Paula:
Dos semanas después.
Abrí la puerta de mi local y gire el letrero de Cerrado a Abierto, suspire de alivio al ver que era mi primer dia abriendo este lugar, ayer fue la inauguración de mi Pasteleria y mas contenta no pude estar.
Afortunadamente la publicidad en internet sirvio de mucho por que muchas personas vinieron. Todos quedaron encantados con mis postres y por supuesto de la comida de mi mamá. Fue un poco difícil traer café de Colombia pero al final se pudo.
Estaba un poco nerviosa por que aun no olvidaba aquel bochornoso incidente entre Brian Hoffmann y yo en el supermercado.
Si, me habia metido en un enorme lío por haberle embarrado la camisa a uno de los empresarios mas ricos del pais, en ese momento queria que la tierra me tragara y me escupiera en el Polo Norte. Pero despues recorde lo grosero que fue conmigo y se me paso, por que si, fue bastante grosero.
No basta con eso, si no que me grabaron y eso se hizo viral, por suerte mi rostro no se logró ver, por que si no, hubiese sido una enorme humillación. Aunque muchas personas me elogiaron, otros me tacharon de mal educada y pues, esos comentarios me los trague y los escupi, por que no importaban.
Puede que haya actuado de manera impulsiva, pero eso no quita lo grosero que fue conmigo.
—Buenos días jefa —los chicos fueron llegando uno a uno, me emocionaba aquella palabra, Jefa.
—Buenos días chicos, los cafés están aquí, disfrútenlos —los deje en la barra.
Me dije a mi misma que sería una buena jefa, que trataría a todos mis empleados con respeto, por que yo no tuve una buena jefa antes y eso no lo iba a implementar en mi trabajo.
Contrate un pastelero para mi cocina, tres meseros y yo me encargaria de la caja y en la cocina. No quería a nadie mas metido en el dinero, eso para mi es algo que nadie mas puede tocar.
No confio en nadie mas que no sea mi madre.
Mi mama estaba en la cocina ya preparando los desayunos junto con el chico que se llama Kent que es un buen pastelero, no tenía empleo desde hace un año, lamentablemente le falta una pierna y por eso nadie le daba empleo, yo le di solo un pequeño voto de confianza y me impresionó lo hábil que es en la cocina, mi mamá ya lo adora.
Sonreí al ver el primer cliente llegar, se que sera un buen dia.
(...)
No, no fue un buen dia. O bueno, eso parece. No pensé que la pastelería se llenaría así, eran las seis de la tarde y personas entraban y salían del mismo, eso me gustaba pero estaba yendo de un lado a otro.
Coloque los trozos de pastel en el mostrador, otros más encima del mismo para que fueran llevados a sus mesas. Odiaba darle la razón a mi mama pero la tenia, hice bien en contratar a tres meseros en vez de dos y al chico de la cocina.
Me alegro demasiado de esta decisión, si no, estaría arrancándome el cabello.
Revisaba mi teléfono, para la siguiente semana necesitaba un nuevo cargamento de café directo de Colombia.
Vengo de Colombia, naci alla y viví solo hasta los seis años, luego mi papa decidio irse de aquel pais para buscar nuevas oportunidades, solo basto dos años para que falleciera dejándonos solas y mi mama no queria irse. Asi que decidio trabajar para sacarme adelante. Fue complicado que le dieran la nacionalidad a ambas, pero al final la obtuvimos.
No voy a decir que fue fácil, por que no, no fue nada fácil vivir siendo de otro pais. La discriminación, el racismo entre otras cosas fue algo con lo que teníamos que lidiar casi que a diario y los típicos chistes de que si somos de Colombia, sabemos como hacer cocaina, es algo estupido la verdad.
Pero como asi, nos cruzamos personas malas, tuvimos personas buenas. Como mi amiga Brianna y su familia, ellos han sido como una familia para nosotros, siempre tuvimos aquel apoyo que nadie más nos dio.
Le debemos muchos a esa familia.
—Un café con dos de azúcar, un trozo de pastel de zanahoria, un batido de fresa y un trozo de pastel de calabaza.
—Perfecto.
Lleve el papel hacia la cocina para que me dieran el café y el batido, yo salí a servir los trozos de pastel en un plato, mi mama salio con dicha orden más rápida que nunca y deje la misma en el mostrador para que fuese entregado.
—Paula ¿No quieres descansar? —mi mama salio— llevas demasiado tiempo parada.
—¿Sabes que mama? Si, te lo acepto... No aguanto los pies —me senté y suspire— que dia tan pesado.
—Pues mi niña, eso se debe al éxito de esos pasteles que haces —me sonrio, yo hice lo mismo.
Me enorgullecía de mi misma por haber logrado tanto en tan solo un dia. Pero debo mantener mi cabeza fria, por que se que habran dias no tan buenos. Lo que si se es que debo mantenerme así, con la cabeza baja pero las esperanzas en alto.
(...)
Más tarde.
Los chicos se habian ido, en la cafetería solo quedaba yo ya que mi mama estaba agotada y la envié a casa, hoy había sido un buen dia. Escuche la campana de pasteleria sonar, suspire por que habia olvidado colocar el letrero en cerrado.
—Lo siento, ya estam... —al alzar la vista me encontré con una sorpresa—, no puede ser.
—Vaya sorpresa —sonrió de lado—, la lunatica.
—Voy a hacer que no escuche eso... Ya estamos cerrados —dije tajante.
—¿Ah si? Pero el letrero decía Abierto.
—Si, pero esta cerrada ¿acaso ves a algún cliente aquí?
—De hecho si, yo —se señalo—. Y voy a pedir algo.
—Eres alguien imposible ¿lo sabías?
—No me conoces para afirmar tal cosa —se metió las manos en el bolsillo.
—Creeme que no necesito conocerte para saber que eres..
—Vaya pero que mal tratan aquí a sus clientes —soltó una risa—, eso no le hará bien a tu local.
Me trague el insulto que estaba por salir. No pensé que me volvería a cruzar, era lo menos que quería en mi vida.
Tome aire y di mi mejor sonrisa.
—¿Y que quieres?
—Déjame ver —miro hacia el cartel de los menús— ¿Pastel de fresas con crema? —lo escuche murmurar— ¿Tu haces ese pastel?
—Si.
—Pediré un trozo, junto con un café bien caliente.
—Claro —dije entre dientes.
—Y por favor, no lo escupas.
—Tranquilo que no pensaba hacerlo —lo mire mal— aunque las ganas no me faltan —le dije en español.
El me miro sin entender, yo solo le di mi mas falsa sonrisa.
Me dispuse a ir hacia la puerta para girar el letrero, luego regrese a la barra y encendí la cafetera para hacer el café que el quería. Busque en la nevera para darle el último trozo de pastel que quedaba, lo coloque en el plato y espere que se terminara el cafe.
Y cuando estuvo listo, salí del mostrador, el estaba sentado mirando toda la pasteleria.
—Aquí tienes, que lo disfrutes.
—Pero que atención tan hostil tienes —suspiro—, la gente ya no tiene modales.
—Escucha Brian..
—Oh, entonces sabes quien soy —soltó una risa burlesca—, claro... Mi rostro está en casi todos lados.
Dios mío, ayúdame a no darle un cascazo. No tengo por que estar aguantándole modás a nadie.
—Lo famoso no te quita lo egocéntrico.
—Eso es un halago... ¿Cómo te llamas?
—Paula.
—Paula —dijo mi nombre en murmullo—, jamas habia oido ese nombre además de que percibo un cierto acento.. ¿Mexicana?
—¿Viniste a comerte el pastel o saber sobre mi vida? —me crucé de brazos.
Me di la vuelta y me senté en el mostrador a contar el dinero, se que el no me va a robar por que dinero le sobra, de igual manera tome el arma y la deje a mi lado. Tengo que estar atenta a todo. Escuche un gemido, mire hacia donde el estaba.
Tenía los ojos cerrados y estaba saboreando el pastel que pidió. Luego comenzó a comerlo con mucha lentitud como si jamás se le fuese a acabar.
Yo rodé los ojos ante tal acción.
—Paula —lo miré— ¿Tienes más pastel?
—Si.
—¿Pero de este? —señaló el plato.
—De ese no —le dije—, te estas comiendo el último trozo.
—¿Que? No puede ser... Necesito otro trozo de este pastel.
—Lo lamento pero no hay más de ese, puedo ofrecerte de otro...
—No —me interrumpió—, no quiero de otro, quiero de este.
—Pues te dije que no, no hay. —dije con fastidio.
—Joder —murmuró—, esto esta fantástico... Me sorprende que hayas sido tu la del pastel.
—¿De que hablas? —fruncí el ceño.
—Este pastel lo hiciste hace dos semanas, mi mamá lo ordenó para el cumpleaños de mi hermano.
Empecé a hacer memoria, no recordaba haber hecho un pastel.. Ah si, lo hice pero mi mama fue el que lo entregó por que yo esa noche estaba haciendo otras cosas, recuerdo que mi mama me dijo que el hombre era mayor y apuesto.
—Ya lo recorde, si, lo hice yo.
—¿Y mañana harás?
—No se —me acerque a el para recoger la mesa, pero el me tomo de la muñeca.
—Haz uno para mi.
—¿Y por que tendria que hacerlo? Suéltame —me soltó.
—Por que haces un pastel delicioso —lo mire, se paró detrás del mostrador—, jamás había probado algo como eso.
—Me sorprende de alguien de su categoría señor —dije con ironía.
—Pues yo como de todo para su información... —yo reí— Pero hablo en serio, haz un pastel solo para mi.
—¿Por que tendria que hacer un pastel exclusivamente para ti?
—Por que quiero uno —dijo con fastidio—, solo uno.
—Pues no se —respondí ya molesta.
—Vendré todos los días entonces.
—Hazlo, creeme que eso sería de total beneficio para mi, eres alguien importante y así, mi pastelería se hará conocida.
—Vaya joyita eres —alzó una ceja.
—Pues si —metí mis cosas y el dinero en mi bolso—, ahora sal, que tengo que cerrar todo.
—¿No vas a cobrarme?
—No, es que me gusta hacer obras de caridad —le sonreí, el dejo de hacerlo.
—Aber wie schlecht gebildet du bist (Pero que mal educada eres)
No entendi un carajo, el solo se arreglo el saco y salió, yo queria reirme por la cara de ofendido que tiene cuando le dije lo mismo que me dijo a mi en el supermercado. Yo cerré todo con seguro, incluyendo las ventanas, las tuberías de agua y gas.
Sali y cerre la puerta, por suerte todo tenia rejas, no quería hacerlas así, pero la zona en la que estoy es un poco peligrosa. Ya lista voltee, di un respingo al verlo parado frente a mi.
—Me asustaste —me puse la mano en el pechó.
—Eres fácil de asustar —rió—, te llevo a tu casa.
—Oh no amigo —negué—. No pienso ir contigo a ningún lado.
—A ver, no es como que me de mucha gracia meterte a mi auto, pero —se acercó a mi—, llevas dinero en efectivo en tu bolso —susurró—, estas sola y podrían atacarte.
—Lo dudo, si me atacan puedo defenderme.
—Bien, eso está bien, pero igual quiero llevarte —fue a su auto y abrió la puerta—, vamos Paula, sube.
Mire a los lados, la verdad es que la calle estaba un poco solitaria. No queria irme con el, pero tampoco quería arriesgarme a que me asalten en medio de la noche. Llevo mucho dinero en efectivo.
Tome una larga respiración y camine hacia su auto para subir. Jamás en mi vida me había subido a un auto tan elegante.
Es una pena que mi motocicleta no este buena.
—Bien, dime donde vives.
Comencé a indicarle la dirección, el la anotó en su GPS y arrancó el auto.
—Oye, soy honesto —lo mire—, haces pasteles deliciosos.
—Pues gracias, los demás también son deliciosos.
—No me interesa probar los demás —dijo un poco tosco—. Solo quiero comer ese, el de fresas con crema.
—Pues te lo pierdes —rodé los ojos—, el de zanahoria es el mejor.
—Dudo que sepa mejor que el de fresas con crema —soltó una risa.
—¿No has probado postres en tu vida?
—Si, de hecho, los de mi mama que son una maravilla... Soy demasiado exigente con la comida, especialmente con los dulces —me miro rápidamente—, el que tu hiciste, me gusto mucho y esto no suelo decírselo a nadie.
—Pues... Gracias supongo.
—Siéntete halagada Paula, no suelo decirle esto a cualquiera.
—No pues que felicidad —rodé los ojos, que tipo tan egocéntrico.
El auto quedó en silencio, no me interesaba hablar con el sobre estupideces, tampoco escuchar lo que sea que tenga que decir, aún no se me olvida lo grosero que fue conmigo.
Llegamos al barrio en el que vivo, el no pareció importarle lo más mínimo en donde vivo.
—Gracias por traerme Brian.
—No hay de que Paula —me miró—, nos vemos mañana.
—¿Que?
—Lo que escuchaste —sonrió—, vamos, entra.
Me baje del auto, camine hasta la puerta de mi casa, el solo arranco el auto yéndose. Algo me dice que no podre librarme de el por completo.