Julieta
Desde que llegó Eva, no volvimos a los tuneles, y cuando le pregunté a Octavio si íbamos a regresar, él solo me decía que el jefe quería asegurarse de que fuera completamente seguro.
A decir verdad, jamás imaginé que me iba a topar con un lugar tan extraño, era difícil de explicar. El lugar me llamaba, casi pensé que iba a decir mi nombre. Me moría por saber más. Llámenlo curiosidad científica.
Sin embargo, había buenas noticias. La primera es que Damián se había mantenido lejos, como si hiciera todo lo posible por no verme. Me lo encontraba de vez en cuando, observándome, como si con su mirada fuera a desaparecerme. O asegurandose de que yo estaba cumpliendo sus muy rigurosas reglas:
No merodear por ahí.
No salir a Ciudad Ónix sola.
No acercarme a los túneles bajo ningún concepto.
Y, por último, estar siempre acompañada de Octavio.
Esa era la opción que menos me agradaba. No porque no me cayera bien el beta, todo lo contrario. Pasada la primera impresión del efecto de su extr