Los gritos resonaban en todo el lugar, era sin duda la muestra magnífica de que no estaban en un buen sitio. Sobre todo cuando la voz de Stephan Rider retumbaba en el área, mostrando sin lugar a duda que parecía creer que aún tenía el poder para lograr obtener lo que deseaba.
—Vamos… solo déjame salir, si lo haces te daré dinero, mucho dinero, no imaginas todo lo que tengo para ofrecerte, yo puedo hacerte muy rico, demasiado rico… —El guardia le dio una mirada cargada de asco.
Era curioso para Stephan que ninguno allí caía ante el deseo de poder o dinero, algo que le molestaba, pues no comprendía por qué razón, no solo le decían un precio, uno que él podría pagar.
Después de todo no importaba qué pidieran, él podría darlo.
Todas las personas tienen precio y él consideraba que tenía el poder absoluto para ofrecerlo, pues todo en la vida de aquel hombre había girado en torno a ello.
Por lo menos eso pensaba Stephan, más cuando observó cómo el guardia iniciaba a moverse y con la convicci