Julieta
—Creo que ningún padre se había sentido tan orgulloso —sonreía mi padre con lágrimas en los ojos—. No solo hermosa, brillante, fuerte, sino Luna Salvadora. La ciudad entera te espera. Has hecho tanto mi pequeña.
—Papá, basta, que me vas a hacer llorar… ¡y no dejo de hacerlo desde hace días! —respondí intentando contenerme, cuidando mi maquillaje.
—¡Pero es que solo mírate! —indicó señalándome, tomando mi mano, haciéndome dar una vuelta mientras salíamos de mi habitación.
—¡Vaya, hermosa! —indicó Eva mirándome de arriba abajo con evidente apreciación—. No sabía que tenías esas curvas, Cerebrito. Definitivamente todas las Lunas tienen lo suyo. Toda una belleza… —dijo con una sonrisita. Nora me hacía señas de que deslumbraba y me lanzaba besos.
Me había colocado los anillos que me dio mi mate, y en mi cuello cargaba una de las piedras de mi madre, las piedras que nos salvaron. El resto de mi atuendo era sencillo; era un gran evento, pero Damián y yo éramos fieles a nuestros orí