Mi consentida 2 Esta es la continuación de una maravillosa historia de amor, entre Alondra y David. David, es el único hombre al que más he amado en mi vida, con él he conocido, más de lo que hubiera imaginado, pero por un simple error, la vida nos separó, ahora mi vida es un calvario, porque él no está a mi lado, y seguiré esperando hasta que él me perdone, porque hay llamas, que ni con el viento pueden apagarse. Alondra, siempre fue la mujer perfecta para mí, pero ahora que la he perdido no veo la forma de seguir adelante, pues no puedo soportar, que ella ya no sea mía y que no concibo la idea, que pueda ser de alguien más, porque ella me pertenece y seguirá siendo mía por el resto de nuestras vidas. ¿Podrá el destino juntarnos y volver a ser los mismos de antes? y amarnos como nunca lo habíamos hecho.
Ler maisNarra David De María Ramírez
Iba en mi auto a toda velocidad, por las avenidas casi desiertas de la ciudad. La mayoría de la gente debía estar dormida y trasnochada, desvelada y demás por la noche del año nuevo. En mi caso, estaba todo lo demás, sumándole un inmenso dolor, que se sentía como millones de cuchillos apuñalándome, mientras recorría las calles cómo un loco a toda velocidad, recordaba esos besos y esas caricias de ella, de Alondra, de mi consentida y uno de esos recuerdos, más la desvelada y la cruda me hicieron cerrar los ojos y en una fracción de segundo sentí como impacté con algo que voló por los aires y cayó desplomado en el pavimento a unos metros de mí.
Por unos momentos, perdí el control de mi auto y como pude, me orillé sobre la avenida, para darme cuenta de una dolorosa verdad, había atropellado a alguien que yacía inmóvil en medio de la avenida y no quise, ni acercarme al lugar, justo en ese momento entró a mi móvil, la llamada de mi madre, ella seguramente me estaba buscando, pues me salí de casa sin avisar a nadie. Tomé la llamada, sintiendo que el móvil temblaba en mi mano.
–Madre, sabía que eras tú, escucha, me he metido en un buen lío – Le informé asustado – Necesito ayuda.
Por mi imprudencia, esa persona podía estar muerta o muy malherida, todo por solo estar concentrado en mi dolor, he causado un daño a alguien que no lo merecía, eso no podía ser, estaba temblando de pies a cabeza y la voz de mi madre era lo único que me podía calmar.
–David, no sales de un problema cuando ya estás metido en otro, hijo – Me regañó – Ahora, ¿Qué has hecho? Y ¿Dónde estás?
No sabía cómo decirle a mi madre, lo que acababa de hacer, pues esto no era cualquier lío y más me valía decírselo, yo no iba a huir y si me llevaban preso, bien merecido me lo tenía, la persona que atropellé no tenía para nada la culpa, de todo lo que yo estaba cargando en mi mente, de todo el dolor que estaba habitando dentro de mí, por haber perdido a la mujer y al amor de mi vida, muy a mi pesar, debía enfrentar mis actos y hablarle a mi madre con la verdad.
–Madre, he atropellado a una persona – Dije con un nudo en la garganta – Lo peor, es que no sé, si esté viva o muerta.
Un silencio incómodo se manifestó en la línea. Mi madre es la mujer, más buena del mundo, y rogaba a Dios, que no le fuera a pasar algo a ella, producto de la estupidez que le acababa de confesar, que cometí. Ella no me decía nada y yo, temblando, le mandé mi ubicación, para que acudiera en mi búsqueda, no sabía en qué momento, es que iba a llegar la policía.
–David, es que no debiste salirte así de la casa – Al fin dijo algo mi madre – No puede ser, lo que he escuchado. Al menos espero, que hayas llamado ya a los servicios de emergencia.
No lo había pensado antes, pero lo haría en cuanto terminara de hablar con ella, debían venir los del servicio médico, la persona debía ser atendida, cuanto antes, si estaba todavía viva, la podían salvar, estaba tan nervioso que eso, se me había pasado por completo.
–Enseguida lo haré madre, estoy muy nervioso – Confesé – Por favor, te pido que me ayudes, ven por favor, que tengo mucho miedo de ir a la cárcel. Te he enviado ya, mi ubicación.
Mi madre, debía estar aquí conmigo, ella sabría qué hacer, porque estaba tan nervioso, ella me sabía calmar, me urgía que ya estuviera en camino y que llegara antes de que llegara la ambulancia, había sido un estúpido, no pensé que al cerrar los ojos, nada más unos segundos, iba a atropellar a alguien.
–Está bien hijo, ahora mismo salgo para allá – Dijo mi madre – Por favor, cálmate y llama a emergencias. Ahorita nos vemos.
Eso era lo que iba a hacer, para que la persona se pudiera salvar, esto no me lo voy a perdonar nunca, no había sido mi intensión, causar un accidente de esta magnitud, no quería llevar esa culpa en mi conciencia, jamás había cometido un descuido como este.
–Gracias madre.
Corté la llamada con mi madre y de inmediato, hice lo que debí hacer desde hace unos momentos, llamar a los servicios de emergencia, que no tardaron nada en tomar mi llamada y entonces, les confesé lo ocurrido. No me atrevía ni a acercarme a la persona tendida en la avenida. Solo rogaba porque no pasara otro auto y rematara el daño ya ocasionado por mí. Subí a mi auto y lloré amargamente abrazando al volante, pensando muchas cosas, entre ellas que, si yo había privado de la vida a esta persona, era algo que no podría perdonarme.
No sé cuánto tiempo tardé en ese lugar conmiserándome de mí mismo cuando vi llegar a la ambulancia y detrás de ella, a los pocos minutos, llegó mi madre y se colocó a un costado de la avenida, delante de mi auto. Ella se bajó de su auto y yo bajé del mío y nos abrazamos ahí mismo, ella era la mujer más importante de mi vida, siempre podía contar con su ayuda, en las circunstancias que me encontrara, ella es, la mejor madre del mundo.
–David, hijo – Mi madre, lloraba conmigo – Dios mío, pero ¿Qué has hecho?
Mi madre miraba hacia la dirección, donde se encontraba esta persona tendida en el pavimento, yo no me había percatado si se había movido o no, pues no me quise acercar al lugar en todo este tiempo.
–No sé, madre – Nos separamos del abrazo – Tengo mucho miedo, que esa persona esté muerta.
Sería la equivocación más grande de mi vida, no iba a poder vivir con eso, era una culpa que estaría conmigo durante toda mi existencia, el haberle quitado la vida a una persona, por una imprudencia tan garrafal como la que había ocasionado.
–Bien, vamos a averiguarlo – Dijo mi madre convencida – Tenemos que ir a ver, lo que ha pasado.
Estaba demasiado consiente, de que el accidentado, podía ya estar muerto, porque no se le había prestado la ayuda de inmediato y yo no sabía qué hacer, estaba más temeroso de causarle un daño más si lo movía, por eso no me había acercado, era un cobarde.
–Tengo miedo, que sea demasiado tarde.
Mi madre me tomó del brazo y caminamos los pocos metros que nos separaban de la ambulancia, mientras que observábamos entre más nos acercábamos a dónde estaban atendiendo a la persona, que se trataba de un adulto mayor y que le estaban dando ahí mismo, en el suelo, los primeros auxilios. Vimos después como lo colocaban en la camilla y uno de los paramédicos, se acercó a nosotros.
Capítulo 240. NoqueadaNarra, Alondra Ferreyra PérezJorge se puso a revisar a Ana Laura y Víctor permaneció ahí al pie del cañón con lo de su esposa. Yo me sentía mal por él con todo esto, porque él es un buen chavo y no se merecía a esa mujer como esposa, pero en fin él la había escogido idiotizado por su belleza o yo qué sé, ahora le tocaba lidiar con estas escenitas falsas cada que ella quisiera montar una. Solamente para ser el centro de atención.–Víctor, disculpa la molestia – Le dije – Mientras están ocupados, ¿Puedo hacer una llamada? Tengo que hablar a Morelia.–Claro que sí, Alondra. En tú recámara hay un teléfono, tómate tu tiempo y puedes hacer las llamadas que necesites.No me tragaba todo ese show que se había montado Ana Laura, pero no me iba a quedar a contemplar como se hacía la enferma, los incautos de Víctor y Jorge que le creyeran todo lo que ella hacía. Me tomaría mi tiempo en las llamadas que iba a realizar, ya Ana Laura no me iba a quitar mi tiempo.–Gracias, V
Capítulo 239. Ella finge siempreNarra, Alondra Ferreyra, PérezJorge y yo nos fuimos a tomar unas bebidas y a conocer un poco de la vida nocturna de Santiago de Chile, ahí en uno de los bares a los que entramos nos llevaron una botana de fruta y estaba demasiado buena. Jorge me miraba muy tranquilo y en momentos, le daban ataques de risa de solo acordarse de lo que yo acababa de hacer con Ana Laura, contagiándome a mí la risa porque si Víctor nos viera que su esposa ha sido el hazmerreír toda la salida, ya quisiera ver si nos iba a aguantar a ambos.–Jorge, ya deja de reírte, lo digo en serio – Lo miré divertida – La verdad, si ha sido una gran hazaña mía el darle a esa su merecido, pero a lo mejor más tarde ya no tengo ni dónde quedarme a dormir.Lo más probable es que Ana Laura le pida a Víctor que ya no me deje entrar en su casa, pues allá él sí le hace caso a su esposa, bien sabe que ella es una manipuladora y dramática. Y la que había comenzado todo, estaba muy tranquila y por s
Capítulo 238. Una visita repentinaNarra, David De María RamírezPaloma se retiró del piso y estaba muy enojada, yo no la podía culpar del todo, aunque sí tuvo gran parte de culpa. Yo no podía ver a Nicky después de lo que pasó en México, menos porque gracias a ella y a sus idioteces perdí a un buen amigo como lo era Ismael. Estaba harto de ella, no me arrepiento de cuanto le hice y mejor que no me tentaran a ir al hospital a rematarla. Mi colega se había enojado también por lo que dijo Paloma y en ese momento tocaron la puerta del piso, de seguro era Paloma que venía a seguir con el pleito.–David, Sabadelle, abran – Era Jovana – Sé que están aquí, me encontré con Paloma cuando salió y me lo ha contado todo.–Genial, debemos hacer un foro de debate sobre las golpizas de mi colega – Dijo Sabadelle y le abrió a Jovana – Adelante, pasa.Sabadelle salía con su humor negro, esperaba que Jovana no me viniera a reclamar por algo de lo que no sabe. Si Nicky había caído en mis manos, ella mis
Capítulo 237. De tal palo tal astillaNarra, David De María RamírezSabadelle estaba pálido y ahora no sabía ni cómo le iba a decir las cosas a Paloma y siendo sincero era mejor que él lo hiciera, porque yo sabía que si Paloma me veía, ella iba a arremeter en mi contra. Con todo lo que pasó, mi colega no quiso ni que fuéramos a la fiesta y cuando Paloma volvió al piso, él le dio las malas noticias, eso había sido lo que ella consiguió.–Sabadelle, De María, se pasan – Se quejó Paloma – Buena me la hicieron, estuve esperándolos como tonta en la fiesta y nada de ustedes y ni Nicky me contactó, seguramente se arrepintió de venir para no ver a cierta persona.–Por eso te avisé que vinieras de vuelta al piso – Sabadelle se llevó las manos a la cabeza – No sé ni cómo decirte esto, Paloma, tampoco sé como lo vas a tomar.De la peor manera lo iba a tomar, ella había sido la culpable de que entre Nicky y yo hubiera habido otro encuentro y ahora me iba a echar la culpa a mí, si ella no la invit
Capítulo 236. Una buena revolcadaNarra Alondra Ferreyra PérezAna Laura no daba crédito de lo que yo le había respondido y no solo ella, tampoco Víctor, ni Jorge. Yo no quería que las cosas llegaran a dónde habían llegado, pero no había sido mi culpa del todo. Ana Laura, se había encargado de echar a perder el primer día que salíamos en Santiago de Chile y yo seguía con muchas dudas, ya estaba visto que no nos llevábamos bien y ahora desde que llegué han sido puros problemas con ella.Yo ya no la aguantaba tantos malos tratos, que buscara con quien desquitarse su mal humor, llamaría a Axel y que viniera por mí o mandara a alguien, no quería estar más con ella, no la quería cerca de mí, puedo cometer un acto del cual no me voy a arrepentir, porque bien merecido se tendrá lo que le haga.–Alondra, tranquilízate, por favor – Me pidió Jorge – No tienes por qué pelear con una persona que no entiende.Me gustaba que por lo menos Jorge me estuviera dando la razón, Ana Laura se había puesto
Capítulo 235. Dañándolo todoNarra, Alondra Ferreyra PérezNadie me hubiera dicho que en Jorge tendría un muy buen amigo con quien iba a poder olvidarme de todas las tonterías que me pasaban con Ana Laura, ese primer día que salimos a pasear por Santiago de Chile, ya que volvimos de caminar por la Plaza de Armas Jorge y yo, nos encontramos de nuevo con Ana Laura y Víctor y por supuesto, ella estaba visiblemente enojada. Todo le parecía mal si estaba bien o si no lo estaba.–Cómo se ve que nunca habías salido de México, Alondra – Se burló – Tanto tiempo empleado para pasear por la simple plaza de armas. Si no hubiera sabido qué en serio fuiste a España, nunca te hubiera creído.Que ni piense que me va a humillar, tomaré eso como uno más de sus ataques, aunque no la entiendo muy bien, si me hubiera quedado con ellos también se hubiera enojado porque le estuviera estorbando. Hasta lo que no se come le hace daño.–Ya mi amor, no digas esas cosas – Víctor la abrazaba – Alondra es normal qu
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