«¿Alguna vez te preguntaste cómo caminarías luego de haber pasado la noche con siete hombres?»
Lo más probable es que esa idea nunca pasase por la cabeza de una persona común y corriente. Porque vamos...
¿Una mujer y siete hombres?
Solo alguien como yo podía encontrarle sentido a lo que estaba viviendo y a lo que mi cabeza y corazón quería. Cuando abrí los ojos y los vi a todos allí conmigo supe que no existía otro lugar en el mundo en el que quisiera estar.
Intenté moverme y un dolor agudo recorrió mis músculos. Cada centímetro de mi cuerpo protestaba: las caderas por el uso brutal de Balios, las muñecas por las ataduras de Deimos, el interior de mis muslos por la barba de Austros. Hasta la lengua me dolía.
«¿Cuántas veces la había mordido para no gritar?»
—Parece que alguien finalmente despertó —Gerión murmuró contra mi hombro, su voz áspera por el sueño.
Intenté responder, pero solo salió un gemido cuando intenté sentarme. Las piernas me temblaron como un cervatillo recién naci