Capítulo 130.
POV Valeria
El tiempo tiene un extraño poder: todo lo devora, todo lo cura, todo lo transforma. Han pasado cinco años desde aquella guerra que casi nos arranca la vida, y hoy, al mirar a mi alrededor, apenas puedo reconocer a la mujer que fui entonces.
Estoy en la terraza de la mansión. El sol de la tarde cae dorado sobre el jardín, pintando sombras largas que bailan sobre el césped. El viento me acaricia el rostro con esa tibieza que me recuerda que la calma, al fin, se ha quedado a vivir con nosotros.
Allí, frente a mí, está la escena que nunca me canso de contemplar: Armando jugando con nuestros hijos. Sus carcajadas retumban en el aire, mezcladas con los gritos emocionados de los pequeños. Los trillizos corren como locos, intentando escapar de sus manos fuertes que los persiguen con fingida torpeza.
—¡Atrápenlo, atrápenlo! —grita Antonio, el más travieso, mientras se lanza sobre su padre.
—¡Yo puedo solo! —añade Andrés, aunque enseguida tropieza y termina en brazos de Armando.
Áng