El corazón de Aysun latía tan rápido que apenas podía respirar. Había logrado escapar. Durante una hora de clase, con la esperanza de que nadie la siguiera. Ahora estaba allí, en el pequeño restaurante donde la esperaba Mert.
El local olía a pan recién hecho y a café. Era modesto, pero cálido. La madre de Mert atendía detrás del mostrador, y al verla entrar, le dedicó una sonrisa amable y salió a darle un abrazo.
—¿Cómo estás hija?
—Bien, gracias. —Le había preguntado a Mert por qué no habías vuelto.
—Es que he estado ocupada con exámenes de la universidad. —Miró a Mert, la mujer no sabía nada de la boda de Aysun con Serhan.
Ella y Mert se sentaron en una mesa, desde la calle, El alacrán podía verlos a atreves del vidrio de las ventanas.
—Pensé que no vendrías.
Ella bajó la mirada, nerviosa.
—Fue difícil salir… él tiene hombres que van conmigo a todas partes.
Mert apretó los puños, conteniendo la rabia.
—No puede seguir tratándote así. No eres su prisionera, Aysun —le agarró las man