Los túneles subterráneos vibraban con cada sonido metálico de las defensas de Helix. Valentina y Alexander avanzaban con rapidez, cada paso calculado, conscientes de que cualquier error podía ser fatal. Los dispositivos de interferencia que habían colocado bloqueaban parcialmente los sistemas del Proyecto Seraphim, pero Helix ya estaba reaccionando. Su presencia se sentía en cada pulso eléctrico, en cada vibración del metal y del concreto.
—No podemos bajar la guardia —dijo Alexander, revisando los sensores portátiles—. Helix sigue intentando reconectar el núcleo a distancia. Cada segundo que perdemos nos acerca al desastre.
Valentina asintió, concentrando la energía del reloj para anticipar los movimientos de los drones de vigilancia y torretas móviles que comenzaban a aparecer en los túneles. Sus pulsos de energía interferían con los sistemas de los enemigos, ralentizándolos justo lo suficiente para pasar sin ser alcanzados.
—Mantente alerta —ordenó Alexander—. La interferencia solo