Capítulo 71
El amanecer no llegó con estruendo, sino con un silencio contenido, casi sagrado. En el hospital privado, las luces tenues del pasillo se reflejaban sobre los pisos brillantes mientras el personal médico se movía con cautela. En una de las salas principales, Irina estaba acostada en una camilla y era preparada por el equipo quirúrgico. Su rostro mostraba serenidad, aunque por dentro, su corazón latía como un tambor de guerra.
Leone estaba a su lado en cada momento, vestido con una bata quirúrgica y hasta con un cubrebocas colgando del cuello sin soltarle la mano. Había permanecido así toda la noche, sin dormir, sin pestañear más de lo necesario para saber que ella estaba bien.
— ¿Estás segura de que está bien? — preguntó él en voz baja, como si hablar fuerte pudiera romperla.
— Nunca he estado más segura de algo en mi vida, Leone — respondió Irina, con su voz firme aunque apenas un susurro — Gail merece vivir y no puedo darle eso. Esta es nuestra lucha y ya casi termina.