Jack Akerman se ha ganado a pulso la reputación de ser un hombre de hielo; como amante y como CEO de la empresa que heredó en vida de su abuelo. Durante su periodo como director ejecutivo, su director de estrategias se encargó de mantenerlo en la cúspide del ranking empresarial, pero, los tiempos han cambiado, y las estrategias de negocio también. Cuando su asesor sufre un accidente que lo deja incapacitado laboralmente durante un par de meses, Jack cree que puede hacerse cargo por sus propios medios y mantenerlo todo controlado; sin embargo, su abuelo y su estratega creen todo lo contrario, y para eso, sin su completo consentimiento, buscan a la indicada para suplantar al accidentado. Esa indicada… es Kira Raleigh. ¡Una mujer! No, ni hablar. El sexo femenino no está capacitado para gestiones de ese tipo. Es lo que, inalterablemente, piensa Jack al respecto. Kira es correcta y disciplinada; una soñadora innata qué, pese a su matrimonio fallido, no se ha dejado vencer. Tiene un gato que adora y una profesión que comienza a ser exitosa. Cuando se le presenta la súbita oportunidad de ascender a las grandes ligas en una ciudad distinta a la que la vio crecer, no lo piensa dos veces y la toma a manos llenas, dejando a buenos amigos, familiares y a un exmarido infiel atrás. Jack no está interesado en crear vínculos amorosos con nadie. Kira está segura de que la vida no acaba después del divorcio y pretende volver a enamorarse. ¿Serán capaces estos dos, en su elemento de JEFE/EMPLEADA, respectivamente, congeniar en algo al menos una vez? Ella lo intenta, pero él, agh, ¡a él lo quiere matar!
Leer más— ¿Una mujer en mi equipo? — se burló Jack y sonrió sarcástico — ¡No, ni hablar! Abuelo, Harry — se dirigió a cada uno respectivamente — saben que siempre he escuchado lo que tienen para decirme, pero también saben mi firme posición sobre este asunto. ¡Las mujeres no están capacitadas para un cargo de este nivel!
Harry suspiró.Conocía a ese muchacho desde que era un niño y por supuesto que sabía su opinión respecto al sexo opuesto; sin embargo, la mujer en cuestión no era alguien que se podía definir simplemente como “el sexo opuesto”— Hijo, escucha a Harry, por favor — le pidió su abuelo.El aludido se pellizcó el puente de la nariz y negó con la cabeza. ¡Lo que le faltaba! ¡Esos dos confabulados para fastidiarlo! ¡Era un NO rotundo! ¡Faltaba más! ¡Una mujer! ¿Cuándo se les había ocurrido semejante tontería?
— Kira es una mujer tenaz y preparada, Jack; es correcta y disciplinada — le aseguró el accidentado y él no pudo hacer más que reírse de ese chiste. ¡Disciplinadas sus pelotas! Ya tenía gente así en su equipo. ¿Qué podría tener la tal Kira de especial?
— Harry, sabes cuánto te aprecio y respeto, pero…
— Precisamente por el cariño que me tienes, muchacho — le dijo el hombre al interrumpirlo — hazlo por mí y permite que sea ella quien te demuestre de lo que está hecha.
Después de haberse quedado por varios segundos en completo silencio, y procesando el poder que tenía ese buen hombre sobre él, suspiró.
— Bien, pero será bajo mis condiciones — advirtió — competirá por el cargo como el resto, y si es tan excepcional como dices que es, entonces te aseguro que seré parcial en cuanto a mis decisiones.
El hombre se dio por satisfecho. Conocía de sobra el intelecto y capacidad laboral de esa jovencita, y estaba seguro de que se convertiría en su relevo, se quitaba el nombre si no.
— Te prometo que no te decepcionará.
Jack negó; todavía desconfiando, pero se acercó al hombre que quería desde que era un niño y colocó una mano sobre su hombro.
— Lo que quiero que me prometas es que serás un buen paciente — le dijo —. Ya ha escuchado las quejas de las enfermeras en los pasillos. También hablé con tu doctor, así que es muy probable que te den el alta esta misma tarde y entonces me aseguraré personalmente de que cumplas las indicaciones médicas y guardes reposo. Otra cosa, mi abogado y su equipo ya están trabajando para que el culpable pague por esto, tú no deberás preocuparte por nada a partir de ahora.
— Muchacho, no seas terco, te dije que fue un accidente — intentó explicarle otra vez ese día.
— Los accidentes no existen — aseguró con aprensión — al menos no para mí y lo sabes.
El hombre asintió, resignado, sabía qué hacerlo entrar en razón era una batalla perdida.
La mañana siguiente, puntual, Jack llegó a las oficinas del grupo Akerman, saludó con un simple asentimiento de cabeza al guardia y se dirigió hasta el elevador privado. Junto a él, siempre se movía Kiliam, su jefe de seguridad personal.
— Buenos días, señor Akerman, los postulantes al cargo de asesor de estrategias ya están aquí — le informó Sophie; su asistente, ni bien se abrieron las puertas.
— ¿Están todos?
La joven revisó por enésima vez su tableta. Jack no era alguien que soportara las equivocaciones.
— No, señor, solo falta una.
Él se detuvo a un palmo de la puerta y se giró con ese semblante serio que siempre lo caracterizaba.
— ¿Nombre?
— Kira Raleigh.
Sonriendo, negó con la cabeza. Harry siempre había sido un hombre muy acertado, lástima que esta vez se haya equivocado, pues “la joven tenaz y preparada”, no se había presentado.
— Bien, no perderemos tiempo, dirige a los que están a la sala de reuniones — decidió — será una entrevista grupal.
Sophie obedeció, y sin esperar contratiempos, Akerman dio por iniciada la reunión.
Más tarde, varios golpecitos sobre la puerta hicieron que el director ejecutivo del grupo alzara la vista con temperamento, y luego de que Kiliam abriese, la dueña de unos seductores ojos amielados apareció.
— ¿Y usted es…? — preguntó Jack con cero tolerancia a las interrupciones, e inhalando el perfume frutal que, de pronto, inundó la sala de reuniones.
La joven intrusa parpadeó, y sin nada de fragilidad en su postura, dio un paso al frente.
— Kira — se presentó con voz dulce… muy dulce, y femenina — Kira Raleigh. Estoy aquí porque…
— Sé por lo que está aquí, señorita. ¿No tiene un reloj en casa? — masculló él con voz profunda y negó fastidiado.
— Yo…
— Como sea, no se quede allí, pase y siéntese.
Kira obedeció con los dientes apretados. ¿Y a este tonto que le pasaba?
— No amanecimos de buen humor hoy — musitó para sí misma con sarcasmo.
— ¿Dijo algo que quiera compartir con nosotros? — le preguntó él, que la paciencia de verdad no estaba entre una de sus virtudes.
— Que hace un buen día, ¿no se lo parece? — respondió sin preocupación y se sacó por los hombros la chaqueta azul de solapa que usaba ese día. De repente había comenzado a hacer calor, y no es que Nueva York tuviese altas temperaturas en aquella época del año.
Jack suspiró contenido y prosiguió con lo suyo. Ya la reunión había comenzado y no tenía la mínima intención de atrasarla por ella; ya la pondría en su lugar después. Ja. ¡Claro que lo haría!
Una hora más tarde, la entrevista introductoria se dio por terminada.
— Esperaré sus propuestas en la siguiente reunión, pueden retirarse — dijo el CEO como conclusión — Usted no, señorita Raleigh. ¿Es consciente de que la reunión comenzó a las siete?
Ella le dio un breve vistazo que, consistió en descubrir que los ojos de ese hombre eran de un azul cobalto que rayaba la amenaza de descubrir en el interior de su alma hasta los secretos más oscuros. Después exhaló.
— Si…
— ¿Y qué llegó diez minutos tarde? — continuó él, sin poder quitarle los ojos de encima.
Era una mujer increíblemente atractiva; de belleza poco convencional, sí, poseía algo diferente, auténtico, algo que, sin preverlo, avivó su interior de un sentimiento al que todavía no le ponía nombre. Tenía el cabello castaño; más como la miel, sujeto a una coleta alta que le permitía apreciar las líneas perfiladas de su rostro.
— También — respondió ella.
— ¿Y no piensa decir nada al respecto? ¿Disculparse, quizás?
— Podría hacerlo, pero por la forma en la que me está mirando, creo que usted ya sacó sus propias conclusiones.
Jack entornó los ojos.
— ¿Y cómo cree usted que la estoy mirando? — quiso saber, ahora curioso.
— Cómo si los contratiempos no existieran para usted — explicó con acidez y él negó con ironía.
— ¿Es esa la excusa que usan ahora los irresponsables? — inquirió con ironía.
— Quizás quiso decir los que no nacimos en cuna de oro.
— ¿Está tratando de insinuar algo?
Él enarcó una ceja y ella ladeó una sonrisa de triunfo.
— ¿Se lo parece? — pregunto, aunque su tono parecía más de burla — De todas formas, sí, lo ofrezco una disculpa por los contratiempos, pero mi gato se extravió en el barrio y tuve que salir a buscarlo.
— ¿Su gato? — preguntó con sorna. ¡Eso era ridículo! — Escuche, señorita… ¿Raleigh? — ella asintió, seria — Lamento mucho lo de su gato, o lo que sea haya sucedido, espero que él esté bien, pero si de verdad quiere este puesto, debe saber qué, por nada del mundo, tolero la impuntualidad. ¿Está claro?
Ella asintió.
Harry no mentía cuando le dijo que el tipo era difícil y no tenía sentido de la consideración por nada ni nadie. Ella tampoco la necesitaba.
— Muy claro, señor… ¿Akerman? — musitó, solemne, jugando con sus propias damas, pero Jack, que no dejaba pasar nada, la miró con crudeza.¿Estaba acaso burlándose de él? ¡Sería el colmo! Convirtió las manos en puños a ambos costados y la barrió rápido como si él fuese en un escáner humano. No debía tener más de veinticinco, era muy probable que esa fuese su edad actual. Tenía rasgos asiáticos; eso lo notó desde el primer segundo, aunque no tan acentuados, por lo que debía ser una mezcla perfecta de dos culturas.
— Otra cosa, señorita Raleigh, entiendo que está aquí por recomendación de mi antiguo asesor personal, y me gustaría que le quedara claro, que aquí, en mi empresa, no existen los favoritismos, y tendrá que pelear por el cargo como cualquier otro postulante.Kira apretó los dientes.— Soy una profesional, señor Akerman — susurró sin expresión alguna en el rostro — jamás he esperado los favores de nadie, y sí, sé que fui recomendada, pero es mi trabajo lo que me pone en el lugar donde deseo estar.Jack pasó un trago, todavía mirándola. ¿De dónde diablos había salido esta mujer? ¿Sus padres la hicieron con rabia? Inhaló despacio. ¿Y él, qué hablaba? ¡Si no lo apodaban el témpano de hielo por nada!— ¿Y desea estar aquí? — deseó saber, intrigado.— Sería una enorme oportunidad para mí — respondió ella con seguridad.— Bien, envíeme esta noche las referencias que avalen su experiencia laboral y académica — le pidió — Lo quiero todo detallado, tal cual, sin manipular información.Pasó saliva, y con la mueca de una sonrisa, negó incrédula.— ¿Querrá también mi expediente policial? — bromeó de forma cínica. ¿Es que la creía una tramposa?
— ¿Lo tiene?— Tengo la leve impresión de que no le caigo bien, señor Akerman — le soltó sin regodearse, pues la antigua Kira, en su antiguo puesto, y en su antigua vida, se habría dejado amedrentar; sin embargo, los años habían pasado, y ella ya no era nunca más esa mujer — Lo que me tendría sin cuidado, pues he venido aquí a trabajar, no a agradar; sin embargo, sería muy poco ético de su parte intentar ponerme piedras en el camino.Jack sonrió con ironía, aunque intrigado. Esa mujer tenía agallas y parecía tener una especialidad única por irritarlo. Pensó con peligro.— Envíeme lo que le pedí, señorita Raleigh. Esto no es un ataque personal contra usted, y si así se sentirá al respecto, déjeme decirle que entonces este puesto le quedará grande.Con un suspiro breve, ella irguió el mentón y lo encaró, ya había tenido suficiente de ese hombre tonto, sí, arrogante y tonto.— A mí nada me queda grande, señor — y bastante había tenido que luchar cómo para consentir que don superior la intentase rebajar.— Entonces demuéstrelo — la retó, divirtiéndose internamente por el repentino sonrojo que le había arrancado de las mejillas y del que probablemente ella todavía no era consciente — presénteme su estrategia en la siguiente reunión, y si es tan buena en lo que hace cómo tengo entendido, le garantizo que el puesto será suyo.— La haré, y entonces, tendrá que morderse la lengua.En medio del repentino fastidio que ella le causaba, quiso reír a carcajadas.— ¿Morderme la lengua? — se burló — Eso no pasará, señorita Raleigh, y en caso de que tenga razón, no estaría haciendo nada extraordinario, es lo que hacen todos los días los hombres de esta empresa, demostrar que pueden ser los mejores.— Ya veo de qué va todo esto — replicó, irritada — Es usted la clase de hombre machista que cree que las mujeres no podemos aspirar a cargos como estos, pero déjeme decirle una cosa, señor Akerman, en esta vida me he topado con tipos como usted... lamentablemente — enfatizó con sarcasmo — y aunque podría simplemente darme la vuelta y renunciar a la posibilidad de convertirme en la más importante asesora de estrategias que ha tenido esta empresa, no lo haré, porque es precisamente lo que usted busca, y ¿qué cree? Soy pésima para complacer a la gente.Jack se la quedó mirando por unos breves segundos, y aunque de verdad intentó descifrarla, y ver a través de sus poros de que estaba hecha su alma, no pudo, no con ella.— ¿Sabe que de mí depende si se queda en esta empresa o no, verdad?— Lo tengo muy presente.— Y aun así… se comporta de esta forma.— ¿A su igual?— ¿Usted? Qué va, jamás lo estaría — aseguró firmemente. ¡De eso ni dudas le quedaban!Kira negó y volteó los ojos. ¡Qué hombre tan insoportable!— Buenos días, señor Akerman — dijo con acidez y a modo de despido, no iba a seguir con esa tontería.Jack apretó los ojos. ¿Cómo se atrevía? Se preguntó, y justo antes de que ella tuviese la oportunidad de marcharse de allí, no supo qué clase de impulso le entró en ese segundo que hizo que la alcanzara hasta la puerta. ¡Por amor a Dios! ¡¿Qué estaba haciendo?! ¡Él, que jamás, en serio, jamás, iba detrás de nadie! ¡Mucho menos de una mujer!— ¿A dónde cree que va?Kira se giró, sorprendida por la cantidad de pasos que había dado ese hombre en tan pocos segundos. Y tuvo que alzar la vista, porque ahora que estaba así de cerca, supo descubrir que ese hombre era tan alto como una palmera, y atractivo, ridículamente atractivo. Estaba ataviado dentro de un traje azul oscuro que parecía haber sido diseñado a la medida de semejante espécimen masculino, y es que si era sincera, ese día había sido impuntual, más no ciega.— A preparar una estrategia, ¿acaso no es eso lo que me ha pedido? — se burló.— ¡No sea atrevida!— ¡Y usted no sea…!— ¿Qué? — él dio otro par de pasos hasta quedar más cerca de ella.Kira tembló, y todo el deseo que se había apagado desde la última vez que estuvo íntimamente con un hombre, se avivó de tal forma que la tomó desprevenida, desconcertándola completamente.— Esto es ridículo — bufó — con permiso.Él la agarró del codo, impidiendo que se marchara.— No le he ordenado que se retire — musitó, inevitablemente cerca. Miró sus labios; eran pequeños y rosados, perfectos, tanto que le fastidiaba.— Usted todavía no puede darme órdenes — zanjó en definitiva con tono seco.Y se fue, dejándolo mudo y perplejo.
La mirada de Jack la siguió hasta que las puertas del ascensor se cerraron tras ella. Y fastidiado, clavó un puño en el vidrio templado del escritorio. ¿Qué había sido todo eso? Él jamás se había comportado así, menos con seres que creía inferiores a su especie.
Kira se recargó de las paredes, recuperando el aliento, y aunque lo había ocurrido allí era suficiente pretexto para salir corriendo, no lo haría, en su ADN no estaba rendirse. ¡Jamás! Y el tal Jack Akerman sabría de qué material estaba hecha.
No debería gustarle.No debería siquiera voltear a verla.Joder, no debería pensar en ella como una mujer cuando es solo una jovencita rebelde que hace las cosas sin pensar, pero lo hace, y eso, desde la boda de Kira y Jack… no lo había abandonado ni un solo instante.La forma en la que se le insinuaba era atrevida, reveladora, no medía el peligro y en más de una ocasión lo había puesto en una situación comprometedora.¡Era una provocadora por naturaleza!Recargó los antebrazos en los azulejos y dejó que el agua de la ducha hiciera efecto en su espalda… pero fueron unas manos suaves, cálidas y pequeñas la que lo estremecieron.M4ldita sea. Era ella.— Lana… — gruñó entre dientes y negó con la cabeza, como si estuviese pidiéndole que parara.Ella lo ignoró por completo, y contrario a eso, deslizó sus dedos por su espalda ancha y lo rodeó hasta intentar tomar el miembro increíblemente erecto entre sus manos.Él la detuvo y se giró con el pecho inflado. Le costaba respirar, y fue peor cu
Después del nacimiento de la pequeña Mar, Jack se convirtió en un ejemplo de padre de familia en todos los medios. La forma en la que cuidaba y velaba por el bienestar de su mujer y su hija era completamente de admirar.Jack acompañaba a la joven madre primeriza todas y cada una de las noches cuando debía dar de lactar. Para Kira su apoyo era muy importante y especial, así que mientras ella alimentaba a la hija de ambos, él le hacía mimos en la espalda y hablaban de cualquier cosa hasta que la pequeña estaba satisfecha y volvía nuevamente a quedarse dormida.Y así, pasadas las semanas, no hubo día que él no estuviese a su lado, ejerciendo esa paternidad de la que en un principio tuvo miedo de no saber si lo podría lograr… y lo había hecho, y su mujer no podía sentirse más orgullosa del buen papá que era para la pequeña Mar.— ¿Voy bien? — le había preguntado una vez, nervioso, después de haber visto algunos tutoriales en internet de cómo cambiar un pañal adecuadamente sin lastimar a s
Después de tan íntima y sorpresiva ceremonia, las felicitaciones a la pareja siguieron llegando.Margaret estaba muy emocional por su nieta, pues sabía que formar su propia familia era uno de sus sueños más anhelados después de realizarse profesionalmente. Lana seguía dando brinquitos de alegría. Su hermana se había casado con el hombre que amaba y ella no podía sentirse más feliz por eso.Esperaba cumplir el suyo propio algún día…Ethan, Tyler y Emma la estrecharon en brazos como una más de ellos. La joven esposa del primo de Jack le confesó que no le había tocado a sí misma mejor familia que esa, y que esperaba sus hijos fuesen los mejores primos del mundo.Por su parte, Prudence le dio oficialmente la bienvenida a la familia Akerman, también confesándole que le había muchísima ilusión un par de cosas.Kira le dijo que lo pensaría.Esa misma tarde, las chicas de la oficina fueron a visitarla y tan pronto se enteraron del enlace con el CEO Akerman, no dudaron en felicitarla.La mañan
Después de haber estado esperando a Jack toda la noche, Kira se quedó dormida.La mañana siguiente despertó gracias a una de las enfermeras de turno.— Buenos días, señorita, le he traído el desayuno — le dijo la mujer con entusiasmo, colocando la charola con alimentos encima de la mesa que estaba junto a la cama.Kira se incorporó con una sonrisa torcida y musitó un tierno gracias, después le preguntó por el hombre que se había estado quedando a su lado durante las últimas noches, pero la enfermera no pudo ayudarla, pues no había vuelto a verlo desde el día anterior.— ¿Hay algo más que necesite? — le preguntó con predisposición.Kira suspiró.— La verdad… me gustaría darme una ducha.— Por supuesto que sí, venga, déjeme ayudarla. El agua tibia le hará muy bien.Minutos más tarde, se encontraba perfectamente aseada y ya había ingerido la mitad de los alimentos.Durante el resto de la mañana, había intentado contactar a Jack, pero nada, él no contestaba, y así mismo ningún miembro del
En cuanto entró a la habitación y la vio allí, recostada en aquella camilla con la mirada perdida en el exterior, sintió que sus pulmones se encogían y que el aire le faltaba.Odiaba saberla herida… vulnerable. Y sintió rabia consigo mismo por no haberla podido proteger mejor. A ella y a la pequeña adoración en su vientre que ya amaba aun sin conocerle.— Jack… — musitó Kira al percatarse de su presencia. Todo el cuerpo le dolía, pero saberlo a él allí le transmitía muchísima calma.Él reaccionó dando un par de pasos hasta ella.— Estoy aquí — le dijo y tomó su mano entre la suya —. ¿Cómo te sientes?— Bien, pero — habló con un hilo en un hilo de voz —… tuve mucho miedo por nuestra hija, Jack. ¿Sabes si está bien? Nadie me dice nada aún.Jack le sonrió para intentar tranquilizarla.— Cariño, nuestra hija está perfecta.— ¿Lo dices de verdad?Él asintió.— Muy de verdad. Protegiste todo el tiempo tu vida y la de nuestra pequeña.— Oh, Jack — sollozó —. Estaba tan aterrada. Becca perdió
— ¡No, no, no! ¡No vayas a desmayarte! — le había dicho Becca a Kira tan pronto cruzaron la puerta de una enorme casa que parecía abandonada hacía ya un tiempo.Todo estaba cubierto con sábanas blancas y el piso cubierto por una muy fina capa de polvo.La tomó por el brazo lastimado para ayudarla a que siguiera adelante y la dejó caer en el sillón más cercano. Kira se quejó de dolor.— Ten, hazte lo que tengas que hacerte en el brazo — le lanzó las cosas que habían comprado anteriormente y después arrastró una silla a menos de un metro de ella. La pistola seguía fuertemente sujeta en su mano.— Becca, ya esto no será suficiente — musitó la joven embarazada con voz débil —. Por favor, necesito ir a un hospital. Tengo fiebre y…— ¿Sabes algo, Kira? — la interrumpió a cambio, ignorándola completamente —. Cuando conocí a Jack estaba cruzando el peor momento de mi vida. Había perdido a mi abuela, la única persona que me quiso en este mundo, así que me aferré a la compañía que podía ofrecer
Último capítulo