Poison Apple es uno de los burdeles de la ciudad. Allí Bianka es vendida por su madrastra a un hombre desconocido, solo que él no cuenta toda su verdad. Ella será su sirvienta pero también la de sus seis hermanos. Era simple, lavar, limpiar y cocinar para siete hombre, pero todo se complica cuando empieza a desearlos en secreto.
Leer másDesperté por unos ruidos extraños. Ya no estaba en el sillón, sino en mi cama. Mi pequeña habitación estaba totalmente a oscuras y me puse de pie con cuidado, encendí la luz y observé el hermoso cielo estrellado a través de la ventana. Aquel extraño ruido seguía escuchándose. Me acerqué a la puerta y la abrí con cuidado. ¿Cómo había llegado a la habitación? Alguno de ellos debió haberme subido, mi rostro se calentó de la vergüenza, seguro me encontraron dormida en el sillón. En silencio y tratando de no hacer ruido caminé a través del pasillo oscuro siguiendo aquel ruido. A medida que me acercaba se iba volviendo más claro. Era la voz de una mujer. Cuando estuve cerca a la tercera puerta, me detuve abruptamente. —¡Oh, dios, si, Autros! —gimió una voz femenina. —Mierda —susurré por lo bajo. «Vamos, Bianka, date la vuelta ahora mismo y vuelve a tu cama.» Mis malditos pies se movieron por si solos. Y me acerqué más a la habitación. La puerta estaba abierta. «No, esto no está bien
Cuando puse un pie en la cocina las manos comenzaron a temblarme y me detuve en la puerta. El lugar estaba lleno de fragancias reconfortantes, pero para mí, también estaba cargada de expectativas y ansiedad. Fue entonces cuando Elais pasó por mi lado con una sonrisa cálida, se adentró en la cocina y luego se giró hacia mí. Sus ojos ambles reflejaban comprensión y empatía mientras me observaba.—No te preocupes —me dijo—. En aquella libreta están anotadas todas las preferencias de mis hermanos, ya tendrás tiempo de leerlas, por ahora voy a echarte una mano con el desayuno.Observé la pequeña libreta que descansaba encima de una enorme nevera y solté un suspiro de resignación. Tenía mucho que aprender.—Gerión solo come dos huevos hervidos y tres tostadas con un vaso de café —comenzó a explicarme mientras se colocaba un delantal de color negro para proteger su ropa—. Austros suele tomar solo un vaso de leche y salir como alma que lleva el diablo, pero hoy dijo que iba a descansar, así
Me quedé quieta, sin mover un músculo mientras los siete pares de ojos me detallaban de pies a cabeza. Me sentí abrumada por la sorpresa. La imagen que había creado en mi mente de un hombre al que ayudaría con las tareas domésticas, se desvaneció ante la realidad de siete hombres de diversas edades y personalidades esperándome en el salón. Mi corazón latía acelerado y cerré mis manos en puños intentando controlar el miedo. Ellos se mantuvieron en silencio y yo me preparé para en cualquier momento llamar a Delle y pedirle que fuera por mí. Aquello no era parte del trato, se suponía que solo trabajaría para Austros.¿Cómo iba a sobrevivir conviviendo con siete hombres? Mi cuerpo comenzaba a traicionarme y un ligero temblor casi imperceptible subió por mi espalda hasta mi cabeza. Tomé una profunda respiración e intenté aparentar calma. Finalmente ellos terminaron de observarme y uno se puso de pie. Di un paso hacia atrás por reflejo cuando lo vi con intenciones de acercarse a mí.Era en
Había un hombre extraño visitando el burdel.Toda mi vida había vivido escondida entre los pasillos del Poison Apple, como un fantasma que recorría los salones, oculta ante todos los hombres que visitaban este lugar en busca del placer. Solía escaparme de mi habitación y mirar a los grandes magnates que disfrutaban de la compañía de las chicas o entraba a los camerinos y las ayudaba a ellas a prepararse mientras escuchaba los relatos sobre sus encuentros cada noche: algunos eran magistrales, otros algo traumantes. Crecí en este lugar junto a mi madrastra. Luego de que mi madre falleciera cuando aún era pequeña, mi padre se casó con Delle, una de las mujeres más influyentes de la ciudad y luego de algunos años, él también falleció. Así que Delle se encargó de mi educación y de que nunca me faltase nada.Solo debía cumplir una simple regla: Los clientes del Poison Apple no debían verme, ni saber de mi existencia.Pero esa tarde, el ambiente del burdel era totalmente diferente.Ni siquie