Mujer valiente

Capítulo 3 

Dos años habían pasado desde que Gail fue diagnosticado con leucemia, y la vida de Irina había cambiado de maneras que nunca se imaginó. Después de innumerables noches de insomnio, lágrimas y sacrificios por el bienestar de su hijo, finalmente recibió la noticia que tanto había esperado: su pequeño había superado la enfermedad como el valiente guerrero que era. Así que la alegría de saber que Gail al fin estaba sano era indescriptible, pero el camino que habían recorrido para llegar hasta ese momento había dejado huellas profundas en su vida.

Irina había tenido que renunciar a muchos de sus sueños a partir de ese momento, sueños de los cuales no se arrepentía, ya que en ese momento lo único que importaba realmente era la salud de su pequeño hijo. Había trabajado incansablemente en la cafetería de los señores Collins, los únicos que le habían dado una oportunidad y cuando las horas no eran suficientes para cubrir los gastos, entonces tomó la difícil decisión de bailar en un club nocturno del que no tenía ni idea dónde quedaba. 

Al principio la idea de ir a ese lugar la aterraba bastante por lo que eso podría llegar a significar, pero la necesidad de proporcionar un futuro mejor para Gail la impulsó a seguir adelante sin importar lo que dijeran los demás.

Fue un día en la misma cafetería que conoció a la señora Minerva, una mujer de espíritu fuerte y generoso, con mucho glamour destacado, quien le ofreció el trabajo en ese lugar. Un día esa señora al enterarse de la situación de Irina no dudo ni por un momento en acercarse a ella y sin más se convirtió en mucho más que una jefa.

Minerva esa vez no solo le ofreció un trabajo, sino que se convirtió en una amiga y mentora para ella en ese momento que tanto lo necesitaba. Su apoyo fue fundamental en esos momentos difíciles de adaptación, y la confianza que depositó en Irina le dio la fuerza para dar el salto hacia el mundo del baile, aunque de manera diferente al respeto del mundo. Así que aunque al principio las dudas nunca faltaron, al final Irina se dio cuenta de que tenía un talento natural para el baile. Con cada actuación en las noches del lugar se sentía más empoderada que nunca y libre consigo misma. Además, se convirtió en la sensación de las noches del Zafiro, un club nocturno que atraía a las personas más influyentes y adineradas de la ciudad. Sin embargo, ella siempre cubría su rostro con una máscara o algún velo, protegiéndose de la posibilidad de ser reconocida y de los problemas que eso podría acarrear a su vida personal.

Bailar no solo se convirtió en su forma de expresión, sino que también se convirtió en una manera de liberar las tensiones acumuladas y de olvidar lo malo, aunque fuera solo por un momento. Cada movimiento era una celebración de su fortaleza como mujer y de la vida que había luchado por preservar al lado de su hijo. Irina se sentía viva en el escenario mientras su cuerpo danzaba libremente, y el aplauso del público la llenaba de una satisfacción que no había experimentado en mucho tiempo. Más bien, nunca había sentido algo como eso, ni siquiera cuando estuvo con aquel hombre que nunca más debía ser nombrado.

A pesar de su éxito como bailarina nocturna, Irina nunca perdió de vista su objetivo principal: su querido hijo. Cada centavo que ganaba iba destinado en su totalidad a su bienestar y para asegurar un futuro mejor para él. Gail, ahora era un niño saludable y lleno de energía, convirtiéndose cada vez más en su mayor motivación. Irina soñaba con algún día poder dejar atrás el club nocturno más su doble vida como bailarina y ofrecerle a su hijo la vida que se merecía. Por mucho que le gustara bailar en ese escenario no era algo que pensaba hacer durante toda su vida y ni siquiera se imaginaba todo lo que esta iba a cambiar.

Con el apoyo de la señora Minerva, el de su mejor amigo y su propia determinación, Irina comenzó a planear su próximo paso. Quería abrir su propio negocio en un futuro, algo que le permitiera ser su propia jefa y, al mismo tiempo, estar presente para Gail. Sabía que el camino sería largo y lleno de desafíos, pero estaba dispuesta a enfrentarlos con la misma valentía que había demostrado en los últimos años.

Irina Donovan había recorrido un largo camino desde aquellos días oscuros en donde solo había lágrimas, y aunque había sacrificado mucho, también había encontrado en su lucha una fuerza que nunca supo que poseía. Con cada paso que daba se acercaba más a la vida que siempre había soñado, una vida en la que ella y Gail pudieran ser verdaderamente felices sin nadie que le dijera que no lo lograría. Además, en su lucha por algo mejor había podido pasar un curso de asistencia personal y aunque su título era sencillo debido a las circunstancias, eso no le impidió ser la mejor de la clase y ejercería ahora su nueva profesión con valentía. Esa que llevaba por dentro ante cualquier situación y que muchos quisieron apagar en su momento.

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