Sebastián Junior, más pequeño la dinastía Ferrari, siempre ha sido consentido su familia, eso por nacer casi dos décadas después de sus hermanos… por eso está acostumbrado a tomar todo lo que quiere sin pedir explicaciones y a que todos acepten sus propuestas sin objetar, es soberbio, orgulloso, machista, engreído, rayando incluso a veces en la crueldad. Cuando se enamoró de Briggitte Well, pensó que podría manipularla como títere, lo que no sabe es que ella a pesar de ser gentil, amorosa, no es una chica trofeo, ella ha tenido que abrirse paso en la vida sin ayuda, y por eso no duda en ir por sus sueños, ser una mujer de éxito y no depender de nadie, además, no está dispuesta a que nadie obstaculice su camino, ni siquiera él a quien ama con locura. Sin embargo, su determinación de ir tras su llevó a Sebastián a tomar una decisión impulsiva, con miras a hacerla pagar por no haber considerado su opinión, termina casándose con su hermanastra convirtiendo su propia vida en un infierno y dándose cuenta de que su locura lo llevó a cometer peor error todos, perder a la mujer que ama, un precio demasiado alto que no está dispuesto a pagar, por eso quiere su segunda oportunidad, aunque ya Briggitte no sea esa chica gentil, amorosa e inocente a quien conoció. Universo Ferrari. Registrada en Safecreative bajo número 2210092278043 fecha 09/10/2022.
Ler maisBrigitte, había estado de viaje por un mes en Milán, por razones de trabajo, durante toda su vida había querido ser modelo y se le presentó esa oportunidad, la cual no quería rechazar.
Con toda la tristeza y el dolor del mundo dejó a su novio en Roma y se subió a un avión que la llevaría hasta allá, él no había estado de acuerdo con esa decisión, de hecho, el día que le informó tuvieron una fuerte discusión.
“—¿Por qué debes ir allí? No quiero que te dediques a eso, a modelo se dedican solo las… —comenzó a decir y ella lo detuvo.
—Cuidado con lo que vas a decir… es un trabajo decente como cualquier otro, tu apreciación es ofensiva, machista e injusta —lo debatió.
—La novia mía no se va a dedicar a ese oficio, por mucho que te parezca un trabajo decente, a mí no y eso es lo que importa —dijo con soberbia.
—Por si no lo sabes, la gente normal en este país y en cualquier otra parte del mundo, debe ganarse el dinero para poder vivir y así me lo ganaré yo —declaró ella con un poco de indignación, sin comprender la actitud del hombre.
—¡¿Y acaso crees que yo no me gano el dinero?! ¿Piensa que mis inversiones en la bolsa, mis negocios es un juego para mí? Si es por dinero, ¡¡Aquí tienes!! —le dijo levantándose, sacando de su cartera varios billetes y tirándoselos en la mesa con violencia—. Te doy lo que necesites, pero me niego a que trabajes y más si es mostrando tu cuerpo como si fueras una z0rra.
Brigitte no sabía que sentir, si rabia, lástima, decepción, porque para ella el hecho de que le colocara el dinero en la mesa es como si la estuviera tratando como una cualquiera, y él fuera su cliente quien le estaba pagando por sus servicios.
—¿Qué decepción contigo Sebas? ¿Crees que todo es dinero? ¿De verdad que piensas eso? —preguntó ella con incredulidad.
—¿Eso no es lo que acabas de decir? ¿Qué la gente normal trabaja para ganar dinero para vivir? —inquirió el hombre alzando las cejas, con una expresión de desdén.
—Sebas, no sé por qué actúas de esta manera, tan cerrado… no había conocido esta faceta de ti… y sinceramente, no sé si me gusta —habló la chica con sinceridad.
Sebastián la vio con los ojos chispeantes del enojo.
—A mí no me gusta lo que estoy viendo de ti… y estoy seguro de no tolerarlo. Se me quitó el apetito.
Se levantó del asiento y tiró los cubiertos en el plato y la servilleta en la mesa con clara actitud hostil, comenzó a caminar hacia la salida, cuando vio que ella se mantenía sentada comiendo, le gritó desde la puerta.
—¿Y tú no piensas levantarte? ¿O es que pretendes que te espere como si fueras una princesa?
Ella se giró y lo vio con una expresión de tristeza.
—A ti se te quitó el apetito, pero a mí no ¡Yo aún tengo hambre! Y no me voy hasta no terminar de comer —habló con firmeza.
—¡¡No pienses que voy a esperarte!!
—¡No te lo estoy pidiendo! —exclamó enfática.
Sebastián salió del restaurante tirando la puerta, mientras ella inclinaba su cabeza, sosteniéndosela entre las manos.
“Esto no está nada bien”, pensó sin poder ocultar su preocupación, pero no iba a ceder, ella necesitaba ir tras sus propios sueños y aunque estaba enamorada de él con todo su corazón, también era bueno hacerle entender que las cosas no siempre podían ser como él quisiera.
Cuando terminó de comer, estaba indecisa, no sabía dónde ir, a casa de su madre estaba descartado, porque para hacerlo debía avisar con anticipación, porque si no su padrastro se molestaba, revisó su cartera y no cargaba suficiente dinero y sus tarjetas estaban en números rojos, suspiró con resignación, porque no tenía otra opción, sino regresar al apartamento que estaba compartiendo con Sebastián desde hacía tres meses.
Esa noche, al llegar al departamento y encontrársela a punto de irse a dormir, sin ni siquiera mirarlo o saludarlo, Sebastián la detuvo.
Se la quería llevar a la cama y en contra de su voluntad, la llevó.
—¡Desnúdate! —ordenó con firmeza,
—¡No quiero! —exclamó ella, tratando de apartarlo.
—Pero yo sí quiero… tu opinión no importa ¿No se supone que eres mi mujer? Entonces cumple con tu obligación.
Ella terminó cediendo mientras él la lanzaba en la cama, prácticamente le arrancó la ropa y él se desnudó en un segundo y se acostó sobre ella, ese día le hizo el amor como si fuera una prostituta, sin enamorarla, ni caricias previas para seducirla, porque solo buscaba satisfacer sus deseos.
Esa noche de amor entre Brigitte y Sebastián, no fue como las ocurridas en el pasado, se portó horrible, brusco y ella sintió su corazón romperse, pero no pudo quedarse callada y le hizo saber a su novio como se sentía.
—Nunca pensé que me ofenderías y me humillarías de esta manera, y mucho menos que me trataras como si fuera un objeto sexual, una prostituta y… —él lo interrumpió.
—Sabes Briggitte ¿Para qué crees que te tengo aquí conmigo? ¿O acaso pensaste que ibas a venir a vivir a mi apartamento a qué? ¿A tomarnos de manitas como dos noviecitos? —dijo con sarcasmo y ella se quedó viéndolo con dolor—. Sabes cuál es tu problema Briggitte, que debes pisar tierra y dejar de leer esas historias románticas que te llenan de estupideces la cabeza… no hay ningún príncipe azul andante que te venga a rescatar y que pise el suelo por donde pises… y te advierto si vas a ese viaje en Milán, juro que te vas a arrepentir.
—¡No más de lo que tu lo harás! —expresó en el mismo tono.
Aunque él al parecer no la escuchó, porque salió de la habitación, dejándola a ella llena de dolor y con esa sensación de que Sebastián Junior, no era el hombre que creyó.
Se quedó dormida y en la mañana muy temprano, se levantó y se fue de viaje, no se iba a dejar de intimidar”.
Y ahora estaba allí, de regreso en Roma, pero decidió no ir al apartamento que compartía con su novio, aunque necesitaba hablar primero con él, porque necesitaba darle una importante noticia, aunque no creía que ese fuera el momento adecuado para hacerlo.
Las cosas entre ellos no estaban del todo bien, en su mes de ausencia solo hablaron tres veces y no fue para nada cordial, esas conversaciones terminaron en discusiones, por eso decidió ir donde su madre, avisándole previamente que lo haría, porque por supuesto, no tenía derecho a llegar sin avisar.
Solo procuraba quedarse allí pocas veces, porque estaba cansada de discutir con su padrastro y hermanastras... por más que ellos quisieran aparentarle cariño, ella no era tonta y podía percibir cuanto la odiaban, siempre había sido así y a estas alturas no creía que eso cambiara.
La recibió el silencio, pero era denso como si alguna maldad se estuviera fraguando en contra de ella, respiró profundo y caminó a su habitación, no sabía si sentirse preocupada o aliviada, de no encontrar a nadie.
Cuando abrió la puerta de su habitación, pisó un sobre, frunció el ceño, se inclinó y la recogió, lo abrió y allí vio una hermosa tarjeta con letras doradas que decía:
Sebastián Ferrari Estrada Y Franchesca DellaCroce, tienen el gusto de invitarlos a su gran celebración de la boda religiosa en la Basílica di Santa Maria Maggiore.
No podía creer lo que veían sus ojos, estos se nublaron producto de las lágrimas... el hombre que amaba se estaba casando con su hermanastra.
—¡Esto no puede ser! —exclamó mientras sentía como si su corazón se estuviera rompiendo en cientos de pedazos y sus piernas temblar sin poder sostenerse.
«Dejarse llevar por el corazón puede ser el error más grande que puedas cometer. Es verdad que el sentimiento hace que la vida sea mucho más especial, pero también es cierto que puede llevarte a tener más de un accidente y muchos de ellos, dejan cicatrices bien profundas». Autor desconocido.Después de esa pedida de matrimonio mutua y espectacular, tanto Sebastián como Briggitte se abocaron a organizar una grandiosa boda, la previeron para después de tres meses, por varias razones, una porque ambos estaban seguro de que se merecían una boda de ensueño y dos, porque Camil no quería asistir a la ceremonia con una gran barriga a la boda, para su alivio ya habían transcurrido un poco más de un par de meses y había dado a luz dos semanas atrás, por lo cual para la boda que se celebraría en dos semanas ya estaba bien.En cuanto a Flaviana, regresó a sus vidas, sin embargo, se le notaba triste, no era la mujer alegre que había sido apenas unos meses atrás, y ahora estaba en proceso de divorcio, tenía la impresión de que se había enamorado de Brandon, sin embargo, se negaba a hablar del tema y ni Camil ni Briggitte, querían presionarla, quizás ella hablaría cuando estuviera preparada, mientras tanto estaban dispuestas a esperar pacientemente, ese momento. Estaban terminando de v
Los días fueron pasando, Sebastián y Brigitte se alternaban para pasar tiempo Juntos, lo que al final se traducía en que no había una sola noche que la pasaran separados, eso le ganó la burla de Camil, con quien se encontraba en ese momento en la sala de estar de su casa.—¡Si serás idiota Brigg! No vives con Sebastián en un sitio fijo y no te casas porque quieres ir poco a poco, ¿Qué poco a poco? Si todas las noches duermen juntos, pienso que deberías ya formalizar ¿Cuánto meses llevas así? —expresó su amiga mientras ella se quedaba pensativa.—Si, creo que tienes razón, sin embargo —miró a su amiga con preocupación—. ¿Qué haré para que me lo proponga? —interrogó y Camil sonrió.—Dile que vas a regresar, pero sola, que ese no era el sentido de lo que esperabas —ante las palabras de su amiga frunció el ceño.—No sé… ya estoy acostumbrada a dormir con él… sabes que rápidamente uno se acostumbra a lo bueno —dijo con una sonrisa.—Es eso, o seguirás en la misma, sin casarte con el hombre
“Tengo a los hombres rodeando el lugar ¿Le digo que entren?” interrogó Enzo, dispuesto a dar la orden para sacar a la mujer de inmediato, aunque si había aprendido a conocer a Sebastián en sus escasos encuentros, sabía que no aceptaría porque era de quienes le gustaba encargarse el mismo de sus cosas y no se equivocó, así fue.—Gracias por tu ofrecimiento, preferiría encargarme yo mismo, así que puedes perfectamente decirle a tu gente que deje el lugar, yo llego en un momento. Gracias por la ayuda, estoy en deuda contigo.“Sabes que cualquier cosa que necesites, no dudes en pedírmelo, estamos en contacto, te envió la información a tu móvil”, con esas palabras cortó la llamada.—¿Qué pasó? —interrogó Briggitte con los ojos brillantes de emoción. Mientras todos dirigían su mirada a Sebastián en espera de su respuesta. Habían estado preparados para iniciar la búsqueda de Flaviana, pero la intervención de Enzo, hizo agilizar la búsqueda.—Me está enviando la dirección… voy por ella —dijo
El beso que le dio Sebastián, era un beso cargado de mucho amor, de pasión y de felicidad. Él comenzó a acariciar suavemente sus mejillas mientras seguía besándola con desesperación. Su lengua bailaba en perfecta armonía con la suya, llenando todas las esquinas de aquellos labios que sabían a dulce melodía.Brigitte levantó las manos para pasarlas por el cabello de Sebastián, sintiendo el suave pelo entre sus dedos y la profundidad del beso que no parecía tener fin. Él continuaba acariciando su cuerpo, recorriendo cada centímetro de ella como si fuera un lienzo en blanco que estaba dispuesto a llenar de colores.—¡Eres hermosa! Siempre has sido el amor de mi vida —dijo el hombre sin dejar de acariciarla ebrio de amor.—Tú también eres hermoso, te amo Sebas —pronunció ella con una voz ligeramente ronca.Comenzaron una explosión de besos, caricias y contención que iba más allá de las palabras. Poco a poco se acariciaban mutuamente con amor, como si fueran dos almas entrelazadas. Él sabí
Sebastián se quedó observando a Bruno con atención, no es que creyera que Enzo era un santo, desde que lo conoció sabía que el hombre no era una mansa paloma, pero se había dado cuenta de que no torturaba o mataba a la ligera, tenía conciencia de lo que hacía y cuando accionaba en contra de alguien es porque había una razón válida para hacerlo y no lo hacía por capricho, por eso no lo creía capaz de haber provocado el atentado donde murieron las esposas de los gemelos.—Sebastián Ferrari, después de todo no eres tan perfecto cuando solapas a un asesino —expresó el hombre con amargura.—No lo estoy solapando, solo quiero conocer de dónde surge tu acusación.—Mackenzo nos dio todas las pruebas de su culpabilidad —declaró el hombre con convicción.—¿Sabes Bruno? No sé si molestarme o sentir lástima por ti al ser tan ingenuo siendo un hombre de gran experiencia… la palabra de Mackenzo no tiene ningún peso, ninguna validez… no debiste haberle creído, sino investigado por ti mismo… la espec
Ante las palabras de Sebastián, Briggitte se quedó estática, mientras negaba con la cabeza. —¿Quién te llamó? —interrogó con preocupación. —Fue Camil, ella había quedado ir con Flaviana a enfrentarlo y decirle que no te querías casar, pero tu hermanastra se fue sin esperarla… al parecer Brandon hizo cambiar todo y obligó al cura a casarlos, y luego se la llevó —explicó Sebastián. —¡Está loco! ¿Fue capaz de secuestrarla? Me da miedo que quiere hacerle daño… debemos regresar a Roma —dijo Briggitte. No podía con la angustia, Flaviana era la única que siempre había estado para protegerla, lamentó haberla involucrado en todo eso, si la hubiera mantenido al margen el demente, ese no la hubiera raptado, pensó molesta consigo misma. —¿Quién sabe dónde la llevó? ¿Cómo es posible? Sebas debemos a hacer algo para ayudarla —dijo con preocupación mirando a Sebastián con una mezcla de incredulidad y desesperación, ella había comprendido rápidamente que él no iba a dejar ir a Flaviana tan fácilm
Último capítulo