Capítulo 4

Leone Miles era un hombre que había sido moldeado por la ambición y las tradiciones de su familia aparentemente perfecta. Desde joven, había aprendido que el poder y el éxito eran lo único que realmente importaba en el mundo de los negocios para alguien con el peso de su apellido. Su abuelo, un magnate de la industria hotelera, había dejado un legado que Leone estaba decidido a mantener bajo su poder, pero había una única condición para tenerlo absolutamente todo: debía casarse. Así que, para cumplir con este mandato de su abuelo se había comprometido con Georgina Esteban. Una mujer que encarnaba todo lo que él despreciaba: superficialidad y ambición desmedida, chismes y escándalos. Sin embargo, Georgina era perfecta para sus planes a futuro; podía manipularla a su antojo y no había riesgo de que se interpusiera en su camino. Esa mujer con una tarjeta de crédito era más que moldeable y cuando ya no le hiciera falta solo debía deshacerse de ella como un problema más de su lista.

Esa noche bajo todo pronóstico, Leone Miles se encontraba frente a las puertas del club llamado Zafiro. Un lugar que había escuchado mencionar varias veces en sus círculos de élite por varios de sus socios, pero que él mismo que nunca había considerado visitar. La invitación inesperada había llegado a través de su suegro, quien estaba ansioso por cerrar un negocio importante esa misma noche según le había dicho. Sin embargo, Leone no tenía ningún interés en ese dichoso club, ni en sus extravagancias visuales. Sabía que debía asistir para mantener las apariencias a toda costa y así fortalecer su posición en el mundo empresarial, pero si por él fuera seguramente estuviese el otro.

Al entrar al Zafiro este fue recibido por un ambiente de luces tenues y música sensual envolvente como se lo imaginó. La atmósfera era electrizante, y aunque Leone se sentía fuera de lugar por completo, no pudo evitar notar la energía extraña que emanaba del lugar. Así que mientras se acomodaba en una mesa cerca del escritorio, su mirada se desvió hacia ese lugar en específico, donde una bailarina comenzó a moverse con gracia y sensualidad al ritmo de la canción "I see red".

La mujer que bailaba tenía el rostro cubierto por un antifaz, pero su figura era hipnotizante para él. Cada movimiento que hacía era una mezcla de fuerza y delicadeza, y Leone se sintió atraído de inmediato sin saber por qué. Era como si el resto del mundo se desvaneciera a su alrededor, y solo existiera ella en ese momento. La simetría de su cuerpo y la fluidez de sus movimientos lo tenían hechizado, a pesar de su naturaleza fría y calculadora. Leone sintió el su cuerpo una chispa de emoción de inmediato que no había experimentado en muchos años para ser sinceros.

Mientras su suegro se concentraba en cerrar el dichoso trato con las demás personas que también habían ido con ellos, Leone no podía apartar la vista de la bailarina. Había algo en ella que lo intrigaba, algo que iba más allá de su belleza física. Era como si cada giro y cada paso contaran una historia, una historia que resonaba con su propia lucha interna entre el deber y el deseo. Ella era todo un pecado en ese momento y aunque él jamás se imaginó tener algo con una mujer así, la intriga de quién podría ser lo tenía en la expectativa.

Cuando la actuación por fin terminó, el público estalló en aplausos para ella y Leone se dio cuenta en ese momento de que había estado conteniendo hasta la respiración. Su mente estaba llena de preguntas como ¿Quién era ella? ¿Por qué lo había cautivado de esa manera tan penetrante con solo verla? En ese momento, se dio cuenta de que, a pesar de su compromiso con Georgina y su enfoque en los negocios, había algo en su vida que le faltaba: le faltaba autenticidad, pasión, y quizás, amor.

Decidido a descubrir más sobre la misteriosa bailarina del antifaz, Leone se acercó a la barra discretamente, donde un grupo de empleados del club conversaba amenamente. Así que para no levantar sospechas, con un tono casual y desentendido, preguntó sobre la chica que acababa de bailar con tal de obtener respuestas.

— ¡Oye! ¿Alguno de ustedes sabe quién es la bailarina que acaba de actuar? —inquirió tranquilamente, tratando de ocultar su verdadero interés.

Uno de los empleados al notar la curiosidad en su voz, sonrió. Ese no era el primer hombre que preguntaba por ella, pero sin darse cuenta aquel mesero terminó abriendo la boca de más. Todos en el lugar sabían que tenían prohibido dar información de más, peor al parecer eso quedó olvidado.

— Ella es Irina Donovan, y es la estrella del lugar. Es una de las mejores bailarinas que hemos tenido y siempre todos preguntan por ella. Esa mujer tiene una historia increíble, pero no muchos la conocen. Así que siempre cubre su rostro para mantener su privacidad y que nadie la acose.

Leone sintió que su corazón latía más rápido al haber obtenido la información que estaba buscando sobre, Irina Donovan. El nombre resonó en su mente como un eco y una idea inesperada comenzó a formarse en su cabeza. Quizás, en medio de su vida controlada y predecible por todos, había una oportunidad de explorar algo nuevo, algo que lo llevara más allá de las expectativas que lo habían atrapado durante tanto tiempo.

Mientras observaba a Irina desde la distancia, Leone se dio cuenta de que su vida estaba a punto de cambiar. La búsqueda de la herencia familiar y el matrimonio con Georgina parecían insignificantes en este momento, en comparación con la posibilidad de conocer a alguien que podría desafiarlo y, tal vez, liberarlo de las cadenas que lo mantenían prisionero en su propia vida. Sin saberlo, Irina Donovan se había convertido en el catalizador de un cambio que podría transformar su existencia para siempre. Sin embargo, había que ver primero si ambos estaban dispuestos a enfrentar un cambio tan radical que podría generar una catástrofe.