Eva
El tiempo para los vampiros era poco importante. ¿Qué es un minuto, una hora, un año o una década para seres que viven la eternidad?
Y, sin embargo, era diferente vivir ese tiempo en la tierra siendo mercenaria bajo el mando de un vampiro demente, que ser guerrera al servicio de un rey misericordioso… y tener un mate.
Mi rubio Cachorrito hacía mi vida simplemente mejor. Cada momento valía la pena: levantarme de mi breve sueño y verlo, entrenar con él, supervisar la manada juntos, correr por el bosque con Adonis, molestar a los demás guerreros, reírme de Cerebrito y Damián, que parecían más enamorados que nunca, gastarle bromas a Duque Bonito… besar a mi mate por la noche mientras me acomodaba contra su cuerpo desnudo, probar su sangre… sí, todo era mejor.
¡Habían pasado tantas cosas en los últimos meses!
La principal es que habíamos tenido una hermosa ceremonia mi amte y yo. Ustedes pensarán que sería en el castillo, con flores negras y rojas, y yo vestida de oro de arriba a abajo