Brian se enamorará de Paula, de la manera mas única e inesperada. Pese a los mundos que los separan, nada sera un impedimento para que el amor florezca entre ellos.
Leer másPaula:
Ya era hora de cerrar, todos se habían ido a casa, yo como siempre me quede a cerrar, a ordenar todo. La puerta se abrió, dejando ver a Brian, yo estaba acomodando las sillas.
Me quede mirándolo por un segundo, se había rebajado la barba y lucía un traje azul oscuro, Dios, que hombre tan atractivo.
—Hola Paula —sonrió y yo salí de mi tonta ensoñacion.
—Hola Brian —me acerque a el— ¿todo bien?
—Estoy bien, algo cansado a decir verdad...
—Entiendo ¿lo mismo de siempre? —el asintió— bueno..
Como siempre lo hacia le coloque aquel postre sobre el plato y le servi el café, pero esta vez coloque otro trozo de pastel y otro cafe. Hoy estaba de buen humor y me apetecía hablar con el.
Al salí dejé todo sobre la mesa, el se sorprendió ante mi acción puesto que nosotros no hablamos tan seguido.
—Pero que maravilla —sonrió— ¿A que se debe tan hermosa compañía?
—¿No puedo?
—Por supuesto que puedes dulcecito —rió un poco.
—Que apodo tan horrible —hice una mueca y el volvió a reír—, come que esta vez me quedó aun mas delicioso.
—No lo dudo —comenzó a comer—, joder, tienes manos bendecidas mi hermosa Paula.
Brian y yo comenzamos a hablar sobre lo que hizo en el dia, siempre hace lo mismo, diseñar autos, hacer y hacer más dinero. Jamas entenderé a los ricos, tienen dinero, pero siguen trabajando para hacer mas dinero.
—Oye —lo mire— Sal conmigo.
—¿Que? —me reí.
Eso fue demasiado directo, típico de el.
—Lo que oíste, quiero que salgas conmigo.
—No.
—¿Por que? —juntó sus cejas— ¿Soy poca cosa para ti? —se puso la mano en el pecho.
—Que dramatico eres —reí y me puse de pie para tomar los platos.
—Sal conmigo.
—Te dije que no —entre a la cocina—, no saldré con alguien tan egocéntrico como tu.
—Oye —lo mire—, eso me dolio.
—No me importa, te dije que no.
—Vamos Paula, no me gusta rogar... Eso no es lo mio y aqui me tienes, pidiéndote una cita.
—Te dije que no por obvias razones —me crucé de brazos—, eres un mimado egocéntrico, ah y narcisista, detesto a los hombres como tu.
—Hey, no soy como los demás —rodé los ojos—, no hagas eso, luces fea.
—Jah, ahora menos salgo contigo.
—¿Que tengo que hacer para que me aceptes?
—Dudo que lo hagas.
—Pruebame.
—Bien, si tanto deseas salir conmigo... Ven mañana a ayudarme en la pastelería.
El lo pensó por un momento, me causaba demasiada gracia verlo así, lleva un mes insistiéndome y sigo diciéndole que no. No negaré que es apuesto el sujeto en cuestión, pero tiene una personalidad terrible.
Dice que le gusto por que le gustan mis postres, vaya interesado.
—Está bien —dijo seguro—, todo sea por que salgas conmigo.
—Te vas a arrepentir de haber aceptado.
—Valdra la pena —sonrio.
—Eso lo veremos —solté una risa.
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Hola lectores, bienbenidos a la segunda novela de la Bilogía CEO espero que esta sea de su total agrado.
Besos, Ross.
Paula:Dos semanas después. Abrí la puerta de mi local y gire el letrero de Cerrado a Abierto, suspire de alivio al ver que era mi primer dia abriendo este lugar, ayer fue la inauguración de mi Pasteleria y mas contenta no pude estar. Afortunadamente la publicidad en internet sirvio de mucho por que muchas personas vinieron. Todos quedaron encantados con mis postres y por supuesto de la comida de mi mamá. Fue un poco difícil traer café de Colombia pero al final se pudo. Estaba un poco nerviosa por que aun no olvidaba aquel bochornoso incidente entre Brian Hoffmann y yo en el supermercado. Si, me habia metido en un enorme lío por haberle embarrado la camisa a uno de los empresarios mas ricos del pais, en ese momento queria que la tierra me tragara y me escupiera en el Polo Norte. Pero despues recorde lo grosero que fue conmigo y se me paso, por que si, fue bastante grosero. No basta con eso, si no que me grabaron y eso se hizo viral, por suerte mi rostro no se logró ver, por que
Brian:Entre a la casa realmente molesto, me quite el saco por que ya no soportaba el olor a pasta de tomate mi madre al verme se tapo la boca. —Brian ¿que te paso? —Bueno mama, una lunática que se cruzó por mi camino —masculle—, trate de ser amable y terminé embarrado de pasta de tomate. Lamento no haberla traído. —Tranquilo, te buscaré una camisa de tu papá. —Gracias. Me desabotoné la camisa, mi torso estaba todo pegajoso debido a la pasta de tomate. De tan solo recordar el enorme ridículo que hice dentro del supermercado, me da rabia.Solo trate de ser amable con aquella chica y termine lleno de tomate. Aunque tengo que admitir que me pase un poco de la raya y que quería molestarla, pero al final termine enojado y lleno de tomate. —Aquí tienes —mi mama me dio una toalla— ¿que fue lo que pasó?—Tome las pastas de tomate al mismo tiempo que la chica, pero ella estaba insistiendo que se las diera. —¿Y por que no lo hiciste? —se cruzó de brazos. —Le di una, pero al parecer el o
Paula: Sonreí al ver el letrero de mi pasteleria ser colocado. Al fin todo lo que había trabajado por años ha tenido resultado. Después de meses arduos de trabajo, compre mi local y lo remodele para tener mi propia pastelería. —Lo has logrado mi niña. —Si mamá —la abracé—, al fin lo he logrado. —Listo señorita Colón —me dijo el chico que colocó el letrero. —Gracias, mama, ve a pagarle por favor. Ella asintió y entro con el chico. Yo aun no paraba de mirar el letrero en el que yo había trabajado por semanas. —Aqui esta mi preciosa. —¡Bri! —la abrace.—No podía dejar de venir a ver la próxima pastelería exitosa de la ciudad —beso mi mejilla—, Dios mio, el letrero es precioso. —Sabia que te gustaría —dije feliz. —Mejor entremos, tengo un regalo para ti. Ambas entramos al local, el chico que colocó el letrero se habia ido, mi mama estaba limpiando la cocina. —Bien preciosa —mire a Brianna—. Tengo algo para ti, ten. Recibí el papel que me había dado, era un cheque por diez mil
Paula:Ya era hora de cerrar, todos se habían ido a casa, yo como siempre me quede a cerrar, a ordenar todo. La puerta se abrió, dejando ver a Brian, yo estaba acomodando las sillas.Me quede mirándolo por un segundo, se había rebajado la barba y lucía un traje azul oscuro, Dios, que hombre tan atractivo. —Hola Paula —sonrió y yo salí de mi tonta ensoñacion. —Hola Brian —me acerque a el— ¿todo bien? —Estoy bien, algo cansado a decir verdad... —Entiendo ¿lo mismo de siempre? —el asintió— bueno.. Como siempre lo hacia le coloque aquel postre sobre el plato y le servi el café, pero esta vez coloque otro trozo de pastel y otro cafe. Hoy estaba de buen humor y me apetecía hablar con el. Al salí dejé todo sobre la mesa, el se sorprendió ante mi acción puesto que nosotros no hablamos tan seguido. —Pero que maravilla —sonrió— ¿A que se debe tan hermosa compañía? —¿No puedo?—Por supuesto que puedes dulcecito —rió un poco. —Que apodo tan horrible —hice una mueca y el volvió a reír—,
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