—Soy tu única oportunidad casarte. lo contrario, nadie se interesará por una mujer que ya casi no podrá dar hijos. ¡Tienes 35, Svetlana, te haces vieja! ─── ⋆⋅☆⋅⋆ ── ─── ⋆⋅☆⋅⋆ ── ─── ⋆⋅☆⋅⋆ ── Svetlana Jones, a sus 35 años, creía haber encontrado el amor. Huérfana y marcada por un trauma que le impide tener relaciones sexuales, ve en Ricardo Bianchi al príncipe azul que tanto había esperado. Sin embargo, su cuento de hadas se desmorona cuando, un día antes de su boda, descubre que su supuesto príncipe no es más que un horrendo sapo. Herida por su traición y decidida a vengarse, Svetlana expone la infidelidad de Ricardo el mismo día de la ceremonia, sin imaginar que un enigmático hombre, que resulta tan atractivo como peligroso, le propondría matrimonio en ese instante y ella aceptaría. Enzo Bianchi, es un hombre marcado por la tragedia, y ha construido su imperio sobre el sufrimiento y la ley del más fuerte, convirtiéndose en un hombre frío y calculador. Pero una deuda lo vincula con una mujer que nunca pensó que lo arrastraría a una guerra que no había anticipado: la guerra por su corazón. Asi que decidido a reclamar lo que considera suyo, no se detendrá ante nada, ni siquiera ante el hecho de que Svetlana la prometida su sobrino. Porque el, ha comprado una esposa y eso es lo que obtendrá, aun si ella se niega y amenaza con escapar. Asi su convivencia se convierte en un campo batalla donde la pasión, el deseo y los secretos saldrán a la luz, porque en este matrimonio, nada es lo que parece y, aunque el amor podría ser el final, ambos temen que sus oscuros pasados puedan separarlos para siempre.
Ler maisCAPÍTULO 1: INFIDELIDAD EXPUESTA.
La catedral Madre María estaba hermosamente decorada para la boda de ese día. En el altar, una pareja de novios era vista por todos como la pareja perfecta. El sacerdote, con una voz solemne, hizo la pregunta de rigor a la novia:
—Svetlana Jones, ¿aceptas a Ricardo Bianchi como tu esposo para amarlo y respetarlo, hasta que la muerte los separe?
Todos esperaban la respuesta afirmativa de la novia, pero lo que sucedió a continuación lo cambió todo.
—No —dijo ella con firmeza, y en sus ojos se mostraba el dolor y la rabia a partes iguales.
Todos en la iglesia contuvieron la respiración y el silencio se volvió pesado, hasta que fue roto por el grito ofendido de la futura suegra, Doménica Bianchi, la madre de Ricardo:
—¡¿Te has vuelto loca?! —preguntó la mujer con frialdad.
Svetlana miró a la que hasta hacía poco iba a ser su suegra y sonrió.
—Lo que menos estoy es loca. Solo me di cuenta de que su hijo es una basura podrida —respondió.
La mujer abrió los ojos como platos y antes de que pudiera decir algo, Ricardo intervino. Agarró del brazo a Svetlana y le gruñó:
—¿Qué carajos es todo esto? ¿Nervios de novia?
Ella se zafó de su agarre y acto seguido lo abofeteó.
—Eres un desgraciado de lo peor, Ricardo. Todo este tiempo tú y tu amante me han estado viendo la cara. ¿Creíste que no lo descubriría? ¡¿Creíste que no me enteraría de que llevas meses acostándote con mi amiga?! ¡Con Andrea!
Todas las miradas, incluida la de la madre, se volvieron hacia la mujer en cuestión y ella solo pudo tragar, mientras su cara palidecía, el pequeño ramo en su mano tembló. Svetlana dio un paso hacia la que era su amiga y también su dama de honor y la enfrentó cara a cara.
—Vamos, diles a todos que tú y mi novio se acuestan a mis espaldas.
La mujer negó y adoptó una pose de víctima.
—Lana, no sé de qué hablas... Ricardo y yo... solo somos amigos…
Pero la risa burlona de Svetlana cortó sus palabras.
—Típico, no tener el valor para aceptar las consecuencias. Pero ya que no me dejas otra opción, entonces que todos lo vean.
Terminando de decir esto, en la gran pantalla detrás del altar comenzó a reproducirse un video íntimo, donde Ricardo y Andrea tenían relaciones.
“Hmm, Ricardo, más bebé... dame más...”
La voz de Andrea fue fuerte y clara. Y los murmullos no se hicieron esperar, así como la vergüenza en algunos rostros tampoco.
—¿Vas a decir que no eres tú la del video? —inquirió Svetlana, dolida pero furiosa de ser traicionada por dos personas que creía la amaban.
El video siguió corriendo y las voces de Andrea y Ricardo se hicieron más nítidas, aumentando la vergüenza de los presentes.
—¡Por favor, apague eso, recuerde que estamos en la casa de Dios! —dijo el sacerdote, avergonzado.
—No se preocupe, padre. Dios sabe que es para desenmascarar a un par de traidores —respondió Svetlana, sin intención de apagarlo.
Había descubierto la traición cuando vio un broche pequeño y de mujer en el departamento de Ricardo. Obviamente, la pieza no era de ella y la duda se instaló, así que colocó cámaras ocultas y para su sorpresa, resultó ser su amiga. De repente, la pantalla fue apagada y Svetlana se giró, solo para recibir la bofetada de Doménica.
—¡¿Cómo te atreves a humillar a mi hijo de esta manera?! —exclamó.
Svetlana se llevó una mano a la mejilla y antes de poder decir algo, su suegra atacó con más crueldad.
—¿Te atreves a hacer un escándalo cuando somos nosotros quienes te hacemos un favor? —bufó y la miró como si fuera una cucaracha—. Ya tienes 35 años y tu tiempo se acaba, Svetlana —se rió y se inclinó hacia ella y le susurró—: ¿Crees que habrá alguien más que se sacrifique casándose con una adoptada, una mujer que no tiene un pasado, que no encaja y que además... es rara? No tienes derecho a exigir más. Mi hijo te hacía un gran favor casándose contigo... y no lo culpo por tener una amante, como hombre tiene necesidades y ya que tú te las das de mojigata, no te quejes.
Los ojos azules de Lana se abrieron en shock. En pocas palabras, Doménica le estaba diciendo que sabía de la infidelidad de su hijo. Algunos de los invitados comenzaron a reír. Pero Svetlana mantuvo el rostro en alto a pesar de que las risas y comentarios como "santurrona" y "quedada" se escuchaban en la iglesia.
—Prefiero ser una mojigata a una zorra. ¿Y sabe qué? Su hijo haría bien en casarse con Andrea, ya que los dos son tal para cual —dijo ella retrocediendo un paso, quería irse, quería escapar de ese lugar.
Estaba a punto de bajar, cuando Ricardo habló, haciendo que se detuviera.
—Soy tu única oportunidad de casarte. De lo contrario, nadie se interesará por una mujer que ya casi no podrá dar hijos. Tienes 35, Svetlana, te haces vieja.
Ella apretó los dientes sintiéndose más humillada que nunca, cuando de repente una voz grave, masculina, habló.
—Si no quieres casarte con él, entonces… cásate conmigo.
La mirada de todos los invitados cambio a la voz desde la puerta y en un instante se llenaron de sorpresa, como de temor.
¡Mis queridas mafiosas! 💋Una vez más, gracias por acompañarme en esta increíble y apasionante historia. Ustedes son las verdaderas jefas de este mundo literario. 💎 Para todas las que están preguntando por la historia de Cassio (sí, nuestro mafioso favorito está de vuelta 😏), les tengo noticias: ¡estará disponible la próxima semana! 🎉 Así que manténganse atentas a mis redes, porque por ahí les compartiré toda la info jugosa. 📲✨El libro se llama *"Amante del mafioso: Tengo a tu heredero"* (¡ya el título promete, ¿verdad?! 🔥). Espero que le den tanto amor como el que recibieron Lana y Enzo, porque este libro viene cargado de drama, pasión y mucho peligro. 😍 ¡Son las mejores, mis reinas! Gracias por todo su apoyo y por ser parte de este universo mafioso. 💖👑 ¡Las adoro!
CAPÍTULO 160: ESPOSA RUSA.Un mes había pasado desde que Enzo y los niños llegaron, y ahora el parque Champ de Mars se había convertido en su lugar favorito y ese era su último día en París, y Svetlana lo sabía. Había algo en el aire, en el suave aroma de los árboles del parque y en la tranquilidad de sus hijos que hacía que ese momento se sintiera eterno. Matteo, con sus pequeños pasos tambaleantes, corría detrás de una pelota, riendo cada vez que caía al césped. Alina, de apenas seis meses, estaba en la manta de picnic, jugando con un sonajero que agitaba con entusiasmo. La bebé soltaba risitas cada vez que el juguete hacía ruido, y Svetlana no podía dejar de mirarla con una sonrisa.Llevaba un vestido ligero, de esos que Enzo siempre decía que la hacían parecer una princesa rusa. Aunque ella solía reírse de sus cumplidos, en el fondo le encantaba escucharlos, especialmente cuando él la miraba con adoración y orgullo. Y mientras observaba a Matteo dar vueltas y a Alina balbucear fe
CAPITULO 159: ENCUENTRO ROMÁNTICO Y DIVERTIDO.En una pequeña cafetería en París, Sophia, Julieta y Svetlana estaban sentadas en una mesa con vistas a la calle empedrada. La tarde estaba perfecta, y la charla entre ellas era ligera y llena de risas. Cada una tenía una taza de café entre las manos, que apenas dejaban enfriar entre un sorbo y otro.—¡Desearía haber visto la cara de Santino cuando no llegue para cenar! —dijo Sophia, llevándose una mano al pecho mientras estallaba en carcajadas.Julieta río, aunque no tan abiertamente como las demás.—Bueno, ¿y si esto nos sale caro? No por el dinero, claro, pero... ¿y los niños? André apenas sabe dónde están los pañales.—Tranquila —respondió Sophia con un gesto despreocupado, mientras le daba un sorbo a su café—. Los niños estarán bien. Esto es bueno para ellos. Santino siempre dice que puede con todo. Pues que lo demuestre, ¿no?Svetlana levantó una ceja, divertida.—Exacto. Además, ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué les den demasia
CAPÍTULO 157: ¿SECUESTRADAS?En la casa D’ Luca, las risas de los niños se escuchaban desde el patio trasero, donde un par de niñeras se ocupaban de ellos, mientras Sophia, Julieta y Svetlana estaban cómodamente instaladas alrededor de la mesa, rodeadas de finas tazas de porcelana y un despliegue de macarons que habría hecho llorar a un pastelero francés. —París, chicas. Lo digo en serio —insistió Svetlana, gesticulando con una manicura impecable—. Necesitamos desconectarnos. Este viaje no es un lujo, es una necesidad. Sophia, que estaba reclinada como si estuviera en un trono, jugó distraídamente con su collar de diamantes. —Lana, no nos desconectamos ni cuando estamos en un spa de tres horas con masajes de oro. —Exactamente. Por eso París es perfecto. Es el único lugar donde podemos relajarnos como merecemos —replicó Svetlana con una sonrisa pícara. Julieta suspiró mientras revolvía su café, aunque nadie sabía por qué lo hacía, ya que ni siquiera le había echado azúcar. —¿Y And
CAPITULO 157: BODA SORPRESA.El auto se detuvo frente a la enorme mansión, una construcción de piedra y hierro que parecía tan intimidante como imponente. Los jardines perfectamente recortados estaban flanqueados por hombres armados, cada uno en posición como si esperaran algo mucho más peligroso que simples invitados. Madison apretó las manos sobre su regazo, su mirada fija en los guardias mientras su pecho subía y bajaba con rapidez.—¿Qué estamos haciendo aquí? —preguntó finalmente, rompiendo el incómodo silencio dentro del auto.Winston, su padre, se removió en su asiento. Ajustó su corbata, con un gesto nervioso que no pasó desapercibido para ella.—Madison, por favor, no hagas un escándalo —respondió, sin mirarla directamente—. Solo compórtate esta noche, ¿sí?Ella soltó una risa seca, llena de reproche.—¿Compórtame? Claro, como tú te comportas, ¿no? Haciendo tratos sucios con la mafia. Es eso, ¿verdad, papá? Porque no hay otra razón para estar en un lugar como este.Winston ap
CAPITULO 156: PESADILLA RECURRENTE.Madison llegó a la casa de su padre notando de inmediato lo extraño que estaba todo. La casa, normalmente llena de vida o al menos de música de fondo proveniente del estudio, estaba sumida en un silencio inquietante. Dejó su bolso sobre la mesa del vestíbulo y llamó con voz clara:—¡Papá! ¿Estás en casa?No hubo respuesta. Frunció el ceño y caminó hacia el estudio, el lugar donde siempre lo encontraba cuando trabajaba hasta tarde. La silla de cuero estaba vacía, y la lámpara de escritorio apagada, pero entonces lo recordó: su padre solía salir al jardín a fumar un puro cuando necesitaba despejarse.Se dirigió hacia el patio trasero, pero mientras cruzaba el pasillo, sus pasos se detuvieron. Un murmullo bajo y apremiante alcanzó sus oídos. No estaba solo.. Avanzó con cautela asomándose entre los arbustos.Su padre, de pie frente a un hombre alto con un abrigo oscuro. La discusión entre ellos era cada vez más intensa.—Esto es parte del trato, gobern
Último capítulo