Su vida cambió cuando descubrieron supuesto amorío que vivía con hermano su acaudalado esposo. Arrojada a la calle, sin consideración alguna, Isabella Rodríguez, tendrá que comenzar de nuevo, sin imaginarse, que está en cinta. Desde entonces la joven vive ocultándose, intentando evitar que la familia Weber se entere que tiene una hija, para evitar que se la quiten. Desde que Guillermo enviudó, se concentró en posicionar su firma como la mejor. Poseedor de un gran carisma, brillante, calculador, y atractivo, en poco tiempo logra su propósito; sin embargo, cuando conoce a Isabella, bajo una extraña situación, algo en su interior le hace sentir que no es suficiente lo que ha logrado, al no sentirse completamente pleno, además, que la cercanía con su pequeña hija María, lo termina por romper. ¿Coincidencia o destino que se encuentren en varias ocasiones? Isabella se dará cuenta, que el verdadero amor, llegará después de su divorcio, y para Guillermo ella se convertirá en su todo. Por lo que juntos tendrán que luchar, a pesar de que ella es una mujer libre, su pasado volverá cargado de más maldad, para reclamar lo que considera suyo: ‘A ambas’. ¿Lograrán salir de aquella conspiración que amenaza con separarlos? ¿Podrán encontrar un refugio para su amor? ¿Lograrán quitarle a la pequeña María? Registro ante Safe Creative: 230419408265. ©Todos los derechos reservados. Fecha de Registro 19/04/2023. Prohibido su reproducción parcial o total.
Ler maisLos Ángeles, California.
Eran las 3:00 am cuando Oliver ingresó a su habitación, intentó encontrar sin éxito, el apagador en el muro. Caminó tambaleándose sobre las baldosas, se sentía acalorado, por lo que comenzó a desnudarse. Mientras se retiraba el pantalón, se tropezó con la alfombra decorativa que tenían en la sala, trastabilló intentando controlar sus piernas, sin poder evitarlo, por lo que cayó metiendo las manos al suelo.
Al escuchar el fuerte golpe, Isabella su esposa, despertó de inmediato y encendió la luz de la lámpara de noche. Al verlo tirado, salió con rapidez de la cama.
— ¿Estás bien? —preguntó colocando las manos sobre su torso.
Octavio frunció el ceño y la miró con frialdad.
—Mi madre tenía razón —arrastró las palabras, colocó una de sus manos sobre el cuello de Isabella.
—Aquella gélida mirada la estremeció.
— ¿Qué te ocurre? —indagó, retirando al instante las manos de su esposo de su cuello. — ¿Por qué volviste a beber? —preguntó con lágrimas en los ojos. — ¿En dónde quedó el hombre cariñoso y amoroso del que me enamoré? —lo miró con decepción.
—No debí dejarme engatusar por tus encantos —confesó con dolor—, pero me hechizaste con lo bonita que eres. —La recorrió con sus ojos—, no lo pude evitar, y ahora estoy pagando las consecuencias —se lamentó.
Aquellas palabras le dolieron en lo más profundo de su ser, hacía meses que Oliver había cambiado tanto, y no tenía la menor idea del por qué. Su corazón se llenó de gran decepción.
— ¿Ya no me amas? —preguntó con voz temblorosa.
Oliver la miró a los ojos y presionó con fuerza sus párpados.
—No quiero hablar de mis sentimientos, soy tan cobarde que ni siquiera puedo hacer las cosas bien —dijo apoyando las manos sobre las baldosas, como pudo se puso de pie y caminó hacia la cama, dejándose caer de golpe, para que en cuestión de segundos, se quedara dormido.
En cambio Isabella tuvo que permanecer un par de minutos en el suelo, para contener la tristeza que llevaba arrastrando en lo más profundo de su ser. No lograba entender el motivo por el que bebía constantemente, y se comportaba frío y distante con ella.
Su barbilla temblaba ante la gran bruma que la rodeaba, ¿Me estará engañando con otra?, la pregunta la atormentó, su pecho ardió ante la posibilidad, debido al cambio de actitud que tenía.
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Por la tarde.
Oliver bebió de golpe el trago que sostenía entre sus manos, y se quedó pensativo, mirando hacia la ventana, desde el estudio de su residencia. Acomodó uno de sus codos sobre el pulcro cristal de su escritorio y recargó sobre sus dedos su cabeza, entonces resopló, sin ánimo.
— ¿Qué te ocurre? —indagó Victoria su madre, quien ingresó en ese momento—, desde hace un tiempo, que te veo preocupado. —Tomó asiento frente a él y clavó su dura mirada sobre su primogénito.
Miró a su madre y enseguida tomó la licorera y bebió de golpe el trago que había servido. Antes de que volviera a hacerlo, Victoria se acercó con agilidad y se la arrebató.
— ¡Basta! —ordenó—, dime de una buena vez lo que ocurre. —Lo miró a los ojos con severidad.
Oliver se llevó las manos a la cabeza y tiró de su espesa cabellera castaña.
—Estamos al borde de la ruina —confesó—, llevo mucho tiempo buscando la manera de evitarlo, pero no logro encontrar la forma de salvar la compañía.
— ¿Qué dices? —Victoria se puso de pie, su respiración se agitó, su pecho comenzó a subir y bajar agitado. Entonces se sirvió ella también un trago y lo bebió de golpe—. Tiene que haber un error —expresó sintiendo que su cabeza retumbaba.
—No, no lo hay, si no encuentro alguien que me quiera ayudar, lo perderemos todo.
— ¿Has acudido al banco para pedir un préstamo? —indagó con nerviosismo.
— ¿Acaso crees que soy un novato? —preguntó—. Tenemos varios préstamos con ellos, y no tengo liquidez para hacer los pagos. —Le quitó la licorera y bebió directo de la botella.
Victoria se acercó hacia el escritorio y abrió uno de los cajones, para sacar su agenda.
—Aún tengo viejos contactos —expresó y comenzó a hojearla—. Voy a llamarle a nuestro querido amigo Steven, tu papá le hizo muchos favores, cuando vivía. —Tomó el teléfono del escritorio y comenzó a marcarle.
—No lo hagas. —Cortó la llamada, antes de que respondiera—, murió el año pasado.
La mujer separó los labios en una gran O, no lo recordaba, ¿en dónde tenía la cabeza?
— ¿Es una broma? —indagó.
Oliver movió la cabeza.
—No, no me extraña que su viuda no te respondiera, ya que nunca le llamaste.
—A los Jones —sugirió buscando entre sus contactos.
—Se fueron a vivir a Londres, te recuerdo que te peleaste con Lily y juraste no dirigirle la palabra nunca más.
Victoria rodó los ojos al acordarse.
—Es verdad, la infeliz, estaba engatusando a tu padre, si no me doy cuenta, capaz y termina haciéndolo —gruñó y supo que de ahí nadie más los podría ayudar.
—Estamos perdidos —mencionó con decepción Oliver.
—No, no te puedes dar por vencido —refirió la mujer. — ¿Acaso deseas que termine mis días en las calles pidiendo limosna? —su mirada se cristalizó.
—Claro que no, mamá, sabes bien que daría mi propia vida, por ti. —Se puso de pie y caminó hacia ella, estrechándola entre sus brazos.
—Me reconforta escucharte decir eso —Victoria susurró con la voz fragmentada—, si no fuera tan vieja y no estuviera enferma del corazón, no me importaría irme a vivir a cualquier lugar, con tal de estar todos juntos, pero a estas alturas, ¿que sería de mí?
—Lamento tener que decepcionarte —Oliver pasó saliva con dificultad al escucharla—. Eres la mejor madre del mundo, siempre lo has sido, la mujer más fuerte que conozco.
Victoria ladeó los labios sonriente.
—Todo sería más sencillo para nosotros, si te hubieras casado con Emma Scott —sollozó—, estoy segura que su padre ahora te estaría apoyando y nosotros no estaríamos tronándonos los dedos, llenos de angustia.
—Me enamoré de Isabella —refutó su comentario. — ¿Por qué no lo puedes entender? —reclamó.
Victoria negó con la cabeza y lo miró con frialdad.
— ¿Acaso crees que yo no hice sacrificios?, te recuerdo lo que ya sabes, sobre mi vida. Cuando me casé, no amaba ni un poquito a tu padre, pero sabía que al hacerlo, aseguraba el futuro y bienestar de los míos. Me duele que tú, no hayas sido capaz de hacerlo por nosotros. —Se puso de pie y le dio la espalda—, avísame cuando encuentres un cuarto de vecindad en donde mudarnos.
Las manos de Oliver temblaron al escuchar aquellas duras palabras, las cuales se sabía de memoria sobre su pasado, tomó la fotografía que tenía de Isabella, y suspiró profundo.
—No debí fijarme en ti, a pesar de ser una chica educada, no posees nada en el mundo. —Presionó con fuerza sus párpados y liberó un par de lágrimas, sintiendo que se encontraba entre la espada y la pared.
***
Victoria se dirigió hacia su habitación, caminó hacia la pequeña mesa estilo victoriano y tomó asiento en uno de sus sillones, permaneció en silencio durante unos minutos, sabiendo que tenía que hacer algo para evitar que se fueran a la ruina, hasta que tomó una decisión. Sujetó su móvil e hizo una llamada.
—Emma querida, ¿Cuánto tiempo sin saber nada de ti?
—Señora Victoria, me sorprende su llamada —dijo aquella chica. — ¿Están todos bien?
—Me gustaría decirte que todo está en orden, pero no es así. —Se quedó callada.
— ¿Qué sucede? —indagó la joven.
—Se trata de Oliver, hace un par de días nos confesó que las cosas con Isabella no andan nada bien, está pensando en pedirle el divorcio, por que… parece que ella lo está engañando, no vayas a decir que yo te conté, querida..
— ¿En serio? —Emma no pudo evitar entusiasmarse—, juro que no diré nada.
Victoria ladeó los labios y sonrió de forma perversa.
—Así es, cariño. Te dejo el dato, si mi hijo aún te interesa, espero que no pierdas el tiempo y regreses a vivir a la ciudad.
—Lo voy a pensar —respondió la chica con mayor serenidad.
La señora Weber, se puso de pie y caminó hacia el ventanal.
—Voy a darles la estocada final para que de una buena vez, te alejes de esa —aseguró con determinación.
***
Llena de emoción les doy la bienvenid@ a esta nueva historia, espero que sea de su agrado lo que Guillermo e Isabella, tienen que contarnos. ¡Abrochense los cinturones que estamos comenzando!
Las leo en las reseñas. Saludos.
Mason condujo su lujoso auto, pasándose varios semáforos, estaba totalmente fuera de sí, no era posible que aquella cachorra indefensa a la que embaucó de una forma tan sencilla, fuera a ser el motivo de su ruina, cuando él siempre había sido cuidadoso. Llamó a un par de hombres que tenía de reserva, por si llegaba a deshacerse de alguien que le estorbara o si necesitaba algún otro trabajo sucio.En cuestión de minutos aquellos hombres y Mason se reunieron en una bodega, en donde guardaban las armas, además de parte de la evidencia del atentado en contra de Guillermo, esperaron a que oscureciera y salieron de su escondite.Al llegar a la residencia de la Vega, comenzaron a disparar en contra de la seguridad que vigilaba los alrededores e ingresaron, sin dejar de atacar a los hombres. En ese momento ingresó Mason, ladeó los labios al ver que debido a la iluminación del jardín podía ver perfectamente por donde caminaba.— ¿En dónde carajos estás Mel? —gritó con fuerza—, no te escondas,
María mordió su labio inferior, elevó su mirada hacia donde se encontraba su mamá, estaba confundida, durante todo ese tiempo habían vivido sumidas en medio de la tristeza ante la pérdida del hombre que consideraba su padre, y la de su hermanito, siendo pequeño. No estaba segura de lo que estaba pasando, necesitaba saber que no estaba soñando.Isabella le sonrió, intentando animarla, lamentaba profundamente no haber podido hablar con ella, pero dadas las circunstancias, no habían tenido tiempo de planear nada, prefirieron lanzarse al abismo y dejarse llevar.—Eres papá, mi papá —respondió animándose a hablar con la voz fragmentada, y la mirada enublecida por una gran capa de lágrimas.—Mi princesa —Guillermo la estrechó con todo su amor—. Me has hecho tanta falta —manifestó con emoción, sintiendo como el pequeño cuerpo de la niña temblaba entre sus brazos, por lo que la aferró más a su cuerpo—. Por fin estamos juntos —susurró.— ¿Por qué nos dejaron tan solas? —María preguntó con dolo
Pasada de la media noche, Isabella llegó al apartamento donde vivía, se sentía feliz después de la nueva realidad que estaba viviendo. Se retiró los zapatos, intentando no hacer ruido, y de pronto la luz de la sala se encendió.—Buenas noches —saludó Mike. — ¿O debo decir buenos días?—Hola —Isabella se aclaró la garganta, era tardísimo—. Lamento la demora, me fue imposible llegar antes, en verdad lo siento mucho. —Sus mejillas ardían no sabía si de la vergüenza o de lo que acaba de vivir en brazos de su esposo—, no deseo que pienses que estoy abusando de la ayuda que me das, pero te prometo que era algo muy importante para mí. —Arrugó el ceño al inhalar el aroma que emite la cafetera.Mike no dijo más, se dirigió a la cocina para servir dos tazas de café, y las colocó sobre la mesa.—Hablemos —solicitó sin poder dejar de ver el abrigo que llevaba, se veía a simple vista que era costoso. Además que su rostro se veía distinto, su mirada tenía un brillo diferente, sus mejillas tenían c
Isabella y Guillermo, por seguridad se dirigieron al apartamento en el que supuestamente vivía Rómano, no era muy diferente al que tenía cuando la conoció, estilo minimalista, sin muchos detalles, contaba con lo necesario, y no más.Tomó el mando de las persianas e hizo que se cerrarán, en cuanto todo quedó más privado, las luces se encendieron automáticamente. Desde el recibidor donde se encontraba Isabella no le quitaba la mirada de encima, su torso subía y bajaba agitado, estaba nerviosa, deseando volver a ver su rostro, sentir la calidez de su piel.Guillermo giró en su eje, notando que ella no se movía, sabía que esperaba que develara su identidad, por lo que dirigió sus manos hacia el cuello de su camisa, comenzó a retirarse la máscara, hasta soltarla en el suelo y dar un largo respiro, agradecido. Ladeó los labios sonriente, al observar la expresión en el rostro de Isabella, estaba impactada, sus pupilas dilatadas, lo decían todo, aun no lo podía creerlo, además que sus manos e
Como cada sábado, Guillermo se preparó con aquella máscara realista, hecha especialmente para él, su corazón latía frenéticamente, esperando que llegara tan anhelado momento de su reencuentro con su esposa. Desgraciadamente en muchas de aquellas ansiadas noches, regresaba con el corazón hecho pedazos, sin embargo, tenía que reconstruirse cada mañana, para no darse por vencido y pensar qué ese momento llegaría, tarde o temprano.Al llegar al parque y ver que aún no eran las seis, se sujetó con fuerza a la barandilla, observando el puente de Brooklyn, esperando para admirar el atardecer, como lo hacía cada ocho días. Después de un rato, se alejó y caminó un poco para contener esas ansias, que lo consumían, ante la incertidumbre de no saber que sucedería. Más tranquilo, volvió a la misma banca en la que se sentaba a esperar.— ¿Cuándo será el día en que estemos juntos, preciosa? —indagó con frustración, observando cómo el parque poco a poco cobraba vida, con la impresionante iluminació
Al llegar a su residencia, e intentar ingresar a la cochera, le fue muy complicado hacerlo, pues, los medios de comunicación, le impedían el paso, estaban instalados, ahí esperándolo. En cuanto lo vieron acercarse se desató un zafarrancho por querer correr a él y llevarse la nota.—Lo que me faltaba. —Golpeó con fuerza el volante—. Estos muertos de hambre, acosando mi residencia—, infelices. —Presionó con fuerza sus puños y sin titubear comenzó a acelerar el coche, en señal de que no se iba a detener, iba a ingresar a su casa, como fuera.El caos se desató, el desorden y la agitación se hizo visible entre los paparazzis, además de que hubo golpes con los micrófonos y las cámaras, haciendo preguntas sin cesar, intentando que respondiera. No tuvieron más remedio que ir abriendo paso, para que el auto de Mason Wever ingresara a la residencia, sin lograr obtener ninguna declaración.Al ingresar a la residencia, los fuertes pasos de aquel hombre resonaron por su casa, estaba furioso, lleno
Último capítulo