Mundo ficciónIniciar sesiónTras cinco años en un matrimonio sin amor, Destiny decide tomar su libertad al conseguir que su frío esposo, Alaric Winter, firme sin saberlo los papeles del divorcio. Pero Alaric no está dispuesto a perder lo que considera suyo, especialmente cuando los celos lo consumen al ver a Destiny junto a su mejor amigo, Orion Blaine. Mientras tanto, Triana Ayesa, la mujer que siempre fue la amante de su esposo, no se detendrá ante nada para reclamar el lugar que cree merecer. En un juego de mentiras, secretos y rencores, un divorcio que debía ser el final se convierte en el inicio de una batalla por la verdad y la familia. ¿Podrá Destiny escapar de las cadenas de su matrimonio, o quedará atrapada en un peligroso laberinto donde el amor, la venganza y la traición se entrelazan?
Leer másEl certificado de divorcio, frío en las manos de Destiny Rosewood. Cinco años y dos meses. Un matrimonio solo en papeles. Ya no era una Winter.
La libertad, pensó con una sonrisa amarga, era un sabor extraño. El bullicio del aeropuerto era un murmullo lejano, pero no la irritaba. Estaba absorta en el certificado de divorcio, la confirmación del final de su matrimonio fantasma.
Su teléfono vibró. Un mensaje de Triana Ayesa. La amante de su esposo se mostró en la pantalla.
Una foto con su esposo dormido, sin ropa, y Triana apoyada en su pecho, sonriendo. Una burla clara hacia ella. Debajo, un mensaje venenoso: "Tu marido me hace el amor cada noche. ¿Cuándo entenderás que jamás te amó? Déjanos vivir en armonía; dale el divorcio. Eres solo la esposa de contrato que jamás quiso”.
Destiny sintió asco y picardía. "Cree que esto me romperá", pensó. El resentimiento ardía, no hacia Triana, sino hacia Alaric, que nunca le dio su lugar.
Alaric y Triana, creían que ella sufriría. Qué equivocados estaban. Destiny se había dado por vencida con el hombre hacía mucho.
Levantó la vista. Sus ojos verdes se encontraron con unos tan parecidos a los suyos, la diferencia, era que estos estaban llenos de preocupación. Él había sido su ancla, su confidente. Su mirada le ofrecía refugio.
Y por ello, Destiny le ofreció una sonrisa tranquila.
—Lista —susurró Destiny, su voz firme—. Ya es hora.
Miró el tablero de salidas del aeropuerto. No había vuelta atrás. Se marcharía. Un futuro por fin solo suyo. Sin la sombra de Alaric Winter, sin las humillaciones, sin la farsa del matrimonio.
A kilómetros de distancia, en su oficina, Alaric Winter era el control absoluto. Inmerso en documentos, su mente un torbellino de números y letras. El silencio solo roto por el teclado.
La puerta se abrió de golpe. Su secretario, Noah Frost, irrumpió, pálido y agitado. Sus gafas caídas, la corbata torcida mostraban que las noticias no serían nada buenas.
Alaric frunció el ceño. Su paciencia se agotaba. La interrupción era una afrenta, pero antes de que pudiera replicar, el secretario hablo temeroso.
—Hay un problema, señor Winter —balbuceó Frost, extendiendo papeles. El sudor perlaba su frente, sus manos temblaban.
Alaric lo miró con desprecio.
—¿Para qué te tengo si debo resolver mis problemas? ¿Mi tiempo no es valioso para que lo desperdicies con trivialidades?
Frost tragó en seco. Tembloroso, entregó los papeles. Alaric los observó, extrañado. Frost repitió, apenas audible:
—Es... su certificado de divorcio.
Alaric frunció el ceño, confundido. ¿Divorcio? Él no había enviado ningún tipo de solicitud. Era imposible.
—Esto es falso, no es posible. ¡Hay un error, soluciónalo! —Su voz se elevó, furiosa.
El secretario, aterrado, sabía que no era falso; ya lo había verificado. Era legítimo. Alaric lo supo al ver el miedo en los ojos de Frost. Una punzada de inquietud lo invadió.
—Llama a mi esposa. Arregla esto. Me volveré a casar si es necesario —ordenó Alaric, voz gélida.
Su matrimonio con Destiny era un acuerdo, un pilar en su imperio, no era algo que pudiera disolverse sin su permiso.
Pero las malas noticias de Frost no paraban.
—No podemos hacer nada, mi señor. La solicitud, con su firma, fue enviada hace dos meses, tras la fiesta de bienvenida. El divorcio ya se efectuó. Es oficial, la señora ya no pertenece a la familia Winter.
Alaric no podía creerlo. La información lo golpeó. Un recuerdo nebuloso: aquella fiesta… sí, había firmado papeles. Creyó que era una solicitud de dinero. Recordaba no haber leído, solo firmar, cegado por la ira al creer que a su esposa solo le interesaba aumentar sus ingresos mensuales.
Recordó cómo Destiny, desde entonces, se volvió más enigmática, distante. Siempre con una excusa para evitarlo e incluso astuta para manipular las situaciones a su alrededor.
Nunca se le ocurrió que ella planeara su escape.
Un temor helado se apoderó de él. Perder el control lo asfixiaba. Se levantó de golpe. Marcó el número de Destiny. El tono sonó, una y otra vez, hasta que la operadora informó que el teléfono estaba apagado. Lo hizo una y otra vez, sin respuesta.
La voz de Frost retumbó de nuevo, confirmando lo que temía:
—Su esposa... se ha ido del país. No hemos podido rastrearla.
Sus ojos azules ardían.
—¿Cómo es posible? —rugió, su voz, un trueno que hizo temblar a Frost—. ¿Cómo puedes perder a mi mujer? ¡Esto es inaceptable!
No podía creerlo. No perdería a Destiny. Se negaba a perder a la mujer que amaba, la única que lo había cautivado, la que despertó algo en su corazón de hielo. Esa mujer, ni en la muerte, podría separarse de él. La determinación brilló en sus ojos.
El juego, para él, apenas comenzaba.
—Y por ello pido un aplauso para los novios… —Los gritos no se hicieron esperar en el gran jardín de la mansión Blaine—. ¡Señoras y señores, les presento con gusto al señor y la señora Blaine!Orión Blaine sonrió con una expresión llena de júbilo, mientras Sierra, con las mejillas sonrojadas, solo parecía querer escapar de todas las miradas presentes.Aquel par sin duda eran la pareja perfecta. Por lo menos aquello pensaba Rachel, mientras gritaba llena de algarabía, celebrando la boda de su hermano y su mejor amiga.—Son completamente hermosos. Yo también me quiero casar con un hombre tan maravilloso como mi tío Orión… —La voz soñadora de una Cosette de siete años resonó en el lugar.Mientras Alaric, que estaba a su lado, la observó con una mirada que parecía alerta, como si el hecho de la sola mención de querer matrimonio lo hubiese alarmado.—¿Cosette Winter? ¿Qué dices? Tú jamás te casarás, vivirás con tus padres por el resto de tu vida… —Rachel sonrió divertida.Alexei, quien est
Los gritos resonaban en todo el lugar, era sin duda la muestra magnífica de que no estaban en un buen sitio. Sobre todo cuando la voz de Stephan Rider retumbaba en el área, mostrando sin lugar a duda que parecía creer que aún tenía el poder para lograr obtener lo que deseaba.—Vamos… solo déjame salir, si lo haces te daré dinero, mucho dinero, no imaginas todo lo que tengo para ofrecerte, yo puedo hacerte muy rico, demasiado rico… —El guardia le dio una mirada cargada de asco.Era curioso para Stephan que ninguno allí caía ante el deseo de poder o dinero, algo que le molestaba, pues no comprendía por qué razón, no solo le decían un precio, uno que él podría pagar.Después de todo no importaba qué pidieran, él podría darlo.Todas las personas tienen precio y él consideraba que tenía el poder absoluto para ofrecerlo, pues todo en la vida de aquel hombre había girado en torno a ello.Por lo menos eso pensaba Stephan, más cuando observó cómo el guardia iniciaba a moverse y con la convicci
La expresión de Alaric no era buena, Rachel lo supo al instante. Aquella dio un fuerte suspiro, todo en busca de tener un poco de fuerza para lo que estaba por venir.Pero no imaginó que un solo movimiento haría que el dolor la invadiera por completo, tanto así que no pudo evitar quejarse y poner en alerta a Alaric al instante.Aquel fue de inmediato hacia ella y con una mirada llena de preocupación, pareció revisar a Rachel con sus ojos azules, tan parecidos a los de su hija.—¿Debería llamar a un médico? Tal vez si yo…—Estoy bien, solo duele un poco… —Aunque a Rachel le hubiera encantado solo hacer que este no la regañara de inmediato, sabía que tarde o temprano tendría que afrontar aquello, por lo que, como dicen por ahí, era mejor quitar aquella curita de una buena vez y evitar el dolor a largo plazo.Por lo menos eso pensaba, mientras en silencio observaba a Alaric, quien seguía allí, sin decir una sola frase, y solo la observaba fijamente.—Alaric… ¿Me dirás algo? Pareces…—Aún
Alaric había seguido el resto del camino a la habitación de Rachel en silencio.Sabía que Orión y Sierra le daban una que otra mirada, un tanto curiosos por lo que pasaba por su cabeza.Él no había dicho una sola frase desde que Jared y todos los presentes en aquel lugar se habían burlado de sus celos tontos. Incluso él mismo en aquel momento los consideraba absurdos.Por lo menos eso llegaba a pensar, pues si analizaba bien, había cedido con solo el pensamiento de un porvenir a su lado.¿Él estaría enojado con Rachel lo suficiente para cuando tuviese que verla?Alaric se sintió un tanto descompuesto con solo el pensamiento, por lo menos fue así hasta el instante en el que se encontró con los padres de Rachel, aquellos que al esperarlos en la entrada de la habitación mostraron una pequeña sonrisa.—Está un poco mareada por la anestesia, pero la vemos bien, consciente por lo menos, aunque dice que está un tanto cansada y el médico nos ha pedido no tardar demasiado, ya que ella debe des
Hacía unos minutos habían indicado que Rachel estaba lista para recibir visitas. Por fin había despertado de la anestesia, por lo que estaba preparada para recibirlos luego de una revisión de sus doctores.Aquellos que habían notado que, lejos del dolor que sentiría, todo estaría bien, pues era un verdadero milagro que alguien que había llegado tan débil estuviera con vida en aquella situación.Por lo menos, eso habían llegado a decir los doctores, aquellos que parecían aliviados con la circunstancia, sin contar con la familia Blaine, quienes por poco se derrumban del alivio tan grande que habían llegado a sentir en aquel instante.—Pareces nervioso… —Alaric observó a Orión Blaine, quien estaba sentado a su lado en silencio, mientras Sierra, a su lado, seguía ensimismada en sus pensamientos.Aquella parecía no estar pasándola para nada bien y Orión, con el afán de cuidarla, había decidido quedarse a su lado, mientras los padres de Rachel habían entrado hacía unos minutos a verla.—Eso
La expresión de Alaric se mostró un tanto amarga.Parecía que el hecho de que la familia Blaine aún estuviese tensa por el porvenir de Stephan Rider no le agradaba en absoluto.Por lo menos, eso llegó a pensar Orión, quien pudo percibir la tensión en Alaric a simple vista.—¿Te incomoda que queramos determinar el futuro de Stephan Rider? —Orión observó un poco divertido a su padre, aquel que preguntó con un tono un tanto molesto a Alaric, aunque podía notar cierto gesto de incomodidad de parte de su madre.Pues tal vez ella pensaba lo mismo que él, después de todo lo que ocurrió con el padre de Alaric Winter; lejos de ser aquel hombre enemigo de la familia Blaine, él era el progenitor de Alaric.Y, por lo tanto, era de esperar que aquel quisiera ser quien resolviera por el destino no solo de su mayor adversario, también el hombre que llevó a la madre de Alaric hasta la misma locura y con ello la muerte.—No me fastidia, pero ya he dicho qué hacer referente a él —la expresión de Kael s
Último capítulo