El día que Ivanna supo que estaba embarazada, descubrió que su esposo también esperaba un hijo con otra mujer. Ivanna Robinson lo tenía todo; un matrimonio estable, una carrera profesional prometedora y el amor del hombre por el que había luchado incluso contra su propia familia política. Pero cuando por fin logró quedar embarazada, el destino le arrebató la felicidad de la manera más cruel. Su esposo había pedido un hijo… pero no a ella. Tomó la decisión más difícil de su vida: firmar un acuerdo de divorcio que la dejó sin nada, excepto el milagro que llevaba en su vientre. Se fue sin mirar atrás, con el corazón roto y una promesa silenciosa de jamás volver. Hasta ahora. Cuatro años han pasado cuando regresa a Boston, con una nueva vida, una nueva fuerza… y el secreto que cambiará todo. Shane Robinson ha ascendido, tiene poder, una prometida que lo presume en cada evento social… y un pasado que no ha podido enterrar. Ivanna ya no es la misma mujer que se marchó en silencio. Y Shane no está listo para descubrir lo que ella ha ocultado. Pero cuando el pasado, la verdad y el deseo se entrelazan, nada podrá detener lo inevitable. ¿Qué pasará cuando la ex esposa regrese con la única verdad que podría destruirlo… o salvarlo?
Leer másIvanna Robinson
Miro al papel en mi mano y los ojos se me llenan de lágrimas. El nudo que he tenido en mi garganta los últimos dos años, se deshace y un sollozo sale de mí.
—¿Es esto real? —pregunto a mi amiga, todavía sin saber qué sentir con esta noticia.
Viena me observa igualmente emocionada. Toma mis manos entre las suyas y asiente, con una sonrisa de labios cerrados.
—Sí, Ivy, estás embarazada. Al fin lo lograron.
Me abrazo a mi amiga cuando la realidad me abruma. No es para menos, después de tanto tiempo intentando quedar embarazada, saber que al fin llevo conmigo al fruto de mi matrimonio, es cuando menos, emocionante.
—Ahora debo preparar una hermosa sorpresa para decírselo a Shane —suspiro entusiasmada, porque si alguien será más feliz que yo, ese sería mi esposo.
Viena asiente, de acuerdo conmigo.
—Te ayudaré. Shane lo merece.
Asiento y me levanto del banco donde ambas estábamos sentadas, en la parte exterior de la consulta ginecológica.
Guardo el sobre con la mejor noticia en mi bolso y cuando avanzamos por el pasillo, me encuentro con Abigail Allen. Una mueca de disgusto se forma en mi boca, pero intento disimular mi animadversión al ver que viene acompañada de mi suegra, como pasa más veces de las que me gustaría aceptar.
—Ivanna, querida, qué alegría verte. Hace tiempo que no nos vemos, ¿cómo estás? —comenta con una sonrisa tan radiante como tan falsa.
Y conforme con sus palabras dulces escondidas tras una alta dosis de cinismo, me sorprende ver que carga con una barriga que demuestra su embarazo. Por unos segundos me quedo en shock, pero no menciono nada.
Escucho la voz de mi suegra.
—No eres la única, Abbi querida. Mi nuera no solo se asegura de mantenerse alejada de mí, sino también de llevarse a mi hijo con ella —habla con ese tono hipócrita que siempre usa conmigo y me mira de arriba abajo como si fuera un insecto que le repugna—. ¿Qué haces aquí? ¿Al fin decidiste hacerte los estudios para demostrarle a Shane que contigo no tiene futuro?
Siento la bilis en mi garganta cuando ella menciona lo que ha sido mi punto débil por años. Gracias a ella, por sobre todas las cosas.
—¿Y Shane está de acuerdo con usted en ese sentido? Porque su hijo, para su consternación, está completamente enamorado de Ivanna. El veneno que le inyectan no funciona con él.
Es Viena la que habla y yo quiero pellizcarla para que se calle. No deseo un enfrentamiento, no hoy, cuando soy tan feliz y pronto podremos demostrar a esta mujer que siempre se ha equivocado conmigo.
Sin embargo, Aurora Robinson no mira a mi amiga con saña, como suele hacer. Sus ojos brillan con una malicia que me pone los pelos de punta.
—¿Eso crees? —le replica y me mira a mí nuevamente—. Entonces estarás al tanto de todo, ¿no?
Frunzo el ceño. No sé de qué habla, pero el movimiento repentino de Abigail no me pasa por alto.
—Aurora, no, por favor. Sabes lo que Shane me hizo prometer, no puedo traicionarlo de esta forma —pide con tono tan sumiso y preocupado que me deja con mal sabor de boca.
«¿Qué carajos está pasando?».
Estrecho los ojos en su dirección.
—¿Qué tienes tú que ver con mi esposo? Sabes bien que él no te da ni la hora…
La risa de Abigail, tan complaciente de repente, me advierte que lo que dirá, no me gustará.
—Eso es lo que te gustaría creer, ¿no? Para salvar tu matrimonio, lo entiendo. Yo también actuaría posesiva si no pudiera darle a mi hombre lo que tanto anhela. Pero en el fondo sabes que no puedes contener a un hombre tan fogoso, rudo e implacable como Shane, si a él se le mete algo en la cabeza, lo cumple. Y lamento decirte esto ahora, querida, pero de todas maneras pronto vas a saberlo todo. Estoy embarazada de tu esposo. Él me pidió que le diera a su heredero y aunque al principio fue difícil para mí decidirme, siempre hemos tenido una química única. No pude decirle que no.
—¿Qué acabas de decir? —pregunto, con la vista nublada de indignación y rabia, todavía sin dar crédito a lo que dice.
Doy un paso al frente y es Aurora la que se interpone entre Abigail y yo.
—No se te ocurra amenazar a Abigail, porque vas a enterarte de lo que soy capaz —amenaza, y por encima de su hombro, veo la expresión complacida de su pupila—. ¿Entiendes lo que pasa aquí? Shane tuvo que buscarse una amante porque la mujer que eligió no sirve siquiera para darle un hijo. ¿No te avergüenza? Y eres tan estúpida que todavía le exiges que se aleje de su familia, de la mujer que merece tener a su lado, solo para enterarte de esta humillante manera de que nunca serás suficiente para él, para la familia Robinson.
—Shane no me haría eso, están mintiendo. —Niego con la cabeza.
Ahora es el turno de Abigail de levantar una ceja.
—¿Por qué mentiría con algo que puedes verificar después? —se burla.
Yo le gruño y quito a Aurora del medio, para enfrentarla.
—Confío en Shane, sé que él no me haría esto. Ustedes llevan tanto tiempo queriendo separarnos que tienen que recurrir a estas bajezas para intentar lograr algo. Pero qué sepas, Abigail, no vas a lograr nada —le aseguro, porque el amor que Shane y yo tenemos es sincero, real, lo conozco demasiado para saber que él no sería capaz de hacer algo así—. ¿Crees que insinuarte ante él te suma puntos? Tú misma lo dijiste, él es implacable y cuando te dijo que te alejaras no era una recomendación. ¿Te sientes poderosa porque tienes el apoyo de Aurora? Shane mismo te puede decir que eso no hace ninguna diferencia. Pero solo eres una arribista que no sabe ya qué hacer para salirse con la suya, y esa palabra es demasiado decente para lo que creo de ti.
Abigail se pone roja de rabia y cuando menos me espero, me suelta una bofetada que me gira la cara. Pero a pesar del ardor instantáneo, no me quedo así y le cruzo la cara de vuelta, con un ruido sordo que resuena en todo el pasillo.
—Vuelve a tocarme, idiota —le grito. Aurora va a defender a Abigail, Viena se pone a mi lado—. Esta vez fuiste muy lejos y a diferencia de otras veces, que me he quedado callada, Shane va a saber lo que ustedes intentaron. Se caerán sus caretas y se van a arrepentir.
Abigail hace una mueca de dolor repentina y se dobla sobre sí misma con un quejido.
Aurora me mira con los ojos encendidos antes de ir con su tan querida pupila.
—¿Ves lo que provocas? Te dije que te vas a arrepentir, Shane no te va a perdonar esto, maldita.
Entre las piernas de Abigail comienza a salir sangre y yo me quedo congelada. Aurora, al verlo también, grita pidiendo ayuda y cuando se la llevan, se gira con ojos tormentosos y se lanza sobre mí. Me cubro lo más que puedo, porque no quiero golpear a la madre de mi esposo. Solo Viena se interpone entre las dos.
—Abigail lleva a mi nieto consigo, si lo pierde, te juro que lo pagarás. ¿Quieres confirmar que no estoy mintiendo y que Shane sí es el padre? Solo tienes que entrar a esa consulta y leer el documento que él firmó hace unos días. Cuando lo veas, vas a entender realmente lo poco que le importas a mi hijo. Vas a entender que perdiste contra mí desde el mismo inicio.
Se aleja de mí y yo me quedo mirando a la nada, temblando y sintiendo que todo es una pesadilla.
Viena está ante mí, pero yo no escucho nada. Me ayuda a sentarme y desaparece por unos segundos. Cuando regresa, su cara no me gusta nada.
Se arrodilla ante mí y con una expresión dividida entre la furia, la decepción y la tristeza, es suficiente para decirme lo que, en el fondo, ya estaba esperando confirmar.
—Lo siento, cariño. Shane confirmó ser el padre del hijo que espera Abigail, está en su historia clínica.
Shane Robinson.Hace cuatro años… (la noche en que todo se descontroló)El día ha sido una locura, una completa locura. Todavía no puedo creer todo lo que pasó. Sean está destruido. No deja de beber, y yo ya no sé qué decirle para que se calme. Porque, de todas formas, ¿qué se supone que él debía hacer? No es como si hubiera podido controlar los resultados. «Puede que trabaje en una farmacéutica, pero no puede jugar a pensar que es Dios».Me duele la cabeza y no ayuda que Ivanna no me responda el teléfono. Todo el camino desde el departamento de Sean en la farmacéutica lo he pasado intentando contactar a mi esposa, pero no lo logro. Golpeo el volante una y otra vez, para aliviar la frustración. Esto no debería estar sucediendo así. —Si Ivanna me manda al sofá esta noche lo tendré merecido, pero habré acabado con todo lo que tiene que ver con mi familia. Ya es suficiente. Mi voz resuena firme y dura en el silencio de mi auto. No puedo evitar apretar los dientes por la manera en que
Shane RobinsonSalgo del hotel sintiendo mil cosas a la vez. Me voy antes de que todo lo relacionado con Ivanna me lleve más lejos de lo que debo ir.Ganamos el proyecto y ahora trabajaremos juntos. Puedo imaginar una infinidad de razones por la que esa es una idea que me encanta, pero dentro de todo, no es lo que predomina en mi mente justo ahora. Hay cientos de cosas que se volvieron prioridad en cuestión de unos segundos, y no estoy dispuesto a dejarlas pasar.Ivanna regresó a Boston actuando de una manera que no esperaba. No es que la esperara en primer lugar, porque de lo que pasó hace cuatro años me quedó la sensación de que no iba a verla más. Sin embargo, las veces que soñé con su retorno, lo hacía de una manera diferente. Venía a buscar lo suyo.Y está siendo todo lo contrario.…Me lo quitaste todo……No me dejaste otra opción…Siempre hay opciones, pero en mi perspectiva de aquellos días, fue ella la que me dejó sin posibilidades. Sin la oportunidad de explicarme, sin la posi
Shane RobinsonEl aplauso retumba como un maldito estruendo de victoria y yo no puedo querer otra cosa que no sea aplaudir junto con todos. Me siento eufórico.«Ambas empresas».Repito las palabras en mi cabeza, saboreándolas como un trago de whisky añejo. No puedo evitar la risa que me sube por la garganta. Cómo hacerlo, si esto es todo lo que quería y que obtengo sin hacer más que mirar desde mi lugar privilegiado. Y no es de burla esta risa, es pura adrenalina. Pura ansia. Porque esto significa una sola cosa, la más importante. Ivanna no se librará de mí.No importa cuántos muros levante, lo que pretenda negar, ahora tendrá que sentarse conmigo, negociar conmigo, escucharme, mirarme.Volver a ser parte de mi vida, así sea laboral.«Como siempre quisimos».Y juro por Dios que haré que recuerde cada segundo de lo que dejamos atrás. Porque no sé la razón de que mi cuerpo reaccione de esta forma a su presencia. Porque quiero pensar que es mi subconsciente gritándome que mucho quedó pen
Ivanna TaylorSalgo de ese espacio que se siente como paredes presionando por todos lados con las piernas temblando, el corazón en la boca y la vista nublada.«¿Qué carajos acaba de pasar?».Avanzo sin mirar demasiado hacia donde voy, me sostengo de la pared sintiendo que cada paso que doy es un milagro. Huir de Shane, de un Shane que todavía puede provocar un cortocircuito en mi cuerpo con solo un roce, es una necesidad inmediata.Él. No. Tiene. Ese. Poder.«Me niego a dárselo».No soy capaz de reunir dos pensamientos lógicos mientras regreso al salón principal. No puedo hacer más que ver una y otra vez sus ojos azules muy cerca de los míos, viéndome con algo que ni siquiera sabía que extrañaba. Con sus labios respirando casi encima de mi boca, con sus manos rozando mi cuello, mi mandíbula, mi maldita existencia.«Respira, Ivanna, respira».Tengo que hacerlo. O caeré desmayada antes de llegar a la puerta que me separa de él, y de nada habrá servido mi huida.…¿De qué hablas?...Esas
Shane Robinson.No importa cuánta gente lo rodee, cuántas risas falsas, copas de champagne y brindis hipócritas tenga que aguantar. Mis ojos solo buscan una cosa: Ivanna.Mi Ivanna. Aunque no lo sea. Aunque se burle de la idea.Ella va en la compañía del hombre que me afecta más de lo que debería tener derecho. Se acercan al otro que me hace hervir la sangre por la manera en que la mira, la toca o la hace sonreír. Me importa poco si los celos pueden estar desencaminados, cómo debería reaccionar a esto que siento llenando todo mi pecho, y haciendo cerrar mis puños. No me pierdo el momento que se aleja de ellos. Por un segundo se ve desorientada, como si buscara algo. Quiero ponerme en su ángulo de visión y ver cómo reacciona al cruce de nuestros ojos, pero me quedo en el lugar. La verdad es que no me atrevo a moverme. Su vestido verde le queda impresionante. Está hermosa. Con ese peinado semi recogido que hace ver su cuello más esbelto, elegante. La abertura en su pierna, el brazo
—Y sin embargo, aquí estoy —respondo. Muevo la copa entre mis dedos como si lo que dice me resbalara—. Veo que tú sigues apareciendo donde no te invitan. Nada ha cambiado, ¿verdad?Sus ojos se entornan un segundo. Hay un destello de rabia ahí, algo que me reconforta más de lo que debería.—Qué lástima. Pensé que con los años habrías entendido cuál es tu lugar, Ivanna. Pero sigues sin encajar.Sus palabras son garras, me rozan la piel donde todavía hay cicatrices que ella misma ayudó a abrir. Pero no le daré el gusto. No esta noche. No ahora que estoy parada aquí, sin llevar ese apellido que ya no me define, pero que ella porta con orgullo ingrato, y una vida que me pertenece solo a mí.Me enderezo un poco más, ladeo la cabeza y dejo que mi sonrisa se expanda apenas, una burla elegante.—No necesito encajar, Verónica. Tú sí. —Le doy un sorbo a mi copa, disfrutando el chasquido casi inaudible que hace con la lengua. Y antes de que pueda soltar más veneno, inclino la cabeza como quien d
Último capítulo