El fin la era Keller se acerca, el alfa Ramsés, el último rey las tierras agrestes, no ha tenido un heredero. Durante muchos años ha buscado a su loba destinada y no la halla, Ramsés Keller, un alfa acostumbrado a que se hiciera lo que él ordenaba, no desea tener una relación con cualquiera loba a lo que se aventura a ir más allá de su territorio. Milenka Müller, una joven loba, con 18 años, es engañada por su hermana gemela, esta tiene un plan para desprestigiarla, pero ella no lo sabe, esa noche de celebración es drogada y entregada a un lobo desconocido, donde pierde su virginidad. Angustiada al día siguiente abandona la suite y regresa a su hogar. Sin saber que a partir de ese día su vida cambiaría para siempre. Cinco años después el Alfa Supremo tiene un sueño recurrente, el que ha tenido en los últimos cinco años, el aullido de un cachorro lo hace despertar, pero no es su heredero, es alguien más, pero sabe que también es parte de su sangre. Su olfato no le falla y debe encontrar la fuente de dicho lamento. Siente que es de vida o muerte. Milenka, regresa a la isla convertida en una de las mejores chefs del mundo, dueña de innumerables restaurantes, a lo largo del mundo, ha regresado a recuperar a su hijo, primero debe saber dónde está su hermana para poder dar con el paradero de su bebé, ella debe vengar su secuestro y recuperarlo. Aunque tenga que enfrentarse a quien sea. Ambos están unidos por la sangre, ella fue marcada por el Alfa y él tiene a su cachorro. ¿Qué pasará cuando estén frente a frente, podrá aquello que pasó entre los dos, volver a resurgir y qué pasará con la gemela usurpadora?
Leer másCapítulo 1. Noche de celebración
Milenka Müller
El cuerpo de la joven loba, ardía en llamas, era lo que sentía Milenka. No se acordaba cuando fue la última vez que había visto a su hermana y ya se quería regresar a su casa, pues se empezaba a sentir verdaderamente mal. Algo estaba muy raro, porque se encontraba en una habitación extraña, acostada en una cama inmensa, y no sabía cómo había llegado ahí. Cerró los ojos e intentó, con todas sus fuerzas, moverse, aunque fuera un poco.
– ¿Qué intentas hacer?
Al escuchar la potente voz del hombre que estaba acostada a su lado y que no notó cuando abrió los ojos, giró su cabeza y lo vio de frente. La cara del hombre se le quedó grabada en la mente, era hermoso y tenía un aura dominante. Poco podía hacer ella delante de este ser formidable. Pero dejó de pensar por un segundo en él y habló de lo que más le estaba preocupando en realidad.
–No sé quién eres y necesito ir a casa. Mis padres estarán preocupados si no llego a tiempo.
El hombre se había encaprichado con la chica y se juró que no la iba a dejar ir hasta que se saciara de ella, y a pesar de que ya habían pasado varias sesiones de intenso enlace, no dejaba de desearla, todavía no tenía suficiente de ella, el deseo lo consumía cada vez que la miraba durmiendo a su lado.
–Ahora me perteneces preciosa, y aún no he acabado contigo.
El hombre se abalanzó sobre la tierna joven, y la besó como antes lo había hecho, sin que ella lo evitara, respondió al ardiente beso, pensando que eso ya había pasado antes, porque reconoció su sabor, Milenka llevó sus manos al pelo espeso del hombre y metió sus dedos en la cabellera para poder acercarse más a él.
Un fuego ardiente corría por sus venas, pero no se sentía mal, al contrario, por su mente pasó la loca idea de que estaba hecha para eso. La sensación de estar en las nubes, se sentía tan real, tan exuberante, como algo único, y ella no era nadie para perderse de esos encantos del fornido hombre. Los gemidos y suspiros no se hicieron esperar, pues se empezaron a escuchar en toda la habitación.
–Hazme tuya, te pertenezco solo a ti.
Él había sido sutil la primera vez que la poseyó, pero una vez que rompió esa barrera, las demás veces había sido salvaje, pero a ella no le incomodó, pues estaba bajo el efecto de una potente droga, de un afrodisiaco que la había hecho resistente a todo.
–Desde luego que eres mía, eres toda mía, pequeña.
Sus labios recorrieron todo el cuerpo de la pequeña loba, la pasión ardiente comenzó de nuevo a avasallarlos, necesitaban con desesperación acabar con el fuego líquido que amenazaba con consumirlos. En la cama se estaban reconociendo dos cuerpos, dos almas y ellos mismos no sabían el poder que estaba desatando esa unión.
–Me gusta lo que me haces sentir.
Milenka no se reconocía, no sabía de donde había salido esa voz llena de lujuria, de deseo y que imploraba que la hiciera suya. Ya no sabía si lo que decía estaba mal o bien, ella solo quería seguir sintiendo todo lo que ese hombre le producía, era algo nuevo para ella y le gustaba demasiado.
–Tú también me haces sentir demasiado, no sé qué me has hecho, pero no quiero pararme a averiguar, eres mi bruja preferida, tu hechizo ha funcionado a la perfección.
Ella había pensado lo mismo, que él la había hechizado y por eso se estaba comportando de esa manera tan abierta, que no le daba miedo estar en sus fuertes brazos, como si lo que le habían advertido sus padres no valiera nada. Definitivamente, era otra persona en los brazos de ese hombre y no se arrepentía de lo que estaba haciendo.
– ¡Tócame!
Como movido por la magia de sus palabras, él comenzó a buscar sus piernas y poco a poco las fue separando, estaban cegados por la pasión y tenían que calmar esa sed que cada uno tenía del otro. La volvió a hacer suya y en medio de su creciente pasión solo necesitaba sellar esa unión.
–Dame tu cuello.
Le dijo como si nada, él ya había decidido que ella sería la madre de su hijo, de su heredero, la que lo cautivó en cuanto sus miradas se cruzaron. No había vuelta atrás, ella era la indicada, su loba destinada, por lo tanto, sería marcada, y completaría en enlace cuando se unieran en matrimonio.
– ¿Cómo?
En cuanto las palabras salieron de sus labios, su cuello se arqueó hacia el hombre, era como si el embrujo que él había hecho estuviera dando resultados, no podía hacer más que obedecer. Milenka estaba bajo el efecto del poder de un hombre posesivo. No le quedó más remedio que entregar su alma y su cuerpo cuando él se lo pidió.
Bajando su boca hacía el cuello blanco y tierno de la joven loba, él mordió la suave piel, estaba dejando su marca en ella, así nadie más la podía reclamar como suya. Y estaba seguro de haber dejado sembrada su semilla en ella, había encontrado lo que tanto buscaba, a su luna y engendrado a su heredero.
Sintió como los colmillos se clavaban en su piel, emitió un aullido ronco que solo se escuchó en la habitación, era una loba joven, apenas experimentado lo que había considerado que pasaría cuando encontrara a su lobo destinado, aquello no tenía nada que ver con lo que se decía que pasaría, eso había sido la consumación de una pasión desmedida que había nacido de los dos.
–Ahora eres mía, estás marcada por mis colmillos y no serás de nadie más, he dejado mi huella en ti.
Limpió el líquido vital de sus labios, bebió todo lo que había querido y se enlazó con la tierna loba, y supo que ella era su loba destinada, nunca nadie antes le había llamado la atención de esa forma, las demás lobas habían sido solo para el disfrute de sus actos carnales. Esta era diferente, la que la Diosa Luna tenía destinada para él.
–No tengo a nadie más.
Milenka miró a los ojos del hombre, eran rojos como una llamarada, era inconfundible que se trataba de un lobo poderoso, dominante y salvaje, pero ella nunca había escuchado hablar de él. Ni siquiera en las noticias que llegaban hasta su manada.
–Lo sé, yo soy el único que puede poseer tu cuerpo, porque yo te he hecho mujer. De ahora en adelante solo responderás a mí.
El hombre la abrazó y los dos pronto encontraron el descanso que se merecían, después de haber llegado al punto máximo de su unión. Muy temprano en la mañana, Milenka se dio cuenta de que en algún momento de la noche el sujeto la había dejado libre, por lo que aprovechó y se vistió con las ropas que encontró tiradas en el piso y decidió salir de la habitación sin hacer ruido. Tendría que buscar a su hermana, no podía llegar sola a la casa.
Ella miró por última vez hacia la cama donde se encontraba el hombre que la había convertido en mujer, no pensaba que lo volvería ver en su vida, después de esto, no creía que sus padres la dejaran salir de nuevo, por lo que sonrió y se guardaría el secreto en su alma y en su corazón. Se dirigió al balcón y saltó sin ningún miramiento.
Milenka no sabía que le esperaba al llegar a su casa, pero de seguro no sería nada bueno.
Ramsés KellerEl Alfa esperaba paciente el despertar de su amada esposa, habían pasado tres días y ya era el momento de que ella volviera de su luto interno. La necesitaban todos, ella era importante para la comunidad lobuna creciente. Ya era justo que ella volviera de su duelo para que reinara a su lado y al lado de sus hijos.–Amor, sé que me oyes perfectamente, tus hijos están allá afuera esperando por su mamita y desde luego que yo también estoy esperando que abras esos hermosos ojos. Necesito de ti para vivir, para amarte y hasta para respirar, eres mi otra mitad.El alfa no tenía temor a exponer sus sentimientos ante Milenka, sabiendo que la fuerza del amor lo puede todo y que ella iba a sentirse más motivada a volver sabiendo que él nunca se había movido de su lado.–Te amo tanto Ramsés, estaba esperando que vinieras el día de hoy y sabía que no me ibas a fallar.Milenka abrió los ojos y eran tan cristalinos y apacibles que la paz brotaba de ellos, estaba regresando de ese luto
Milenka KellerEl cuerpo de Milenka estaba tendido en la cama, no se podía mover, era como si estuviera en un estado de catalepsia. Ya habían pasado dos días y su condición no cambiaba. Solo podían contemplar su respiración muy pausada, pues seguía con vida y eso al menos era un gran alivio que no hubiera muerto ella también como daño colateral de la muerte de Yulenka.–No se preocupen, ella está procesando todo el dolor que siente al saber que su otra mitad ya no existe, hay que dejarla descansar, todos sus signos vitales están funcionando al cien por ciento. Es cuestión de tiempo para que ella se recupere, algo así como lo que ha ocurrido no es fácil de procesar y toma tiempo hasta para una loba tan poderosa como ella.Ragnar se había encargado de la vigilancia las cuarenta y ocho horas que Milenka llevaba en ese estado. Ni él ni Ramsés se habían separado del lado de la Reina. Era el deber de cada uno, cuidarla y ninguno la dejaría a su suerte, para Ragnar ella era su querida hija y
Ramsés KellerEl Alfa había acabado con el traidor del reino, no pudo tener compasión de él al ver que seguía atacándolo, siempre se iba a defender de cualquiera que intentara dañarlo. Él que había sido más que su amigo, que lo trató como si fuera de su propia sangre. Le había clavado el puñal por la espalda. Por eso él no tuvo piedad para terminar con su vida, si recibió traición por su parte y esa traición se paga con la muerte.A esas personas no se les debía dar ninguna clase de oportunidad, ahora se había terminado el mal de su parte. Ahora le tocaba a la usurpadora, quería destruirla con sus propias manos. Pero era algo que no le correspondía. Esa cuenta la tenía que saldar con Milenka. Después de todo había sido Milenka la que había sufrido lo peor por parte de su hermana y era quien debía ajustar cuentas con ella.–Este es el resultado para quien se atreva a traicionarnos. Nadie que ose con hacerlo puede vivir para contarlo.Ramsés lanzaba esa advertencia, para todo aquel que
Milenka KellerLlegado el medio día levantaron el campamento y se dirigieron al castillo, ya no había vuelta atrás, hoy sería el día del final de los usurpadores. Los guardias de Black Claw, reconocieron de inmediato a sus verdaderos Reyes, no pusieron resistencia y los dejaron pasar.El nuevo ejército de Milenka se alineó al frente del castillo formando una barrera imposible de traspasar, los Alfas estaban listos para atacar si era necesario, ellos llegaban en son de paz, aquel que se resistiera podía morir. Yulenka al escuchar el silencio en el que se había sumido la manada, salió a la puerta encontrándose ese funesto panorama. Usher, que había visto todo, llegó a su lado a advertirle.–Mi reina, han llegado a invadirnos, las puertas no han sido forzadas y han entrado sin que nadie los detuviera. Tenemos que defendernos. Ustedes alinéense ¡Ya!Los pocos miembros de Black Claw que habían quedado, dejaron de hacer sus tareas cotidianas y escucharon el llamado de Usher, tenían las man
Ramsés KellerAl siguiente día de haber abandonado Black Claw, Mildred y Mason, le había llegado el turno a Usher que fuera puesto en libertad. Ya Liam se encontraba en el campamento y ya les había dejado las instrucciones a los miembros de la antigua manada, todos estaban listos y sabían que debían hacer. –Dentro de poco llegará Usher al castillo, tenemos que estar pendientes si Yulenka le cree lo que le vaya a contar. Puede que ella le crea todo o que no le crea nada, la moneda está en el aire.Milenka sabía que lo primero que haría Usher, sería contarle lo que había pasado ese día cuando él salió en busca de Nora. El tiempo espacio en el que se mantuvo encerrado no era algo que se pudiera contar. Era como si estuviera viviendo unos días nada más. Por eso había entrado en desesperación, pues le había parecido muy lento y a la vez lo desubicaba en el espacio. Le podía parecer que esos días fueron eternos y no haber pasado ni veinticuatro horas. Era algo intangible. No tenía en el
Milenka KellerLuego de que Ragnar hablara con Mason, él estaba muy avergonzado de haber creído todo ese tiempo que su prima Milenka era la que siempre atacaba a Yulenka, y que se comportaba de una manera muy déspota con todos los demás. Él se sentía mal por haberse dejado llevar por las mentiras y engaños de Yulenka, pues lo cegó el amor y la buena relación que tanto él como Mildred llevaban con ella desde niños.–Buenas tardes, prima, Reina del consejo de los siete reinos, siento mucho todo el daño que te hemos causado mi hermana y yo. Perdóname por tratarte todo el tiempo de la forma en que te traté.Mason le externó a Milenka sus más sinceras disculpas. Él no quería dejar pasar la oportunidad de disculparse con ella, se sentía muy mal por haberle hecho daño por no conocer las dos versiones de las cosas.–No hay nada que perdonar, primo, sé que todo eso lo hicieron Mildred y tú, por la influencia negativa de mi hermana gemela. Aunque tu hermana ha atentado contra mi esposo, ella ya
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