Aaron Greene pidió el divorcio a su esposa, para quedarse con su amante. Lo que no esperaba era que el destino y un terrible accidente jugarán en su contra, provocando que la verdadera cara de su amante fuera exhibida, cuando él quedó ciego, ella no dudó en dejarlo a su suerte. Ahora ciego y abandonado deseará la compañía de la esposa que despreció, lo que no espera es encontrarla tiempo después como una gran enfermera dispuesta solo a brindarle su servicio profesional, aunque él espera reconquistar su corazón, descubrirá que Lana, su ex esposa, hace tiempo ya le dijo adiós, querido esposo. ¿Podrá resurgir el amor o la habrá perdido para siempre?
Leer más—Firma estos papeles —espetó Aaron Greene, su marido, ella arrugó el gesto, confusa, levantó la vista y miró a aquella mujer ahí, tragó saliva la conocía bien del día de la boda, ella estuvo ahí, era la novia a quien ella reemplazó por orden de la difunta Dakota Greene Bermalt, bajó la mirada y tomó el documento, de pronto al leerlo se turbó
«Acuerdo de divorcio» Lana sintió que sus manos temblaban, alzó la vista y lo miró con desconcierto
—Esto es…
—Sí, Lana, esto es el divorcio, me estoy deshaciendo al fin de ti, mi madre está muerta, ayer fue su entierro, pero no pienses que aún te tendré a mi lado, no cuando por fin, puedo estar con la única mujer que amo —Aaron alzó la mano y Lilian Paz tomó la suya, mientras sonreía con un gesto de felicidad absoluta, ella bajó la mirada, pocas veces en su vida había sentido tal sensación de ser humillada, pero debía reconocer, que así era la vida.
Aaron Greene nunca la amó, ella solo entró a su vida como si fuera un polizonte entrando a un barco, irrumpiendo sin consideración, porque Dakota la compró a su madre con la miseria a cuestas, y la obligó a casarse con ese hombre cruel que siempre la detestó, si la boda fue todo un infierno, la luna de miel y el resto de esos tres meses fueron por demás patéticos, incluso si ella se negaba a firmar esa acta de divorcio, él bien podría anular su matrimonio, pues nunca fue la mujer de Aaron Greene
—¿Qué esperas? ¿Por qué no firmas? ¡Firma ya! —exclamó Lilian mientras se atrevía a chasquear sus dedos como si aquello fuera una orden de una reina.
Lana la miró con rabia, sintió un coraje en su alma, odiaba a esa mujer, ella solo era la amante de Aaron Greene, y ahora supo que nunca salió de sus vidas, por eso, sin importar los esfuerzos de Lana, Aaron Greene nunca la quiso
—¿Eso es lo que quieres, Aaron Greene?
Él levantó la mirada y la vio con ojos pequeños
—Sal, Lilian.
—Pero…
—¡Sal! —exclamó Aaron y Lilian tuvo que bajar la vista y tuvo que aceptarlo
Aaron Greene clavó su mirada azul celeste en ella, y Lana sintió que temblaba
—¿Quién te crees que eres para preguntar por mis deseos? —exclamó caminando hacia ella, Lana alzó la vista, y sintió su cercanía, ella tuvo que dar un traspié, para evitar enfrentarlo
—Yo…
—Tú realmente has sido una piedra en mi camino, ¿Lo olvidas? ¿Olvidaste como llegaste a mí? —exclamó como un reproche, ella lo sabía muy bien, pero no era tanto su culpa como la de él, y de su madre
—No soy culpable, ¿Sabe usted como llegué yo aquí?
—¡A mí no me importa! —espetó con rabia—. De ti solo me importa mi libertad, y sí crees que tienes solo una oportunidad para entrometerte entre mis planes, ¡Juro que acabaré contigo! —exclamó con un puño de rabia formado entre sus manos, ella sintió un escalofrío que recorría su piel y lo miró con dolor
—¡Lo sé muy bien! ¡Nadie puede oponerse al señor Aaron Greene! Bien, tampoco pensaba hacerlo, porque para mí este matrimonio ¡También ha sido el peor de los calvarios! Para que lo sepa nunca lo he amado, ¡Yo solo lo toleraba! —gritó como si fuera una loca, como si hubiese al fin recuperado su voz robada
Él abrió los ojos impactados ante sus palabras, esa mujer que siempre creyó invisible ante su mirada, a la que creyó una simple oportunista, sumisa y desapercibida, ahora parecía una fiera liberada, una mujer indomable, sonrió con algo de cinismo
—¡Bravo! —dijo aplaudiendo—. Así que muerta la rabia, ahora por fin sacaste las garras, claro, como mi madre está muerta, ahora sabes que, si no te defiendes con tus propias uñas, nadie más lo hará, ¿Qué quieres para firmar el maldito divorcio? —exclamó furioso, Lana sintió que podía echarse a llorar de miedo, pero tragó saliva y levantó la mirada, sin bajarla ante él, esta vez ya no sería la típica chica sumisa ante sus necesidades, ya no se doblegaría ante él, ni ante nadie, estaba agotada de ser una mujer víctima, a la que vendieron al mejor postor, a la que podían golpear, gritar y maltratar, ¿Por qué solo debía aceptar ese destino? Después de todo, después de Aaron Greene, solo podría tener la libertad, y eso era mejor que respirar el mismo aire que ese hombre
—No quiero nada, de usted no quiero absolutamente nada, ni hoy, ni nunca, pero solo firmaré, si puedo irme de aquí, por mi propio pie, y ser libre de todos y sobre todo de usted.
Aaron arrugó el gesto confuso, no esperaba semejante proposición
—¿Libre de mí? —él lanzó una carcajada que resonó por la habitación—. Tú siempre has sido libre de mí, ¡Jamás te he querido, ni te querré en mi vida! Incluso que te vayas de mi vista para siempre, es lo que más deseo, espero no volver a ver tu rostro de mustia nunca más.
Ella le miró con rabia y asintió despacio
—Sí es así, entonces, no se angustie, señor Greene, que nunca volverá a verme —ella tomó el bolígrafo, y firmó aquella acta de divorcio, él la miró hacerlo, sostenía el bolígrafo con un gran temple, como si nada en la vida le importara más, luego de firmar, dejó el bolígrafo en la mesa
—¿Eso es todo? ¿Puedo largarme de una vez?
Aaron bajó la mirada y de la carpeta tomó un cheque, se lo extendió hacia sus manos
—Toma.
Ella lo tomó
—¿Qué es esto? —preguntó irresoluta, era un millón de euros
—Dinero, no creas que soy tan desgraciado, no quiero que nadie afuera diga que soy un desalmado, y que dejé a mi ex esposa sin dinero y en la calle.
Ella le miró con ojos pequeños, y de pronto hizo una mueca sarcástica que le pareció fría como hielo, sus mejillas eran regordetas y su sonrisa era dulce, como la de una niña, incluso cuando quería tener un aire de malicia, tenía pecas sobre sus mejillas y el cabello de un color pelirrojo casi anaranjado, rizado
—Ser un desalmado es un sinónimo de usted, no podrá escapar de eso, pero déjeme le digo algo, ahora que no somos nada, yo no quiero dinero de usted, no quiero de usted, ni los buenos días —ella rompió el cheque ante sus ojos, sorprendiéndolo
—¡¿Qué haces, niña?! ¡Te has vuelto loca! —exclamó Aaron, observando como lanzaba al suelo los pedazos del cheque
—Sí, usted no lo notó nunca, pero esa soy yo, Lana Randle, la loca —sentenció con mofa—. Pero, está loca, ahora es libre de usted, adiós, querido esposo.
Lana dio la media vuelta, tomó la valija que la propia Lilian le había preparado y salió a toda prisa, escuchando como la mujer le gritaba insultos, diciendo que nunca volviera
«Claro que no quiero volver, claro que nunca jamás quiero volver» mientras Lana caminaba alejándose de los jardines de esa mansión recordaba que, a pesar de todo, mientras vivió ahí, imaginaba que en algún momento su esposo la amaría, que vería a sus hijos crecer y correr en aquellos jardines, que sería feliz, luego de tanto sufrir, pero ahora esos sueños estaban muertos.
Miró por última vez a la ventana del gran salón y se sorprendió de ver que Aaron Greene la miraba irse desde la ventana, pero pronto vio la silueta de Lilian Paz abrazándose a él
—Adiós, Aaron Greene, adiós ex esposo —dijo con voz apagada, mientras se alejaba de ese lugar.
Por Felipe Despierto, es antes del alba, me levantó y admiró a mi esposa a mi lado. Sonrío, la observo, es la mujer más hermosa de este planeta, acaricio sus cabellos. Recuerdo el pasado, todos los días lo hago, no es una tortura, al contrario, me acuerdo del mal que hice, que soy afortunado de estar aquí. Tuve suerte de curar su roto corazón, tuve suerte de ganar la batalla contra el rencor y el odio. Me perdonó, cada día me demuestra su amor, y doy todo de mí, porque siempre quiero demostrarle que su decisión fue la correcta. Quiero que sepa que soy ese hombre al que debe amar. Mi mujer me enseña que todo se puede vencer, su amor, su ternura desarmaron mis miedos. Ella ha estado conmigo, buenas y malas, somos más que una pareja, más que una familia, la misma alma, el mismo corazón latiendo. No hay imposibles para Anne, ella es mi inspiración para ser mejor cada día. Cada te amo me da la fuerza para seguir adelante. La adoro, porque si esto no es amor, ¿Qué mas puede ser? Ella l
Dos años después. Lana estaba cortando el pastel, mientras los niños iban y pedían un poco más. Miró de lejos a Archi y a Larissa con sus gemelos que no dejaban de jugar con ellos, Archi se acercó y besó a Larissa, eran tan felices, Lana sabía que lo eran, lo veía todo el tiempo. Luego miró a Alex y Jazmín, Alex tenía cargada a la pequeña Esmeralda de un año, era su tesoro, parecían tan felices, Alex no tenía ojos para nadie más. Lana deseaba que así fuera. Luego miró a Anne y Felipe, estaban abrazados, besándose, mientras sus hijos jugaban con los suyos. Matías corrió con Lana, y la miró. —Lana, ¿Yo puedo casarme con Mariana cuando sea grande? Los ojos de Aaron se abrieron casi con terror, gritó a Felipe, y él junto a Anne se acercó a ellos. —Escucha lo que dice Matías. Me va a dar un soponcio. —¿Qué pasa, cariño? —Papi, que yo me quiero casar con Mariana cuando sea grande. Felipe se echó a reír. —Ah, todo es muy gracioso, hasta que te dicen que Aitana se casará. Felipe b
Llegaron a casa, Anne se enteró sobre la muerte de Daniel Higareda, estuvo triste, por varios días, pensó en como la vida a veces dirigía a las personas a destinos que nunca imaginaron llegar, pero Anne también tuvo claro que, en la vida, uno elige su propio camino, y Daniel eligió que rumbo seguir, uno sin retorno, un camino erróneo que lo llevó a encontrar su final. Anne y Felipe llevaron a Matías al lago, querían contarle al fin ese secreto que estaban guardando solo para él. Matías estaba feliz, volaba cometas, jugaba con papá a la pelota, subieron a un vote y luego también nadaron. Luego hicieron un picnic —Matías, papá y yo tenemos una noticia para ti, una hermosa noticia. —¿Mami? —¿Te acuerdas de que nos pediste el otro día? Matías se quedó pensativo, con carita angelical —¡Un hermanito! —¡Sí! Ya llamamos a la cigüeña, y estaba muy ocupada para traernos un bebé, pero… la cigüeña nos dio una semillita para que mamá la comiera, y así, mamá nos hará el gran y maravilloso f
Anne lo miró con desprecio, lo odiaba, no era más la persona que conoció, y que consideró ser un gran amigo, casi de su familia, estaba decepcionada. Él tomó su brazo, estaba nervioso, enfurecido, quería retenerla, pero, no sabía como hacerlo. —¡Anne, Escúchame, ¡te han mentido! No es así... —dijo con nerviosismo —¡Mientes! Ahora puedo verte sin máscaras, Daniel, solo eres un narcisista que me ha usado, pero veo lo cruel que eres, ¿Secuestrar a un bebé? Eso es lo peor que has podido hacer. Ahora puedes irte al demonio, no traje dinero, solo vine a decirte que te vayas al infierno —exclamó rabiosa Anna intentó alejarse, el hombre de pronto le dio un empujón al guardia haciéndolo a caer. Tomó a Anne de la cintura, acerándola a él, la miraba con ojos severos, crueles, había rencor en su mirada, ella sintió escalofrío. —¡Yo te amaba! Más de lo que nadie te pudo amar, ¿Por qué me haces esto? Preferiste cambiarme por el maldito de Felipe Anjou, él te engañó, te humilló y lo perdonaste,
—Pero, ¡¿Por qué dices algo así?! ¿Quién te va a matar? ¡Dios mío! Daniel, eso no puede ser —dijo con le corazón destrozado. —Por favor, déjame verte, si puedes darme algo de dinero, entonces, podré ser salvado —dijo y su voz sonaba casi llorosa. —¿Dinero? ¿En qué te has metido, Daniel? —exclamó confusa —Por los buenos momento, Anne, ¿Recuerdas cuando sufrías pro el desgraciado de Felipe? Yo fui tu cómplice, fui tu confidente, yo estuve ahí, mientras él estaba con otra, por favor, Anne, ¡Ayúdame! Ella se sitió temblorosa —¿Cuánto…? ¿Cuánto dinero? —exclamó asustada —Cien mil dólares. —¿Qué hiciste, Daniel? —Por favor, no me juzgues, mañana te veo en la calle del sol, en la intersección, ¿Vendrás? —suplicó con voz débil Ella titubeó, sintió pesar por él. —No lo sé… —¡Oh, por favor, Anne! Eres mi esperanza, te veo a mediodía, te esperaré, ¡No le digas nada a nadie, menos a Felipe! Mi vida está de por medio. Ella colgó la llamada, estaba asustada. Felipe se acercó a ella, la
Ruggero estaba bailando, cuando sintió una mano que lo tomaba y lo apartaba del baile, cuando miró, se tensó al ver que era Victoria. —¿Tú? Ay, no, vas a ofenderme, ¡Vale! Dame dos buenas bofetadas, las soportaré. Victoria rio, levantó la mano y Ruggero cerró los ojos, luego volvió a reír. —¡Claro que no lo haré! Ven conmigo. Ruggero la siguió. —Aunque creas que debería odiarte, no lo hago, en realidad, y hasta estoy agradecida, me salvaste, pude casarme con un perdedor, pero ahora soy una mujer libre, con un futuro brillante. Ruggero sonrió. —Me alegro de que lo hayas conseguido, no quería contártelo, no es mala onda, solo, quería cerrar esa página en mi vida, luego todo cambió, cuando vi a Jazmín ser tan fuerte y defender su amor, dije también debo defender mi amor propio, mi verdad, y no dañar a nadie. Victoria sonrió, sabía que Ruggero era una extraordinaria persona. De pronto, escucharon una voz ronca. —¡Ruggero! Pagarás caro lo que me hiciste. Carlos Jones tenía un cuc
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