Aysun observaba el rostro de Mert al otro lado de la mesa. El café se había enfriado entre ambos. El bullicio del restaurante contrastaba con el silencio pesado que se había instalado entre ellos. Mert rompió el silencio.
—No tienes que volver ahí —murmuró Mert, con los puños apretados sobre la mesa—. Ese hombre no te ama y tú tampoco lo amas a él.
—No es tan simple, Mert.
—Sí lo es. Podemos irnos esta noche. Tengo todo listo. Pasaportes, dinero… —su voz se quebró—. No puedo dejarte en manos de ese monstruo.
Aysun tragó saliva, conteniendo las lágrimas. Sentía que cada palabra suya le abría una herida más profunda.
—No digas eso. No entiendes lo que dices.
Mert se inclinó hacia ella, desesperado.
—¡Claro que lo entiendo! ese hombre va a destruirte
Ella se puso de pie con lentitud. Su silla rozó el suelo.
—Lo siento Mert, no voy a huir contigo.
Él intentó tomarle la mano, pero ella la retiró antes de que la alcanzara.
—Por favor, no hagas esto…
Aysun respiró hondo, con el corazón apret