Cuando se nace omega, se muere omega, eso era lo que Adara Ángelus había aprendido; la solitaria loba nacida de dos débiles lobos condenada a jamás encontrar una pareja. Adara, sin embargo, a pesar de su debilidad se convirtió en la obsesión del Alfa Dante Lombardo, quien extasiado de su aroma no quiso dejarla ir y rechazó a la loba destinada para él. El precio ha sido pagado y una luna ha sido comprada, nadie podía saber, sin embargo, que aquella obsesión del Alfa desataría un verdadero infierno en donde solo el más fuerte podría lograr sobrevivir. ¿Pueden un caprichoso Alfa y una obligada Omega encontrar la fuerza para seguir?
Leer másCuando se nace omega, se muere omega; aquella era una ley natural que Adara Ángelus conocía muy bien, pues siendo la hija de un par de lobos inferiores, jamás pudo transformarse en su loba lobuna cuando alcanzó su primer ciclo fértil, y con ella había quedado condenada a jamás encontrar un compañero; al menos no uno de alto de rango, y apareándose con un lobo inferior igual a ella, entonces solo un milagro como el que ella misma era, podría darle un hijo.
Sus padres eran débiles; rezagados de la manera que se unieron tan solo para no estar solos y no por aquel vinculo que se desarrollaba entre un lobo y su luna, por ello su nacimiento fue inesperado y milagroso, pues dos lobos inferiores rara vez lograban tener un hijo.
Sintiendo las miradas incomodas que sobre ella y sus padres se posaban, Adara tan solo guardaba silencio. El Alfa de la manada Lombardo había muerto de vejez, y todo aquel que fuera miembro de alta o de baja clase dentro de la manada, incluidos los rezagados, debían de rendir respeto. Aunque claro estaba, los de su clase, débiles omegas, pasarían de ultimo a despedirse de su Alfa.
Los murmullos y comentarios despectivos hacia ella y sus padres no se harían esperar, lo sabía bien, y encogiéndose se hombros decidió no darle importancia como siempre lo hacía; de todas maneras no estaba interesada en pertenecer a la misma manada que la había despreciado tanto, y desde hacía unos cuantos años estaba estudiando en el mundo de los humanos por su propia cuenta, y ahora que el Alfa había muerto y su hijo aun no regresaba de su largo viaje de autodescubrimiento, ella era libre para marcharse definitivamente, y así mismo lo iba a hacer.
En un lujoso auto que recorría largos trayectos en carretera:
—Ella es una chica hermosa…y la quiero para mí. — decía el imponente Dante Lombardo mirando aquella vieja fotografía que aún conservaba de su amiga a Adara Ángelus.
En sus años de infancia aquella jovencita limpiaba la maleza de los jardines junto a su padre, y recordaba su bonito rostro manchado con barro. Sus cabellos eran castaños y largos, según lo recordaba, y contrastaban con el fuego que llevaba por dentro, y sus ojos eran de un verde esmeralda que siempre miraban a Dante con desprecio desde que eran solo unos niños y por razones tan viejas que no valía la pena recordar. Tocándose la mejilla que una vez aquella Omega le golpeó, Dante Lombardo sonrió. Esa chica siempre estaba rechazándolo.
—Ella es solo la hija de un par de viejos lobos del rango más inferior entre la manada y es dos años más joven que usted, no está a la altura del nuevo Alfa Lombardo. No debo de recordarle que su deber es casarse con una loba de su mismo rango y posición, y ya se hablado de ello; la luna Halia Lenar será su prometida; Halia ha nacido en la cuna de una poderosa manada que la dio como ofrenda de paz, ella traerá mayor prestigio aun a los Lombardo, así que cuando llegue el momento… —
—Cuando llegue el momento será a Adara a quien convierta en mi Luna, maestro Wolfgang. Ella es la única que quiero conmigo, y no me importa si ella me odia, o si es una débil Omega, algún día será mía. Puedes decirle a mis subordinados y a todo el mundo que rechazo el compromiso de apareamiento con esa Halia a quien ni siquiera conozco, he tomado mi decisión y no está a discusión, soy el único Alfa de la manada Lombardo ahora mismo, y haré lo que me plazca. — dijo interrumpiendo el joven Alfa, a su mentor y maestro.
El viejo beta se quitó sus lentes para limpiarlos.
—La joven Adara Ángelus es solo la hija de un par de Omegas, su unión con ella tan solo estará lleno de desgracias, su luna destinada no va a permitirlo. Además, la omega lo odia, mi joven señor, esa fiera omega jamás se someterá a usted. — respondió Wolfgang.
Dante sonrió.
—Ya veremos quien somete a quien. A ese gorrión lo pondré dentro de una hermosa jaula de oro y rubies, esa es mi promesa. — aseguró Dante con el orgullo de un poderoso Alfa.
Diez años habían pasado desde que había puesto sus ojos sobre la loba omega de fieros ojos verdes, y solo siete desde que se había marchado a estudiar su especialidad en el mundo humano para prepararse y tomar el cargo como el nuevo líder de la poderosa manada Lombardo y de las compañías exitosas en el mundo humano. Llevando puesto un elegante y costoso traje a medida en color negro, Dante sonrió al pensar que la muerte de su padre lo llevaba de regreso a la mansión que lo vio crecer, y como el único dueño de todo lo que a su familia pertenecía desde hacía siglos.
Con una expresión cínica y orgullosa, Dante tan solo tenía en mente a una sola persona; la única por la cual había hecho una promesa, y quien seguramente ya se había convertido en toda una mujer en su ausencia.
Adara Ángelus. La única mujer que se le había ido de las manos, y la única a la que realmente quería tener para sí mismo.
—Ya verás, Adara…veras el lobo en el que me he convertido. — musitó Dante para sí mismo, observando el cielo celeste desde aquel avión privado en el que viajaba de regreso a Italia desde Londres.
En un viejo departamento en Palermo, Italia, una hermosa joven se vestía de negro. La muerte del Alfa Lombardo no había sido repentina, y siendo el Alfa de la manada de sus padres y el amable señor que le había ayudado a conseguir una beca para sus estudios universitarios en el mundo humano, sentía el deber de ir adecuadamente a su última despedida, por ello había regresado rápido a su hogar después de saber la notica, y para usar ropa negra elegante en lugar de los harapos que como Omega estaba forzada a usar por orden de la Luna Halia, la destinada al Alfa Dante que seguramente pronto estaría de regreso.
Tomando su bolso, Adara Ángelus apretó un poco sus labios. En los funerales, por supuesto, estaría él. Frunciendo el entrecejo con molestia, la castaña recordó a Dante Lombardo, el único hijo del señor Alfa Alighieri, y el lobo más desagradable que había conocido. Tenía más de siete años sin verlo, siete años en los que había estado en paz. Dante había viajado al extranjero para especializarse en administración de empresas y liderazgo empresarial; nada sorprendente al saberse el único heredero del imperio Lombardo en el mundo humano. Ella, por otro lado, estudiaba el último semestre de medicina, y todo en su vida transcurría con calma…esperaba que la llegada de ese niño bonito no arruinara eso.
—¿Estás segura que es apropiado que vaya contigo? — le cuestionó un joven humano de cabellos negros y ojos grises, que la miraba con profunda pena al saber lo mucho que la castaña apreciaba a aquel importante hombre que había fallecido.
Mirando a su amigo y compañero de la universidad, Adara sonrió…no quería estar sola en donde estaría Dante Lombardo.
—No te preocupes por eso…Vincent. — respondió.
Recogiendo a sus padres en su vieja casita a las afueras de las tierras Lombardo, Adara condujo en silencio hasta la mansión de los Alfas, su madre y padre estaban llorando; le tenían un gran aprecio y lealtad a su amo y señor, y se sentía mal por ellos.
—Adara…cuando los funerales del señor Lombardo terminen, hay algo que tenemos que hablar contigo…más te vale escucharnos con atención. — dijo la madre secándose las lágrimas mientras le hablaba con severidad tal y como siempre hacía, y dando luego una mirada a su compañero.
Adara se sorprendió de aquellas palabras, pero guardó silencio. Sus padres jamás habían sido amorosos con ella en realidad; nunca habían tenido palabras cariñosas o besos mimosos que la hicieran sentirse segura y querida, sin embargo, aun así, los amaba, y les debía la vida, con ese pensamiento era que la castaña siempre soportaba sus constantes desplantes y la falta de afecto. Era común que los omegas no les dieran afecto a sus hijos, ya que eran débiles igual que ellos, y, por ende, rechazados.
Cuando llegaron a la mansión, tan solo los recibió el silencio y las mismas miradas cargadas de desprecio que habían recibido siempre.
Un elegante Lamborghini se estacionaba, y Dante bajaba de el con la arrogancia que había tenido siempre. La mansión Lombardo lucia tan bella como siempre había sido, con sus jardines antiguos y la misma servidumbre que lo vio crecer desde su infancia.
—Bienvenido, señor Lombardo. —
Los sirvientes lobo y la ama de llaves Ángelus junto a su compañero, lo recibían como era de esperarse; todos bajaban su cabeza ante el pues con la muerte de su padre, era el nuevo amo y señor de aquellas bastas tierras. Buscando con la mirada a aquella loba omega a la que jamás logró sacar de sus pensamientos ni siquiera en otros cuerpos, se sintió decepcionado al no verla esperándolo como todos los demás; Adara siempre había sido una mujer terca y orgullosa.
Entrando a la mansión, Dante caminó al salón de reuniones, en donde se estaban llevando a cabo los funerales de su padre. Todas las personas, humanos y lobos, se levantaron para recibir al único hijo de Alighieri Lombardo, y su heredero. Adara, levantándose de su asiento, siguió mirando hacia aquel féretro donde descansaba el amable señor Alfa, sin dignarse a mirar al recién llegado.
Viejos amigos humanos de su padre y socios de negocios, se acercaban a Dante para darle el pésame por su reciente perdida, sin embargo, la mirada zafiro de aquel arrogante hombre lobo, tan solo se enfocaba en aquella mujer de cabellos castaños, que al igual que había sido siempre, lo estaba ignorando monumentalmente.
Caminando hacia Adara, Dante sonrió cínicamente al apreciar las pronunciadas curvas de Adara que parecía se esforzaba por mantener ocultas bajo aquel vestido negro. Su larga cabellera de cedro le había crecido hasta por debajo de los muslos, y su piel blanca asemejaba a la porcelana…se había puesto mucho más hermosa desde su partida. Durante sus años lejos de Palermo, tan solo en aquella mujer loba había pensado, en mil formas de doblegar su orgullo y su moral para tenerla consigo. Acercándose arrogante, detuvo sus pasos…finalmente estaba frente a ella después de tantos años.
—Tanto tiempo sin verte, Adara. — dijo Dante ante las miradas de los lobos de rango superior que no dudaron en molestarse por ello.
Adara, forzadamente, miró a aquel caprichoso hombre lobo frente a ella. Dante Lombardo había crecido hasta ser al menos dos cabezas y media más alto que ella, sus cabellos negros los llevaba peinados hacia atrás como solía hacerlo desde niño, y sus ojos azules que asemejaban al zafiro, la miraban con aquella arrogancia de siempre. El apuesto hijo, Alfa y heredero de Alighieri Lombardo, finalmente se dignaba a hacer su aparición…y sin embargo no se había acercado al féretro de su amable padre.
—Alfa Lombardo. Lamento mucho tu perdida, sin embargo, todos aquí creíamos que tu primer saludo seria para el hombre que descansa en su féretro. — dijo Adara con voz afilada.
Dante sonrió, ya esperaba un comentario filoso de parte de aquella castaña que solo tenía desprecios para él. Amaba a su padre, por supuesto, pero su pensamiento por la vida y la muerte eran mucho más relajados que los de todos.
—Bueno…el muerto, muerto está, y no hay nada que yo pueda hacer para remediarlo. Mi padre fue un hombre honorable, pero no lamentaré que haya partido a reunirse con mi madre como era su más grande deseo, más bien, quiero invitarlos a todos a celebrar su partida al reino de los cielos que dicen los humanos, y al lugar eterno de los lobos, pues en su respetable nombre, el no deseaba ver caras tristes cuando este día llegara. — respondió Dante dando la orden a la servidumbre de servir champagne, y mirando a Adara, le sonrió de nuevo. —Ahora, Adara, brinda conmigo por nuestro reencuentro…brinda por lo que el futuro nos depara a ambos. — invitó el Alfa ofreciendo una copa a la castaña.
Adara miró con desprecio a Dante. Aquel arrogante hombre lobo, no había cambiado en nada.
—Adara, ya he estacionado tu auto cerca, estaré listo cuando quieras que nos vayamos. — dijo Vincent tocando suavemente a Adara por los hombros ante la mirada sorprendida de Dante.
—Lo lamento, Alfa Lombardo, pero no tengo nada que celebrar con usted. Con su permiso. — respondió Adara a Dante, cuando esté la tomó abruptamente de la mano.
—¿A dónde crees que vas? Adara. — cuestionó Dante con fiereza.
—Esta es mi propuesta señor Dante, tome a mi hija como pago por darnos el dinero necesario para el tratamiento de mi mujer y un poco más para llevar una vida holgada y tranquila y poder jubilarnos lejos de la manada Lombardo, si lo acepta, Adara será completamente suya, siendo el hombre más poderoso de Italia, nadie va a cuestionarlo, y usted decidirá qué es lo que hace con ella, si la toma como Luna, o la convierte en su amante. — decía Armand Ángelus con seriedad y firmeza.Dante se sintió francamente impactado y sorprendido por aquella oferta que estaba recibiendo. Aquella propuesta le servía en bandeja de plata justamente lo que él había deseado desde que era un niño; tener a Adara para sí mismo era todo cuanto realmente quería. Sonriendo, el Alfa no se permitió cuestionar la calidad moral ni las intenciones reales de los viejos omegas Ángelus, ni tampoco se permitió que alguna espina de naciente moralidad le lastimara el corazón. Era un hombre de negocios y un poderoso Alfa despu
—Tu madre tiene esa extraña enfermedad…y no tenemos dinero para costear el tratamiento…o el desenlace. — dijo el padre de Adara con seriedad.Adara sintió como todo su mundo se desmoronaba a pedazos, ¿Qué era lo que iban a hacer?, sus padres se abrazaban dejando ver su evidente sufrimiento, y ella se sintió impotente y frustrada al no contar con dinero suficiente para apoyarlos…pero no se rendiría.—Yo buscare un empleo más, dejaré el departamento para no pagar esa renta y regresaré a su casa, mamá tiene que dejar de trabajar en la mansión Lombardo para que pueda descansar, no sé cómo es que lo haré, pero les juro que conseguiré el dinero para pagar los tratamientos o el viaje que necesita para cambiar de aire y no sigan aquí acinados en la podredumbre de los rezagados. Los apoyaré como sea para que mi mamá pueda sanar. — dijo Adara llevándose una mano al pecho.Armand y Alana Ángelus, se miraron el uno al otro, y luego miraron a la castaña, una sonrisa se había dibujado en sus rostro
—Lo lamento, Alfa Lombardo, pero no tengo nada que celebrar con usted. Con su permiso. — respondió Adara a Dante, cuando esté la tomó abruptamente de la mano.—¿Quién es el? — cuestionó Dante mirando a aquel joven humano de cabellos negros y ojos grises que lo miró a cambio extrañado.Adara, con discreción y esperando que nadie hubiese notado aquella conducta tan cuestionable del Alfa Dante, le sonrió y se acercó a él.—Eso no es de su incumbencia, mi señor Alfa. Me retiro, y le pido sea lo que el señor Alighieri esperaba que fuera, mantenga la compostura propia del heredero y Alfa Lombardo. No debe olvidar que yo solamente soy la hija de los omegas, como bien usted me lo recordó cuando éramos niños, así que no pierda la calma por causa de una mujer insignificante. — respondió Adara sagaz, dejando a Dante con una expresión de enojo marcada en su rostro.—¿Vas a dejarme aquí viviendo mi luto en soledad?, ¿Cuánto tiempo más vas a estar enojada por eso? Pasó hace tantos años que ya no ti
Cuando se nace omega, se muere omega; aquella era una ley natural que Adara Ángelus conocía muy bien, pues siendo la hija de un par de lobos inferiores, jamás pudo transformarse en su loba lobuna cuando alcanzó su primer ciclo fértil, y con ella había quedado condenada a jamás encontrar un compañero; al menos no uno de alto de rango, y apareándose con un lobo inferior igual a ella, entonces solo un milagro como el que ella misma era, podría darle un hijo.Sus padres eran débiles; rezagados de la manera que se unieron tan solo para no estar solos y no por aquel vinculo que se desarrollaba entre un lobo y su luna, por ello su nacimiento fue inesperado y milagroso, pues dos lobos inferiores rara vez lograban tener un hijo.Sintiendo las miradas incomodas que sobre ella y sus padres se posaban, Adara tan solo guardaba silencio. El Alfa de la manada Lombardo había muerto de vejez, y todo aquel que fuera miembro de alta o de baja clase dentro de la manada, incluidos los rezagados, debían de
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