Eva
—Ella es Eva, Ilustre guerrera de Su Majestad, el Rey —dijo Damián. Estaba diferente, había algo en él que no terminaba de entender qué era. Estaba frente al grupo con quienes trabajaría, sin embargo, había dos que no conocía: una chica humana y un hombre lobo que... por la Diosa, me provocaba todas las malas intenciones y todas las buenas ideas.
Era alto, rubio, su piel ligeramente besada por el sol, unos ojos verdes que se enfocaban en mí y una boca perfecta que ahora estaba entreabierta, sorprendido de verme. Llevaba ropa casual, como si quisiera esconder toda esa belleza que, sin duda, tenía debajo. Era el tipo de hombre por el que una vampira agradecía tener ojos. Simplemente delicioso.
—¡Bienvenida!
—¡Norita! ¡Cómo has crecido! Me olvidaba que los humanos crecían más rápido. Eres toda una guerrera. Me encantaría que entrenáramos juntas.
—Sería un placer, Eva —dijo ella, honrada. Me encantaba esa chica.
—Eva —dijo Ágata, y yo hice una reverencia. Después de la batalla final