Capítulo 73
Dos días después del juicio, la calma finalmente había comenzado a instalarse en la vida de Irina plenamente. Por primera vez en mucho tiempo, la casa no estaba en silencio después de lo ocurrido, sino que estaba en paz. Gail ya había regresado del hospital y la energía que irradiaba era contagiosa hasta para el abuelo Auguste.
Aquella mañana de primavera, Irina lo observaba desde el marco de la puerta mientras él jugaba en la sala con sus bloques, ya que aún no podía hacer esfuerzos. Gail estaba más vivo que nunca, con las mejillas rosadas y los ojos llenos de luz. La operación había sido un éxito, su recuperación iba mejor de lo esperado, y el futuro se abría ante ellos como un camino despejado.
— Mami, ¿podemos hacer galletas más tarde? —preguntó el niño sin dejar de construir su torre y ella le dedico una sonrisa.
— Claro que sí, mi amor. Hoy hacemos galletas de todas las formas que tú quieras podemos compartirlas con los demás —respondió Irina acercándose a él.
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