La hermosa Elizabeth, fue abandonada por su esposo la noche de bodas, su marido se había marchado a París con su amante sin importarle ni siquiera un poco los sentimientos de la bella doctora. Una noche ella sin poder soportar más su soledad y despecho, se refugia en un bar donde un pasado de copas Alfa Damiano Gambino, se cruzó en su camino robándole su pureza sin saber que ella es su pareja destinada, su tan anhelada luna. El destino lo unió esa noche, pero también los separó sin él saber que había dejado su semilla en la doctora Elizabeth Romanov, que la llegada de ese cachorro cambiaría su vida, ¿Qué pasará cuando la familia Gambino se entere que el heredero del Alfa ya viene en camino? Pero que él no puede hacer su luna a una humana, no está permitido, el Alfa debe casarse con una mujer de su especie... Ven a descubrirlo conmigo...
Leer másAl ver la impresión desmedida en los azules ojos de la mujer que llevaba a su cachorro, el Alfa se dió cuenta de que se había excedido con ella. Por el momento no podría explicarle como era que sabía que estaba embarazada, no podía simplemente decirle que él podía oler a su lobezno en su vientre. — Dime, ¿Hubo consecuencias de esa noche que pasamos juntos? ¿Te quedaste en cinta? Puedes ser honesta conmigo. — ¡No! ¿Qué te hace pensar eso? — Elizabeth se llevó una mano a los labios, sin querer se había delatado, pero es que ese hombre había hecho una pregunta tan directa. Ella tenía que negarse, no hacía falta ser un genio para darse cuenta de lo poderoso que era ese sujeto. — ¿Ahora sí te acuerdas de mi, eh? — Cómo podrías olvidarme tan fácilmente, mujer, pensó el lobo — Responde mi pregunta, y no me mientas, si es así lo sabré de todos modos. — ¡Solo tuvimos una noche de sexo, no le des tanta importancia, no estoy embarazada, y si lo estuviera, no significa que sea tuyo.
El Alfa ya la había observado detenidamente mientras estuvo inconsciente. Elizabeth comenzó a despertar poco a poco. Sus bellos ojos azules se dejaron ver por fin. — ¿Qué me pasó...? ¿En dónde...? — A la chica de cabellos platinados se le vinieron las imágenes de los dos apuestos hombres que la habían traído hasta esa habitación. Lo primero que vió fue al apuesto Adonis que aguardaba recargado en el escritorio con una de sus manos dentro del pantalón, ese traje que vestía lo hacía ver muy atractivo, misterioso, e inalcanzable. — Por fin despiertas, creí que te ibas a quedar así hasta que te diera el beso del primer amor. El Alfa por supuesto que estaba siendo sarcástico, aunque sentía una extraña y poca conexión con esa mujer desconocida, aún era eso, una completa desconocida por la que no podía sentir nada, al igual que no podía sentir nada por nadie. El estaba simplemente maldito. La pediatra se recogió las piernas tratando de alejarse de ese imponente hombre que la
La bella doctora fue prácticamente arrastrada a un consultorio privado que el Alfa Gambino utilizaba en algunas ocasiones para ver a sus socios cuando le surgía alguna emergencia. — ¡¿Pero que rayos les pasa?! ¡No pueden obligarme a quedarme, mucho menos a estar aquí! ¡Necesito irme, tengo algo importante que hacer, déjenme salir de aquí! Gritaba La pediatra mientras se zafaba del agarre de los apuestos Alfas lobos. —¡Señorita, calmese, no le vamos a hacer daño, solo.... relájese un poco y tome asiento! Los hermanos Gambino tenían la órden de no dejar escapar a la mujer, pero no podían someterla con violencia, así que lo que hicieron fue cerrar la puerta e intentar tranquilizarla. — ¿Qué me relaje? ¡Ustedes prácticamente me están secuestrando, ni siquiera los conozco, hace años que no vengo a Italia, así que no creo haber ofendido a nadie aquí! ¿Qué clase de locos son? Los lobos estaban perdiendo la paciencia, la mujer no se quedaba quieta, quizás si la desmayaran.
Los hermanos del Alfa que se encontraban cada uno a su lado, por supuesto que alcanzaron a escuchar lo que dijo. Ninguno de ellos entendía nada. — Damiano, ¿Qué rayos te suc ede? Tienes que seguir con el discurso. — El Alfa Emiliano le susurraba a su hermano. Todos en la sala tenían la mirada puesta en él, se podía mal interpretar y pensar que estaba enfermo o algo parecido. Pero sobre todo los poderosos Alfas que querían su cabeza, podían creerlo débil y aprovecharse de la situación. — Ustedes dos, Emiliano y Massimo, esa mujer que acaba de llegar, vigilenla, no permitan que salga del hospital antes de hablar conmigo. — ¿Quién? ¿La hermosa mujer de largos cabellos platinados y figura de modelo de alta costura? ¿Ella? — El Alfa Emiliano que no tenía filtros, describió a Elizabeth a la perfección. Una fría mirada le cayó encima, su hermano parecía querer culminarlo. — Es ella, es la mujer con la que... Con la que estuve ese día en el bar cuando nos atacaron los mafioss ame
En una habitación privada, el Alfa permanecía con sus hermanos, todos ellos vestidos en trajes hechos a medida, elegantes, atractivos, astutos, su rostro podía ser el de un Adonis, pero eran peligrosos, sanguinarios, fríos, con una nula compasión hacia sus enemigos. — Por las cámaras se puede ver qué los Alfas están llegando, sin duda querrán verte al terminar la inauguración, Damiano, Hay demasiado en juego esta vez, las elecciones para elegir al gobernante de los lobos de todo el mundo se acercan cada vez más. — Así es Massimo, pero eso Damiano no parece comprenderlo, ni siquiera se ha molestado en cumplir con los requisitos que se necesitan para participar en la contienda, su arrogancia no le permite ver que si el nuevo rey se pone en nuestra contra, tendrá todo el poder para destruirnos, y con ello también el negocio. Escuchar que el negocio se podía poner en peligro, fue lo que hizo reaccionar al Alfa, no podía permitir que el trabajo de su padre adoptivo se fuera al car
En su despacho el Alfa de la familia Gambino, cada día estaba de peor humor, no había dejado de pensar en esa mujer de hermosos ojos azules, no se explicaba por qué había una conexión entre ellos, nunca le había sucedido algo parecido con ninguna otra mujer. — ¿Quién eres? ¿Por qué puedo entrar en tus sueños? ¿Por qué puedo sentir tu zozobra? ¿Qué es eso que te preocupa tanto? — ¡Damiano, Damiano, te estoy hablando! ¿Por qué estás tan distraído? Desde que regresamos de América estás igual. — ¿Dime qué necesitas, massimo? No me estés rompiendo las pelotas. — Es para informarte que el hospital va a celebrar su tercer aniversario. Tienes que estar ahí si, o si, y decir unas palabras en su honor, como cabeza de la familia Gambino. Además vendrán los Alfas más importantes del país y del extranjero, quieren verte antes de que regresemos a la manada Dark Moon. Ya necesitan que te decidas si vamos a participar en la contienda para ser nombrado rey. — Ya te he dicho que no me im
Último capítulo