Valeria Ríos creyó haber construido la vida perfecta: una mansión, estabilidad, y un esposo —Esteban Montero— que parecía ser un hombre íntegro. Pero todo se derrumba tras su repentina muerte. Al frente de una empresa que nunca manejó y enfrentando la lectura de un testamento lleno de secretos, Valeria descubre que el amor de su vida era un hombre infiel, corrupto y peligroso. La agenda oculta de Esteban revela no solo sus múltiples amantes, sino también indicios de negocios turbios. Lo que comienza como la lucha de una viuda por mantener a flote el legado de su esposo, pronto se convierte en un torbellino de traiciones, conspiraciones y amenazas. En su camino, Valeria experimenta una transformación radical: de mujer sumisa y complaciente, a una figura fuerte, decidida y capaz de enfrentarse al mundo con la frente en alto. En medio de esa tormenta aparecen dos hombres claves en su vida: Adrián Vega, el abogado leal y enamorado en silencio desde siempre, quien intenta protegerla y guiarla. Armando Martínez, un exmilitar convertido en mafioso, con un pasado oscuro y una personalidad dominante que encenderá en Valeria una pasión prohibida y peligrosa. Mientras los socios de la empresa la vigilan, la familia de Esteban conspira contra ella y la sombra del crimen organizado se cierne sobre su entorno, Valeria deberá decidir qué está dispuesta a sacrificar para sobrevivir… y hasta dónde llega el precio de amar. En un mundo donde las apariencias engañan, el poder seduce y la pasión arde como pólvora, Valeria descubrirá que su mayor enemigo no siempre está afuera, sino en aquello que más desea.
Leer másNo sé cómo terminé en un bar elegante, con música suave y luces doradas. Apenas siento mis piernas. Me dejo caer en la barra y pido un tequila. Lo tomo de un golpe. Luego otro. Y otro más. La quemadura en la garganta es lo único que me recuerda que sigo viva.El cuarto trago me arranca una carcajada amarga.—Otro —le digo al barman con voz quebrada.A mi lado, las miradas de algunos hombres empiezan a volverse incómodas. Siento que me observan como una presa fácil, pero en este momento poco me importa. Estoy rota, cansada, harta.Es entonces cuando lo noto. En una mesa del fondo, un hombre vestido de negro me observa con atención. Su porte es imponente, el rostro tallado en piedra. Tiene esa mirada que parece atravesarlo todo. En algún punto, se levanta y se sienta a mi lado sin pedir permiso.Lo miro, el alcohol me hace hablar más de la cuenta.—Tan guapo… —digo entre risas—, pero con cara de puño.Él no responde. Se limita a mirarme en silencio, con esa expresión seria que parece im
Esa noche en la penumbra de mi habitación saqué la libreta como si fuera una serpiente dormida. Al principio, todo parecía normal: teléfonos de socios, distribuidores… incluso de sus esposas, como si llevara un mapa social de cortesías y negocios. Pero, a medida que avancé las páginas, el trazo de Esteban cambió. Nombres de mujeres. Direcciones. Notas rápidas, sucias, como cicatrices en el papel.“Elena Falcón — fogosa. Repetir.”“Carolina Marchan — muy pegajosa. No llamar de nuevo. Quiere más que sexo. Ojo.”“Laura Chávez (Gerente Distribución HC) — piernas suaves. La mejor… experta. Llamar 1 vez al mes.”“Vendedora sede norte — curvas peligrosas. Excelente en su campo.”Tragué saliva. Pasé páginas con la mano temblando. La lista seguía y seguía. Setenta y nueve. Setenta y nueve. Me ardieron los ojos. Esteban… ¿cuándo? ¿cómo? ¿con quién me casé?Cerré la libreta de golpe. Sentí rabia, una rabia honda que venía de años callados. Me maldije por haber sido tan obediente, tan dócil. L
Adrián y yo fuimos al despacho de Esteban. La oficina aún olía a él: a ese perfume amaderado que tanto me gustaba y que ahora me estrujaba el alma.Adrián cerró la puerta y me miró con seriedad.—Valeria, sabes que no será fácil que te acepten como la nueva CEO de la empresa. Pero tampoco es imposible. Solo tienes que intentarlo.Suspiré y bajé la mirada a mis manos temblorosas.—No sé si podré, Adrián. Yo estudié contabilidad, no administración. Hace años que dejé de trabajar… y la empresa es enorme.Él se acercó, apoyando una mano firme sobre mi hombro.—No estarás sola. Yo te ayudaré en todo. Solo tendrás que supervisar a los gerentes de las fábricas y tiendas, además de tratar con los proveedores. Eres inteligente, Valeria. Sé que puedes.Lo miré con un nudo en la garganta.—Lo voy a intentar. Porque se lo debo a Esteban. Esa empresa era su vida, y no permitiré que caiga en manos equivocadas.Él sonrió con satisfacción.—Eso me gusta. Pero debes estar preparada. Elena no se
Capítulo 2.Después de salir del hospital regresé a casa. Cada paso dentro de la mansión me resultaba extraño, como si la vida se hubiese detenido allí mismo. Las paredes parecían frías, los pasillos más largos de lo normal, y el aire… vacío. Las empleadas se acercaron con sus condolencias, pero yo apenas asentía con la cabeza; no tenía fuerzas para hablar, no tenía ganas de nada. Solo podía pensar en Esteban.Aun así, respiré profundo y marqué el número.—Buenas noches, señora Elena.—¿Por qué me llamas tú? —su voz era dura, cortante—. ¿Dónde está mi Esteban? Ese ingrato desde que se casó contigo nunca más volvió a llamarme.Tragué saliva, sentí que las palabras me pesaban como piedras.—Por eso la llamo. Esteban tuvo un accidente automovilístico esta tarde.Hubo un silencio breve y luego un grito ahogado.—¿Qué? ¿Cómo es posible? ¿Dónde está mi hijo? ¿Por qué me entero hasta ahora? Siempre supe que no servías para nada… voy a tomar un vuelo a Buenos Aires de inmediato.—Lo lamento
Capítulo 1.Han pasado diez años desde que me casé con Esteban Montero. Una década en la que he vivido convencida de que soy la mujer más afortunada del mundo: tengo una hermosa casa, un jardín que es mi refugio, y un esposo que, a mis ojos, siempre ha sido perfecto. Esteban dirige una compañía de armado de autos, con sede principal en Argentina. Su trabajo exige viajes constantes, pero cada regreso suyo me hacía sentir completa.Dejé mi carrera en contaduría a pocos meses de graduarme para dedicarme a él, para ser la esposa que siempre soñé ser. Durante años intentamos tener un hijo… pero no fue posible. Con el tiempo, y gracias a su aparente apoyo, aprendí a aceptar mi destino. Mi vida transcurría entre el cuidado de la casa, mis lecturas de novelas románticas y mi jardín, ese rincón de paz que me enamoró desde que vimos la propiedad: un pequeño estanque rodeado de flores, con un columpio que él mandó poner solo para mí. Ese lugar era mi tesoro, pero una tarde todo aquello se vino d
Último capítulo