Yo soy como un Ferrari

Yo soy como un FerrariES

Romance
Última actualización: 2025-06-27
yulicame   Recién actualizado
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Resumen
Índice

La mecánica Catalina Fierro, dueña de un modesto taller en las afueras de Caracas, se ve confrontada por el arrogante y adinerado Leonardo Santini, quien llega con una propuesta de trabajo para modificar unos vehículos exclusivos. Leonardo, prejuicioso por el género de Catalina, duda de su capacidad como mecánica, generando un inmediato rechazo por parte de ella, quien lo echa sin dudarlo. Sin embargo, la situación económica precaria de su familia y la urgente necesidad de costear una operación médica para su padre obligan a Catalina a reconsiderar la oferta cuando el influyente padre de Leonardo, Don Rafael Santini, interviene personalmente. Don Rafael, creyendo que Leonardo podría aprender de la determinación de Catalina y viceversa, idea un plan inesperado. Para asegurar la colaboración de ambos, y ante la constante altanería de su hijo, Don Rafael le da un ultimátum: si Leonardo no quiere ser desheredado, deberá casarse con Catalina. A Catalina, Don Rafael le ofrece un trato tentador: si acepta casarse y convivir con Leonardo durante un año, recibirá una suma de dinero considerable, suficiente para la operación de su padre y el sustento familiar, además de una beca completa para estudiar en la universidad. Ante la difícil situación, Catalina acepta el trato, aunque la perspectiva de vivir con el insoportable Leonardo la llena de aprensión. Es así como un matrimonio forzado, basado en intereses económicos y una apuesta por el aprendizaje mutuo, complica drásticamente la relación entre dos personas de mundos opuestos, desatando una serie de conflictos y tensiones inesperadas.

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Capítulo 1

Capítulo 1 El Ferrari Rojo y la Indiferencia Forzada

— ¡Ay, mi Catica! Otra vez con esas manos llenas de grasa. ¿No puedes dejar esos carros un momentito y venir a comer decentemente?

— Mami, ya casi termino con el carburador del carro de Don Ramón. Está fallando más que un corazón roto. Y tú sabes que él depende de ese carro para llevar las verduras al mercado.

— Déjala, Elena. Esa muchacha tiene el don. Desde chiquita se entendía mejor con los aparatos que con las muñecas. ¿Te acuerdas cuando desarmó el tocadiscos para ver cómo cantaba la música?

— ¡Y lo volví a armar, papá! Aprendí cómo funcionaba. Es como un cuerpo humano, solo que con piezas de metal.

— Sí, hija, pero un cuerpo humano necesita cariño y descanso. Tú trabajas demasiado. ¿Cuándo vas a pensar en ti? ¿Encontrar un buen muchacho?

— Mami, ya empezamos con eso. Los muchachos son más complicados que un motor de seis cilindros. Prefiero la compañía de mis herramientas. Ellas sí me entienden.

— Ella tiene su carácter, Elena. Siempre lo ha tenido. Recuerda cuando se empeñó en aprender a andar en bicicleta sin rueditas a la primera. Se cayó mil veces, pero no se rindió hasta que lo logró. Así es Cata para todo.

Era una bestia mecánica, un símbolo de poder y lujo que parecía haber llegado allí por error, desentonando con el ambiente desaliñado del barrio.

El rugido profundo irrumpió en la atmósfera saturada de aceite y rock and roll del taller "Fierro Motors" como un trueno en cielo despejado. No era el sonido familiar de los motores destartalados que Cata solía reparar, sino una sinfonía potente y elegante que hacía vibrar el suelo. Un brillo rojo intenso comenzó a filtrarse a través de la polvorienta ventana, capturando la atención de Cata, quien hasta ese momento estaba absorta ajustando la bujía de una vieja camioneta.

Era una bestia mecánica, un símbolo de poder y lujo que parecía haber llegado allí por error, desentonando con el ambiente desaliñado del barrio.

La puerta del conductor se abrió con un suave clic electrónico, elevándose ligeramente como un ala. Del interior emergió una figura vestida con impecable elegancia informal: pantalones de lino oscuros, una camisa de seda color carbón desabrochada en el cuello y gafas de sol oscuras que ocultaban sus ojos.

El hombre apoyado en la puerta del Ferrari sonrió, una expresión que suavizó ligeramente sus rasgos severos sin llegar a disipar el aura de control que lo rodeaba.

—Hola —dijo, su voz grave y melodiosa, con un ligero acento que Cata no pudo identificar de inmediato—. Mi nombre es Leonardo Santini. Estoy buscando al mecánico de apellido Fierro.

En ese momento, Catalina, con las manos aún engrasadas y una llave inglesa colgando de su bolsillo, emergió completamente de debajo de la vieja camioneta, enderezándose con una agilidad sorprendente. Su rostro, aunque con algunas manchas de aceite, mostraba una expresión de firmeza y determinación.

—¿Quién lo busca? —respondió Catalina, su voz directa y sin rodeos, mientras se limpiaba las manos con un trapo.

Leonardo Santini la observó de arriba abajo, desde su overol manchado hasta su cabello oscuro recogido en una coleta improvisada. Su sonrisa se desvaneció por completo, reemplazada por una mirada de sorpresa mezclada con un evidente desdén.

—Pensé que era un hombre —dijo Leonardo, dejando escapar sus palabras con una incredulidad apenas disimulada—. No me imaginé que debajo de… una camioneta estaría una mujer.

Catalina se cruzó de brazos, su mirada endureciéndose.

—¿Qué tiene de malo que una mujer sea mecánica, señor Santini? —replicó con dureza, su tono desafiante—. ¿Tiene algún problema con que una mujer sea la mecánica de este taller, el taller Fierro? Porque si es así, puede darse la vuelta y buscar a ese "hombre" mecánico en otro lugar. Aquí la que entiende de motores soy yo.

—Entiendo su… reserva, señorita Fierro —respondió con una calma que contrastaba con la tensión palpable en el aire del taller—. Sin embargo, creo que lo que tengo que proponerle podría ser de su interés. No suelo equivocarme en estas cosas.

A pesar del revuelo interno que Leonardo Santini había provocado con su mera presencia —un hombre tan pulcro y de porte distinguido, desentonaba por completo con el ambiente grasiento y desordenado de su taller—, Catalina se esforzó por mantener una fachada de indiferencia. Su corazón, sin embargo, latía un ritmo ligeramente acelerado, como un motor recién encendido. Intentó que su voz sonara tan áspera y desinteresada como siempre.

En ese instante, Leonardo acortó la distancia entre ellos. Cada paso que daba hacia ella parecía cargar el aire con una electricidad sutil. Catalina sintió un vuelco en el estómago, una sensación extraña y desconocida que la desestabilizaba. Sus emociones, generalmente tan firmes y controladas, comenzaban a agitarse como aceite en un motor recalentado. Aquel hombre, con un cuerpo tan…... corpulento, sus brazos se veían fuertes bajo la tela fina de su camisa, evidenciando una disciplina física que contrastaba con la pulcritud de su vestimenta. Catalina tragó saliva, intentando mantener la compostura mientras él se detenía a pocos pasos de ella, invadiendo su espacio personal de una manera que la ponía inexplicablemente nerviosa.

—¿Qué tipo de negocio quiere usted conmigo? —dijo Catalina.

—Negocios, señorita Fierro —respondió Leonardo, deteniéndose donde ella lo había obligado, aunque sus ojos no la abandonaban—. Un tipo de negocio que, estoy seguro, despertará su interés profesional… y quizás, algo más.

Catalina se giró hacia la vieja camioneta, fingiendo examinar un detalle del motor con una concentración que no sentía. La proximidad de Santini la había descolocado más de lo que quería admitir. Necesitaba espacio para ordenar sus pensamientos, para que el latido acelerado de su corazón volviera a un ritmo normal.

—No estoy interesada en ningún negocio, señor —dijo, su voz intentando sonar casual mientras alcanzaba una herramienta—. Estoy bastante ocupada con mis clientes habituales.

—Vaya, qué mujer tan obstinada —murmuró Leonardo, su tono ahora teñido de un ligero fastidio, aunque una sombra de algo más, quizás sorpresa o incluso viendo un desafío, brilló en sus ojos oscuros—. No me creía del todo lo que me dijeron de ti. Pensé que exageraban tú… peculiar carácter.

—Si no le agrada mi personalidad, puede irse por donde vino —replicó Catalina sin siquiera dignarse a mirarlo. Su atención seguía aparentemente centrada en el motor de la camioneta.

Leonardo observó la espalda tensa de Catalina, la forma en que sus manos se aferraban con fuerza a la herramienta. Percibió la muralla de desconfianza y testarudez que ella erigía a su alrededor. Un suspiro apenas audible escapó de sus labios.

—Bien —dijo, su tono ahora más frío y distante—. Vine hasta aquí ofreciéndole un negocio que podría haberle cambiado la vida, señorita Fierro. Algo que habría llevado su talento a un nivel completamente nuevo, con beneficios que quizás nunca imaginó. Pero veo que con una mujer como usted… la comunicación resulta… compleja.

Se giró sobre sus talones con una elegancia desdeñosa, caminando de vuelta hacia su reluciente Ferrari. Abrió la puerta con un movimiento fluido y se deslizó en el interior. El motor rugió a la vida, llenando el taller con su potente sonido una última vez.

Sin dirigirle una última mirada, Leonardo Santini sacó el deportivo rojo del taller con una maniobra experta, desapareciendo  tan rápido como había llegado.

En el momento en que el rugido del Ferrari se desvanecía en la distancia, la figura de Mamá Elena apareció tímidamente en el umbral del taller. Había estado observando la escena desde la puerta de la casa, con el ceño fruncido y una mezcla de curiosidad y preocupación en sus ojos.

—Hija, ¿qué ha pasado? —preguntó con voz suave, acercándose lentamente a Catalina, quien seguía de espaldas, con la herramienta inmóvil en sus manos. —¿Quién era ese hombre? Y… ¿Por qué se fue tan molesto?

—No te preocupes, mamá —respondió Catalina, girándose finalmente hacia su madre, aunque su mirada aún reflejaba una mezcla de sorpresa y ligera irritación—. Es solo un ricachón engreído. De esos que creen que porque tienen dinero, nosotros, los pobres, debemos rendirles honores. Un creído nada más. No le prestes atención.

—Bueno, vamos a la casa para que comas algo, hija —dijo su madre, con una mirada de cariño y preocupación hacia Catalina.

—Sí, voy contigo —respondió Cata, dejando la herramienta sobre la mesa con un suspiro. Aunque intentaba restarle importancia al encuentro con Santini, una punzada de curiosidad persistía en su interior. ¿Qué tipo de negocio tan importante podría haberle ofrecido ese hombre? Y, a pesar de su arrogancia, ¿por qué su presencia la había afectado de una manera tan extraña? Sacudió la cabeza, tratando de alejar esos pensamientos mientras seguía a su madre hacia la calidez y el aroma familiar de su hogar.

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Nerys Puello
hola sigo la novela ya que la veo interesante ahora no estanque a Leonardo en esa amnesia
2025-06-26 10:24:11
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Nerys Puello
me gustó lo que le dijo Lucia es tan acomplejada que busca venganza sobre las otra creo que va a salir de lo mismo escritora
2025-06-15 21:55:19
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Nerys Puello
será que yo soy la única que sigue que esta novela espero que no sea larga porque yae aburre de lo mismo no sale de allí de su inseguridad y complejo
2025-06-15 21:50:45
1
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Nerys Puello
pues yo dejo que caiga para que no sea mensa y después de que se va arrepentir si está ciega y ella sabe lo que es el amigo de Leonardo
2025-06-15 21:49:11
1
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Nerys Puello
no encaja en nada el esas mujeres la tubo antes ni conocía a Catalina será que Inés le gusta Leonardo porque eso es lo que da a pensar es chismosaaaaa
2025-06-15 21:43:48
1
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Nerys Puello
hola para mí la Catalina está como un poco acomplejada de Leonardo no sale del mismo circulo de las mujeres con Leonardo jugo y la tal Inés es chismosa primero cuenta lo que el paso ensu niñez y ahora lo hunde Catalina no sabe ni para donde vaaasss déjalo ir y trata de ayudar no a destruir
2025-06-15 21:41:19
0
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Nerys Puello
hola algún dr le ve el desarrollo de la novela con respecto a Leonardo bueno muy bueno el capítulo gracias
2025-06-14 10:30:36
1
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Nerys Puello
aquí siguiendo el libro a ver cómo es Catalina me gustaría saber quién es el protagonista y espero que la novela no se estanque en lo mismo que avance y mande los capítulos a ver y buena es gracias
2025-06-13 04:54:13
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Nerys Puello
bueno la verdad si no me interesa el homo hombre para que se da mala vida por el creo que los únicos que deben de hacer que el sez otra persona es su padre que fue el que creo esa persona desde niño
2025-06-12 09:13:13
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Nerys Puello
el está dejando ir lo más bonito que es la humildad que tampoco se la supieron dar y sobre todo el padre y ahora Catalina por ese amor que le tiene lo ayuda pero a su modo me gusta espero más capitulos pero no en lo mismo gracias
2025-06-11 09:57:34
1
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Nerys Puello
hola muy bueno el libro deja mucho ejemplos de hombre de padre de hijo y de amigos que están con el por el interés y un hombre con falta de amor que nunca se digno a ver sino a darle todo lo material que el podía eso fue lo que creo y ahora lo castiga cuando el padre tiene mucha culpa
2025-06-11 09:55:01
1
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Nerys Puello
hola espero que mandes los capítulos y no te enfrasques en lo mismo de la venganza de Catalina porque ya me parece patética y la INES más falsa si todos los hombres de dinero y pobres juegan a lo mismo espero que de verdad deje un buen concepto de todo esto y no una patética Catalina con lo mismo
2025-06-10 07:41:35
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Maria Eugenia Fernandez Caullan
solo espero que sean los capítulos justos y necesarios,,no como las autoras que escriben hasta 200 o 300 capitulos y dan vueltas en lo mismo,,y me gustó el inicio
2025-06-10 07:08:02
2
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Nerys Puello
hola voy a comenzar a leerlo espero que la termines s ve interesante me gusta cuando la prota no se deja y no la hagas larga
2025-05-30 02:07:02
3
69 chapters
Capítulo 1 El Ferrari Rojo y la Indiferencia Forzada
Capítulo 2 El Regreso Forzado y la Chispa de la Ira
Capítulo 3 La Visita Inesperada y una Oferta Pendiente
Capítulo 4 La Oferta y el Silencio
capitulo 5 Dos Mundos diferentes
Capítulo 6 Enfrentamiento en el taller
Capítulo 7 Venganza Aceptada
Capítulo 8 Convivir con el enemigo
Capítulo 9 Reacción de Catalina en el baño
Capítulo 10 El ramo de flores
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