portador de noticias trascendentales."
—Señorita Wood.
—Debe ser una broma —exclamo en voz baja, pero no lo suficiente porque estoy segura de que acaba de oírme.
—Sé que debe ser un shock para usted, pero debe saber que tiene opciones.
Casi me atraganto. Volví a beber mientras él decía eso, mis labios seguían con ese proceso, que ahora estaba siendo truncado por las palabras del doctor que se hallaba frente a mí.
No creía que se refiriera a eso.
—El momento de hacer algo es ahora, más adelante… —levanto la mano para que se calle.
Las palabras siguieron y negué. Sí, lo hacía, me estaba sugiriendo que abortara, él hablaba de hacerme un aborto ¿Cómo podía pensar de esa manera? Era un bebé, por todos los santos.
—¿Me está hablando de abortar? —elevé una ceja.
Seguramente se debía al tinte agrio de mi voz, la manera en que ahora lo observaba y probablemente mi cara de pocos amigos.
—Solo comento sus opciones —se encoge de hombros —, las chicas de su edad en ocasiones no quieren llevar a cabo la responsabilidad que conlleva un bebé, puede hacer eso, pero también existe la adopción.
Tomó unos folletos, sus manos pasaron por varios para dejarlos frente a mis ojos, el nudo creció, peor que con la noticia. Las imágenes se quedaron incrustadas en mis ojos.
“¿No puedes recibir a tu bebé? No te preocupes, nosotros lo cuidamos.”
Quería vomitar mientras leía el primer folleto, ese que dejaba en claro los pasos para dar en adopción a tu bebé. Lo hice a un lado y observé el otro sintiendo las náuseas crecer a niveles alarmantes.
“No todas podemos ser madres y eso no está mal. Tu cuerpo, tu decisión.” Miré al hombre frente a mí y volví a la hoja, “El aborto seguro es una opción en caso de que no desees continuar con tu embarazo. Recuerda que solo es posible en las primeras semanas de gestación.”
—¿Es broma?
Mis ojos volvieron a los volantes abiertos, observando cada procedimiento, como trataban a un ser humano como si fuese una transacción.
Era mi bebé, no podía hacer eso.
—No quise ofenderla.
Me imaginaba, pero era lo que había hecho desde que llegué, por lo que dudaba seriamente en sus palabras, no me creía esa parte de su relato donde no estaba juzgándome.
—Lamento mucho Emma si la he ofendido.
Por primera vez veía algo más que no fuera esa mirada juzgándome, había empatía en él.
—No se preocupe —muerdo mi labio mientras trato de pensar qué hacer.
Claramente no lo iba a abortar, me negaba a hacer eso, no había forma de que yo acabara con la vida de un inocente bebé.
Era mi hijo, mi sangre, mi deber era cuidarlo con mi vida, sin importar cuanto me asustara hacer eso. Solo debía cuidarme.
—¿Qué cuidados debo tener? —eso era lo importante ahora, mis cuidados.
Siendo sincera, yo sabía tanto de bebés como de autos, es decir, nada. Sin embargo, no haría nada de lo que me había ofrecido.
No podría hacer pagar al bebé algo que yo provoqué, yo y mis hormonas.
Maldición ¿Cómo haría? ¿Qué se supone que se hacía? ¿Cuántas veces comían? ¿Había que hacer algo especial? Mamá me tuvo, debía saber algo, pero eso implicaba irme con ella un tiempo.
¿Cómo se llevaría con un nieto?
TheoEmma me mira, buscando una respuesta en mis ojos.— No quiero que Oliver sufra por esto, Theo —tomó aire —. No quiero que lo persigan, ni que le hagan preguntas incómodas.Lo sabía, Oliver no toleraba ese tipo de atención, no le gustaba para nada y lo entendía.— No lo harán —no pensaba dejar que algo así pasara —. Vamos a hacerlo a nuestra manera, pero sin dejar que esto se convierta en un espectáculo, lo que menos necesitamos ahora es llamar la atención de personas indeseadas.La miro a los ojos, Emma toma aire y me sonríe, sé que vamos a pelear esto juntos. Pase lo que pase, estoy dispuesto a enfrentar todo lo que venga, siempre y cuando Emma y Oliver estén a salvo.No pensaba perderlos por alguien, no iba a arruinar esto.— Vamos a manejar esto a nuestro ritmo, diremos lo que sea necesario y ya.Emma juega nerviosamente con la taza de café, sus ojos todavía reflejan la preocupación que lleva desde que vio a los paparazis.Mi madre, sentada frente a nosotros, observa en silenc
TheoMe mantengo caminando junto a Emma, con una sonrisa que no puedo disimular, disfrutando de la calidez de su mano entrelazada con la mía.No puedo evitar mirarla de reojo mientras sigue conversando animadamente con mi madre, hablando de Oliver y de lo emocionada que está porque lo conozca. Lo curioso es que, en medio de esa charla tan común, mi cabeza no puede dejar de pensar en lo surreal que se siente todo esto: yo con una pareja. Y no solo eso, con Emma.Recuerdo que la primera vez que la vi me encantó, también como mi abuela me prohibió acercarme con intensiones poco honestas.Recuerdo sus palabras.— Tiene un hijo, no puedes meterte en la vida de un niño, ilusionarlos y luego irte, porque si lo haces, te desheredo.Ahora agradezco no haberme acercado en todo ese tiempo, de haberlo hecho, podría haber arruinado todo con ella, porque no era lo suficientemente maduro para eso, en aquel momento.Mientras nos acercamos al café, noto que un par de personas nos observan. Los ojos cu
Especial OliverDurante todo el camino observé a cada hombre con el que nos cruzamos. Varios de ellos la veían como un pedazo de carne, otros no, y eran súper respetuosos, pero llevaban anillos o se notaba a la legua que no estaban interesados en mujeres. Lo peor de todo es que ni me registraban. Subimos hasta el último piso, y mi mamá temblaba literalmente, lo que me hizo pensar que su jefe era un canalla y debería ponerlo en su lugar. Estaba a punto de preguntarle cuando alguien habló.— Señorita Wood, ya volvió, perfecto, necesito que... —un hombre alto, de traje costoso, se paró frente a mi mamá —. ¿Es su hijo? —levantó una ceja.— Sí —contestó mi mamá, nerviosa, mientras yo observaba al tipo de reojo, fingiendo que leía —. Perdón, no tengo con quién dejarlo y…— ¿Cuántos años tiene? —dejé de “leer” y contesté por ella.— Diez, en dos meses cumplo once —el tipo de ojos claros me miró sorprendido —. ¿Usted, cuántos tiene? —veamos si puede dialogar con menores.— Oliver —el tono ame
Especial OliverDesde que tengo memoria, solo hemos sido mi mamá y yo. No es que no tenga padre, lo tengo. Se llama Nicolás, y es un idiota. Lo único que le importa es el trabajo. No es que no haya intentado llevarme bien con él; al contrario, lo he intentado muchas veces, pero simplemente me ignora. Me trata como si tuviera tres años, cuando sabe perfectamente que mentalmente soy mucho más maduro.Para entender la situación, deberíamos saber que mi padre no vive en Seattle. Se fue a trabajar a Canadá. Se graduó en la misma carrera que mi mamá, pero no es tan bueno como ella.Viene a la ciudad dos veces al año, para pasar tiempo conmigo y mis abuelos. Ellos sí son geniales. A veces voy a verlos y paso unos días con ellos, pero como viajan mucho, no sucede con frecuencia.Nicolás y mi mamá están separados desde que ella se quedó embarazada de mí. En realidad, fue antes de eso. Según mi madre, se dieron cuenta de que no se querían tanto, y decidieron que lo mejor era estar separados, pe
Emma— Bueno, Emma, más tarde paso por tu casa y hablamos —se acerca y me abraza.— No, no, no —susurro.— No seas tan miedosa —susurra en mi oído.— Bueno… —hago un mohín —. Te debo un café entonces.— No me olvido —me guiña un ojo —. Bueno, Theo, fue un gusto verte. Si estás en la casa, cenamos todos juntos —le da un beso en la mejilla y se dirige hacia la señora Hamilton —. Señora, un gusto.— Igualmente, querida —responde Elle.— Nos vemos luego, Margo. Saludos a las chicas —dice Theo mientras mi amiga se va.Todos la observamos, al menos yo lo hago, me es más fácil hacer eso, que mirar a la madre de Theo, era una cobarde y lo sabía.— Ahora, ustedes y yo vamos a hablar —Elle nos mira.— ¿Qué necesitas, madre?Theo lleva las manos a su pantalón y la observa sin ningún gesto en particular.— Quiero saber por qué me entero a través de una revista que ustedes son pareja —su voz está cargada de reproche —. Pero, sobre todo, quiero disculparme contigo, querida —Elle camina hacia mí.—
EmmaMargo se calla, Merly se levanta de su asiento, yo trago saliva con fuerza, y Theo sonríe mientras me acerca a él.¡Mierda! ¡Doble mierda! ¡Triple mierda!Esto no puede estar pasando. Estoy viendo salir del ascensor a la que podría ser mi… ¿suegra? ¿En serio? Ni siquiera sé qué somos Theo y yo como para pensar en ella como mi suegra.Podría irme ahora mismo sin problema, ¿no? Tengo una excusa, Margo. La flamante rubia se acomoda el saco mientras me mira de forma maliciosa.Estoy a punto de decirle a Merly que salgo, pero me detengo cuando la veo, tiene un semblante demasiado pálido para mi gusto.— Merly, ¿Te encuentras bien? —frunzo el ceño al preguntarle.— No… —es lo último que dice antes de desmayarse y caer al suelo.Corro hacia ella junto con Theo. Margo, que antes sonreía, ahora está visiblemente preocupada, y la señora Hamilton ahoga un grito mientras se quita su tapado beige.Unos pendientes de oro cuelgan de sus orejas, y varios anillos adornan sus dedos. Lleva un vesti
Último capítulo