Irina Donovan se encontraba en una encrucijada de la vida. Sin embargo, la realidad que la rodeaba era muy diferente. La situación se complicó aún más cuando un día Irina descubrió que estaba embarazada y se vio sola con un bebé en su vientre. No obstante, aunque la vida parece que solo le da golpe tras golpe, al final siempre existe una segunda oportunidad.
Leer másIrina Donovan se encontraba en una encrucijada de la vida. Desde pequeña, había soñado con un futuro lleno de oportunidades, con la posibilidad de estudiar en una gran universidad y forjar su propio camino. Sin embargo, la realidad que la rodeaba era muy diferente. Su madre, con una visión tradicional de la vida, le repetía constantemente que su destino estaba en su futuro hogar, que su única misión que la esperaba era casarse y formar una familia. Esto hacía que Irina sentía que sus sueños se desvanecían con cada palabra que escuchaba aun cuando su familia sabía que ella no era una mujer de esas.
La situación se complicó aún más cuando un día Irina descubrió que estaba embarazada de Félix, su único novio desde la preparatoria. La noticia la llenó de miedo y confusión desde el primer instante en que lo supo, pero también de una chispa de esperanza que jamás pensó tener. Tal vez, con un hijo, podría encontrar la fuerza para luchar por su futuro y darle una vida llena de posibilidades que ella nunca tuvo. Sin embargo, al contarle a Félix sobre su embarazo, su mundo se desmoronó en un abrir y cerrar de ojos. Él, en lugar de apoyarla, la traicionó de la manera más cruel, negando su responsabilidad y abandonándola a su suerte.
La reacción de sus padres fue devastadora al enterarse de su embarazo. En lugar de ofrecerle amor y comprensión por la situación, la amenazaron con un aborto, dejándola sin opciones y sin el apoyo que tanto necesitaba. Irina sintió que su vida se desmoronaba con cada respiración que daba. La presión y el miedo la llevaron a tomar una decisión drástica por su propio bien: escapar. Así que con el corazón latiendo con fuerza dentro de su padre y el bebé inocente en su vientre, dejó atrás todo lo que conocía, decidida a encontrar su propio camino.
La vida fuera de su hogar no sería fácil a partir de ese momento y eso lo sabía perfectamente, pero Irina estaba dispuesta a luchar con uñas y dientes de ser necesario. Sabía que el camino sería largo y lleno de obstáculos, pero también estaba convencida de que, por primera vez en su vida, tenía el control de su destino.
Con cada paso que daba lejos de lo que alguna vez conoció como hogar, se alejaba de las expectativas que otros tenían de ella y se acercaba a la vida que realmente deseaba vivir. Irina Donovan no solo estaba huyendo de su pasado en esa vida llena de limitaciones, sino que estaba comenzando a construir un futuro en el que ella y su hijo pudieran ser felices juntos. Ni siquiera las palabras de desprecio de su familia podrían con ella en ese momento, ya que por su hijo aún no nacido estaba dispuesta a hacer lo que sea sin importarle las consecuencias. Ella le daría un mundo lleno de posibilidades y lo enseñaría a luchar por sus sueños sea cual sea, eso es lo que hace una verdadera madre.
La vida, cuando se construye desde el amor verdadero, florece incluso entre los escombros de un pasado difícil. Así fue como, un par de años después del día en que Irina dijo “sí, acepto” bajo los árboles de la mansión Miles, todo había cambiado para bien.Era una mañana cálida de verano. El viento jugaba con los cortinajes de la gran casa que Leone e Irina habían levantado en un terreno cerca del mar. La casa era amplia y rodeada de árboles, tenía ese aroma de hogar que solo se consigue cuando hay amor en cada rincón. Desde la cocina se escuchaban risas: Gail, con casi todo un adolescente, corría de un lado a otro con una capa de superhéroe, gritando que iba a salvar al mundo para divertirse con sus hermanos. Irina, quién preparaba café mientras el sol le bañaba los hombros, lo observaba con esa paz que solo una madre conoce cuando ve a su hijo sano y feliz.— ¡No puedes atraparme, papá! — gritaba Demian, su hijo de ocho años.— ¡Oh no! Me estás venciendo — bromeaba Leone, dejándose
Capítulo 74 El sol de la mañana se filtraba entre las ramas del jardín Miles, iluminando con delicadeza cada rincón decorado con flores blancas y rojas, telas vaporosas y detalles en dorados. La mansión, normalmente silenciosa, ese día vibraba de emoción y alegría. No había gritos ni tensiones, solo risas suaves, pasos apurados y el murmullo de quienes ultimaban los últimos detalles que todo saliera perfecto.Era el día de la gran boda. La boda que Leone he Irina habían esperado desde el momento exacto en el que ella había dicho sí acepto.En una de las habitaciones de la casa, Irina se miraba en el espejo, vestida de blanco por primera vez. El vestido abrazaba su cuerpo con gracia, caía con elegancia hasta el suelo y dejaba sus hombros totalmente desnudos. Su cabello estaba recogido en un moño delicado, con algunas ondas sueltas cayendo por su rostro. Nonna y Amatista estaban con ella en todo momento, ayudándola con los últimos retoques de su maquillaje.— Nunca había visto a una no
Capítulo 73 Dos días después del juicio, la calma finalmente había comenzado a instalarse en la vida de Irina plenamente. Por primera vez en mucho tiempo, la casa no estaba en silencio después de lo ocurrido, sino que estaba en paz. Gail ya había regresado del hospital y la energía que irradiaba era contagiosa hasta para el abuelo Auguste.Aquella mañana de primavera, Irina lo observaba desde el marco de la puerta mientras él jugaba en la sala con sus bloques, ya que aún no podía hacer esfuerzos. Gail estaba más vivo que nunca, con las mejillas rosadas y los ojos llenos de luz. La operación había sido un éxito, su recuperación iba mejor de lo esperado, y el futuro se abría ante ellos como un camino despejado.— Mami, ¿podemos hacer galletas más tarde? —preguntó el niño sin dejar de construir su torre y ella le dedico una sonrisa.— Claro que sí, mi amor. Hoy hacemos galletas de todas las formas que tú quieras podemos compartirlas con los demás —respondió Irina acercándose a él.En es
Capítulo 72 Habían pasado tres semanas desde el día de la operación de Gail y el sol de primavera entraba suavemente por las ventanas del hospital pediátrico, tiñendo de luz dorada la habitación del pequeño.Irina permanecía sentada junto a la cama, acariciando con ternura la pequeña mano de su hijo. Gail dormía profundamente, respirando con tranquilidad, su color de piel más sonrosado, más vivo que las últimas veces. La máquina junto a su cama emitía un pitido rítmico, casi reconfortante y eso la mantenía tranquila.El doctor entró como las últimas veces con una sonrisa contenida, pero con los ojos brillando de alivio. La última semana todo había ido bien y tenía que seguir siendo así.— Buenos días, le tengo buenas noticias — dijo, revisando la tabla con los últimos valores clínicos — El cuerpo de Gail aceptó con éxito el trasplante y no hay signos de rechazo. Todo marcha mejor de lo que esperábamos y en unos días podremos darle de alta.Irina cerró los ojos por un momento sintiend
Capítulo 71 El amanecer no llegó con estruendo, sino con un silencio contenido, casi sagrado. En el hospital privado, las luces tenues del pasillo se reflejaban sobre los pisos brillantes mientras el personal médico se movía con cautela. En una de las salas principales, Irina estaba acostada en una camilla y era preparada por el equipo quirúrgico. Su rostro mostraba serenidad, aunque por dentro, su corazón latía como un tambor de guerra.Leone estaba a su lado en cada momento, vestido con una bata quirúrgica y hasta con un cubrebocas colgando del cuello sin soltarle la mano. Había permanecido así toda la noche, sin dormir, sin pestañear más de lo necesario para saber que ella estaba bien.— ¿Estás segura de que está bien? — preguntó él en voz baja, como si hablar fuerte pudiera romperla.— Nunca he estado más segura de algo en mi vida, Leone — respondió Irina, con su voz firme aunque apenas un susurro — Gail merece vivir y no puedo darle eso. Esta es nuestra lucha y ya casi termina.
Capítulo 70 El sol apenas asomaba por las cortinas de la habitación, cuando Irina abrió los ojos acostumbrándose a la claridad. Por primera vez en mucho tiempo, no se despertó pensando en cosas malas. A su lado, Leone dormía profundamente, abrazado a ella como si temiera que volviera a desaparecer, pero ella ya había regresado, y no pensaba irse otra vez.Luego de verlo por un largo rato se levantó con cuidado para no despertarlo y se puso una bata para bajar a la cocina. El aroma a café y tostadas la recibió con calidez gracias a Teresa y Gail estaba sentado en su silla, dibujando con colores sobre la mesa. Si hijo al verla despierta dejó todo para correr a sus brazos y ella lo recibió con amor.— Mami... ¡Ya despertaste!— Claro mi vida.Irina lo abrazó fuerte, sintiendo su cuerpecito sano y tibio contra el suyo. Era por él que estaba viva y era por él que había resistido tanto en esas horas que no sabía que pasaría con ella.Leone entró a la cocina dando los buenos días, con el ca
Último capítulo