Mundo ficciónIniciar sesiónAysun, una joven campesina, nunca imaginó que su vida terminaría unida a la de Serhan Demir, uno de los hombres más temidos y poderosos del bajo mundo de Turquía. Él era el prometido de su prima, hasta que una traición imperdonable lo llevó a romper el compromiso y a jurar venganza contra la familia entera. Él decide que ella será su esposa y piensa devolverle su lugar dentro del mundo de la mafia, del cual, el padre de Aysun huyó años atrás.
Leer másSerhan fue traicionado por su prometida, sus celos y deseos de venganza lo llevaron a tomar una alocada decisión, obligar a la prima de su traidora ex prometida a casarse con él, a pesar de que no se conocían. Siendo un poderoso hombre de la mafia, nadie pudo hacerle frente y negarle su deseo de convertir a la inocente Aysun en la novia sustituta.
*** La tensión se sentía en toda la casa de los Boran, una pequeña familia de la mafia que estaba en decadencia. Para el colmo de males, Leyla, quién había sido la esperanza de salvación de la familia, había huido con un amante y abandonado a su prometido, Serhan Demir, el heredero del más imponente mafioso de Estambul. Kemal, el jefe de la familia Boran y padre de Leyla, estaba en la sala con su hijo Nabut, se encontraban de pie. Serhan, el heredero de la mafia, acababa de llegar, había ido a hacerles una desagradable visita. —Eh, señor, desea sentarse. —dijo Kemal con una voz temblorosa. Serhan tenía el ceño fruncido, se sentó en una silla que estaba junto a una mesa auxiliar, puso las manos sobre esta y comenzó a tamborear sobre la superficie. Sus ojos, fríos como el acero no dejaban de fijarse en los dos hombres que con los gestos de su rostro pedían clemencia, parecían un par de cucarachas que él podría aplastar si se le daba la gana: ellos eran padre y él hermano de su prometida que había huido con otro hombre. —¿Deseas un té? —Preguntó Kemal. Arriba de las escaleras, estaban escondidas oyendo todo, Aysun y su tía Sefiye, la esposa de Kemal, la esposa de Kemal, la mujer estaba muy afligida, temiendo por él futuro de su familia, sabía cuán cruel podría llegar a ser Sehan Demir, no por nada conservaba el liderazgo a pesar de que en su familia, habían otros hombres poderosos que podrían dirigir los negocios, pero él se imponía y todos los respetaban. Pero había sido traicionado por la mujer que amaba, eso le restaba honor. —¿Qué vamos a hacer? —Susurró la tía—. Ese hombre nos va a matar a todos. —Eso no va a suceder. —agregó la joven con una voz suave. —Parece que no lo conoces. —Lo conozco, pero debe existir alguna solución a este embrollo. Mientras tanto abajo en la sala. —Me traicionaste —dijo Serhan, su voz retumbó en la sala, profunda, cargada de ira contenida—. ¡Me prometiste a tu hija Leyla, pero ella me deshonró y se fue con otro hombre! Kemal tragó saliva, inclinando la cabeza con sumisión. —Serhan, fue un error de juventud, nada más. Leyla es una muchacha… caprichosa, sí, pero podemos arreglarlo. No queremos enemistarnos con ustedes. Serhan golpeó la mesa con fuerza, haciendo temblar los adornos de cristal. —¿Arreglarlo? ¡Esa mujer jugó conmigo! Me hizo creer en una unión, en un pacto de sangre, y se rió en mi cara. Ustedes me deben dinero, me deben territorios… y ahora me deben el honor. Nabut, con voz temblorosa, intervino: —Por favor… si nos da tiempo, podremos reunir lo que falta. Le devolveremos cada moneda. Le ruego, Serhan, no condene a toda la familia por los errores de Leyla. Él sonrió con ironía, pero en sus ojos brillaba un rencor oscuro. —El dinero se recupera. El poder se gana y se pierde. Pero la traición… esa se paga con sangre. El silencio se volvió insoportable. Kemal y Nabut se miraron entre sí, pálidos, creyendo que Serhan iba a ordenar su ejecución en cualquier momento. Aysun oyó esas palabras, entonces se levantó de dónde estaba, la tía Sefiye intentó detenerla. —¿Qué vas a hacer? —Hablaré con él, no permitiré que nos mate. Se dirigió hacia las escaleras y bajó a la sala. Serhan se quedó mirándola con ojos penetrantes, era una mujer joven, baja de estatura, con él cabello largo, oscuro y con ondas suaves que le daban calidez a su rostro hermoso. Ella se acercó con los hombros erguidos, como si el miedo no pudiera reinar en su cuerpo. —¿Por qué piensas hacernos pagar a todos por el mal que hizo una mujer? —Todos ustedes son sus cómplices. —Pues está siendo muy injusto, en esta familia hay mujeres inocentes y niños, ¿nos asesinará a todos por despecho? ¿Así de cobarde es el grandioso jefe de la familia Demir? Serhan endureció su expresión aún más y se puso de pie. —¿En esta familia las mujeres acostumbran a ofenderme? Kemal preocupado intervino y agarró a Aysun. —No oiga sus palabras señor Serhan, ella es imprudente, se crió en el campo, sólo es una hija recogida de mi hermano que en paz descanse. Váyase a su habitación Aysun, y mantén la boca cerrada. —No me iré hasta que este hombre entienda que no todos debemos pagar por lo que hizo mi prima. —Te dije que te vayas a tu habitación. —No. Plafff Kemal levantó el puño y le dio un golpe en la cara a Aysun, por toda la sala se oyó el grito involuntario que salió de su garganta, su cuerpo perdió el equilibrio y cayó al suelo. Aysun comenzó a llorar. —No tienes derecho a golpearme. —Lárgate a tu habitación antes que te eche a la calle. Serhan se quedó observando a la mujer, nunca la había mirado con detenimiento. Tenía el cabello largo y oscuro, con ondas suaves, su piel tostada la hacía diferente a las demás mujer de la ciudad, sabía que ella acababa de llegar apenas hacía algunas semanas de la provincia de Ankara, allí vivía en un pueblo. —La tía Sefiye no se contuvo y bajó corriendo las escaleras, auxilió a la joven. —Vamos arriba para curarte el rostro Nabut agregó: —Perdón señor, ella solo es la hija de mi tío Yusuf, es huérfana, mamá la trajo para que estudie la universidad, pero ella… —¿Es la hija del grandioso Yusuf Boran? —Sí. —Entonces es la verdadera heredera de los Boran. Kemal tensó la cara, luego respondió: —Sí, bueno, ella no quiere saber nada de los negocios de la familia, creció en el campo, lejos de todos, ya sabes que Yufus se alejó de los negocios por amor a una mujer. Pero esa joven no quiere saber nada de nuestros negocios. —¿No quiere? ¿O no la han dejado prepararse para heredar lo que le corresponde? —No señor, ella quiere que nos alejemos de los negocios como lo hizo su padre, se lo ha pasado convenciendo a las mujeres de esta casa que nos hagan reproches por los negocios que tenemos. —¿Por qué se rehúsa a su destino? Nadie debería renunciar a su herencia familiar. —Nabut agregó: —Es que se crió en el campo, sólo sabe criar cabras y cultivar viñedos, es una campesina sin conocimiento de negocios. Serhan puso una maliciosa sonrisa, aunque no cambió la frialdad de su mirada. Se sentó de nuevo en la silla, el par de hombres se sentaron en el sofá. Serhan entrelazó los dedos de sus manos. —Leyla me habló mal de su prima, no la quiere, creo que se sentía desplazada con su presencia. —Mi hija jamás fue desplazada. Se desplazó ella misma. —agregó su padre—. Ahora estamos en problemas con usted. —Se me acaba de ocurrir una posible solución —dijo despacio, saboreando cada palabra—, tal vez haya otra manera de cobrar mi deuda. Kemal y Nabut lo miraron con desconcierto, pero con ojos esperanzados. —Lo que sea —se apresuró el tío—. Díganos qué quiere y lo tendrá. Serhan se quedó en silencio unos segundos, y luego pronunció lo inesperado: —Quiero que Aysun se convierta en mi esposa. Kemal abrió los ojos de par en par, incapaz de ocultar su sorpresa. —¿Aysun? Pero… ella no… —Ella es su sangre —interrumpió Serhan, con un gesto autoritario—. No me importa si la tratan como sirvienta o si no está acostumbrada a estas negociaciones. Será mi esposa. Con ella sellaremos el pacto. Y con ella saldaré la deuda que dejaron. El tío tragó saliva, sudoroso, intentando ganar tiempo. —Serhan, piense bien… usted ama a Leyla, puede perdonar la, es más adecuada, ella siempre fue criada para… —¡Leyla me traicionó! —rugió él, levantándose de golpe. Su voz resonó como un trueno en el salón—. No volveré a manchar mi nombre con esa mujerzuela. Quiero a Aysun, mañana vendré en la noche a finiquitar el compromiso. Es eso, o prepárense para enterrar a su familia junto a las ruinas de su casa. El silencio posterior fue tan hondo que solo se escuchaba el tic-tac de un reloj antiguo en la pared. Los hombres derrotados, bajaron la cabeza. Serhan sabía que había ganado. Se puso de pie y los miró con ojos aplastantes. —La boda será pronto. Y ella aprenderá a ser una Demir… lo quiera o no. Se marchó de la casa de los Boran. Nabut se agarró la barbilla. —Ahora qué vamos a hacer papá, no se supone qué le entregué si a la princesita campesina, ella podría traicionar a la familia si se enamora de él. —Podria descubrir toda la verdad, eso sería peligroso. —Ella no imagina que le entregaste a su padre a los enemigos. —Jamás debe saberlo, ese sería mi fin. —Tienes alguna idea? —No tenemos de otra, debemos dejar que Serhan la haga su esposa. Todo esto es por culpa de la imprudencia de tu hermana. —Es mejor ser cariñosos y amigables con Aysun de ahora en adelante, hay que ser su familia, de seguro ella siente rechazo hacia Serhan, debemos aprovechar eso y hacer que lo deteste aún más, ya que le gusta jugar a la heroína, démosle razones para defendernos y le de dolores de cabeza al jefecito.La arrastró por el corredor; la luz cambiaba, los rostros de los hombres que cuidaban aquel lugar parecían tener sus rostros duros como el hierro. Ella miró una última vez el sótano: Mert temblaba en la silla, los ojos fijos en ella, sin poder decir nada. En la piel de Aysun se dibujó una certeza terrible: aquel no era un traslado para reparar una ofensa. Era un juicio cuyo veredicto él ya había decidido pronunciar.El viaje hasta el vehículo fue frío y silencioso. Aysun clavó los dedos en su blusa, tratando de retener algo que ni ella misma sabía nombrar. Serhan permanecía en silencio, con la mandíbula apretada.Salieron del edificio, Aysun estaba temblando por dentro, le daba horror solo de imaginar la ejecución de Mert. Algo debía hacer para impedirlo, pero no sabía cómo, no conocía a Serhan, nada podía darle ventaja ni ideas para detenerlo.Él abrió la puerta del auto, sin mirarla esperó que ella subiera. Antes de subir al auto, ella se detuvo frente a él.—¿De verdad piensas lle
Él auto se detuvo frente a un edificio en la zona industrial del puerto de Estambul, cerca de los astilleros. El chófer le abrió la puerta del auto a Aysun, ella bajó y miró las fachadas del viejo edificio.Karahan SteelDecía en inmensas letras metálicas con un fondo rojo. Era la fábrica de función de piezas metálicas para exportación, la cual pertenecía a la familia Demir desde varias generaciones atrás. En realidad dicha fábrica era la fachada de un negocio ilegal de fabricación y tráfico de armas y otros componentes de guerra que eran distribuidos en el Oriente Medio.Los hombres llevaron a Aysun adentro. Primero había mucho ruido, de los cortes de las piezas metálicas, las soldaduras y martillazos. Pero después entraron a un área aislada, donde habían oficinas. El corredor estaba frío tan denso que Aysun podía escuchar el roce de su propia respiración. Los hombres que la escoltaban caminaban a su lado sin pronunciar palabra, con el rostro impenetrable y las manos firmes sobre l
—No era a ti a quien seguía, tú no estabas en el plan. —dijo Mert.—No te creo, Aylen era mi prometida, la trajiste muchas veces a mi casa.El Alacrán regresó tras el llamado de Serhan y encendió el mechero. Una llama azul iluminó la estancia. El calor se sintió de inmediato, mezclado con el olor agrio del gas. Él hombre se rio mirando a Mert.—No tienes salvación amigo.—Dime —prosiguió Serhan, sin alzar la voz—. ¿Quién te envió? ¿Qué tanto saben de mí?Mert respiraba con dificultad. El sudor le caía por la frente.—Nada.Serhan sonrió, una sonrisa lenta y helada.—¿Ella se acostó contigo? ¿Fingiste quererla para sacarle información?—La amo —dijo Mert—. Le juro que jamás le pregunté nada, Aysun…—No pronuncies su nombre.Ese fue el límite. En un segundo, Serhan lo tomó del cuello y lo empujó hacia atrás con tal fuerza que la silla se tambaleó. Su rostro se endureció; ya no había control, solo furia contenida.—¡No vuelvas a decir su nombre! ella es la señora Demir.Lo soltó de golpe
Aysun observaba el rostro de Mert al otro lado de la mesa. El café se había enfriado entre ambos. El bullicio del restaurante contrastaba con el silencio pesado que se había instalado entre ellos. Mert rompió el silencio.—No tienes que volver ahí —murmuró Mert, con los puños apretados sobre la mesa—. Ese hombre no te ama y tú tampoco lo amas a él.—No es tan simple, Mert.—Sí lo es. Podemos irnos esta noche. Tengo todo listo. Pasaportes, dinero… —su voz se quebró—. No puedo dejarte en manos de ese monstruo.Aysun tragó saliva, conteniendo las lágrimas. Sentía que cada palabra suya le abría una herida más profunda.—No digas eso. No entiendes lo que dices.Mert se inclinó hacia ella, desesperado.—¡Claro que lo entiendo! ese hombre va a destruirteElla se puso de pie con lentitud. Su silla rozó el suelo.—Lo siento Mert, no voy a huir contigo.Él intentó tomarle la mano, pero ella la retiró antes de que la alcanzara.—Por favor, no hagas esto…Aysun respiró hondo, con el corazón apret
El corazón de Aysun latía tan rápido que apenas podía respirar. Había logrado escapar. Durante una hora de clase, con la esperanza de que nadie la siguiera. Ahora estaba allí, en el pequeño restaurante donde la esperaba Mert.El local olía a pan recién hecho y a café. Era modesto, pero cálido. La madre de Mert atendía detrás del mostrador, y al verla entrar, le dedicó una sonrisa amable y salió a darle un abrazo.—¿Cómo estás hija? —Bien, gracias. —Le había preguntado a Mert por qué no habías vuelto.—Es que he estado ocupada con exámenes de la universidad. —Miró a Mert, la mujer no sabía nada de la boda de Aysun con Serhan.Ella y Mert se sentaron en una mesa, desde la calle, El alacrán podía verlos a atreves del vidrio de las ventanas.—Pensé que no vendrías.Ella bajó la mirada, nerviosa.—Fue difícil salir… él tiene hombres que van conmigo a todas partes.Mert apretó los puños, conteniendo la rabia.—No puede seguir tratándote así. No eres su prisionera, Aysun —le agarró las man
Un nuevo amanecer llegó cubierto de una niebla espesa, el invierno se acercaba cada vez más. Aysun despertó con el corazón acelerado, recordando cada palabra de la conversación con Mert. Apenas pudo dormir algunas horas.Se propuso a actuar con naturalidad delante de todos, aunque sentía que Serhan podía leer sus pensamientos, el temor a que algo malo pudiese ocurrir le hacía sentir así.Eligió una blusa sencilla, sin colores llamativos, y recogió su cabello en una trenza baja. Quería parecer tranquila, invisible. Luego cubrió su cabello con una seda color azul.Al bajar a la planta principal, el aire de la casa estaba impregnado de ese silencio tenso que siempre precedía la aparición de Feride.La matriarca estaba sentada en el salón, tomando su té con gesto severo, rodeada de las empleadas que aguardaban sus órdenes.Cuando Aysun pasó frente a ella, la mirada de la anciana la detuvo en seco.—¿A dónde vas? —preguntó con voz firme, sin apartar la taza de los labios.—A la universidad





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