JulietaCorrí por pasillos, abrí una puerta y, salí como desesperada. La ciudad se abrió ante mí, inmensa, y avancé sin mirar a dónde. Tomé el primer autobús que pasó, me bajé en un centro comercial y caminé, esperando que se perdiera mi rastro. Finalmente llegué a mi casa, pero no podía superar el miedo. Me había encontrado cara a cara con mi peor enemigo y me había amenazado. De nuevo. Me eché a llorar en la cama. Estaba perdida, derrotada. En la entrevista no había puesto mi dirección, pero dentro de mí algo gritaba que me encontraría. Comencé a dudar, ¿Hui? ¿O me habían dejado huir?, pero ¿por qué?Esa misma noche escuché el rugido de algunos lobos afuera; dormí aterrada. Soñé otra vez con el lobo, estaba molesto, aullaba y corría por el bosque como si sufriera. También soñé con la ciudad, gigante, aterradora, y con cristales negros que explotaban; la ciudad me engullía, me absorbía, me llamaba a su manera. Me levanté sudando, con terror de acercarme a las ventanas.Estaba decid
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