—Adara ha solicitado unos días para arreglar asuntos familiares…dicen que su madre enfermó y se marchó de la ciudad sin previo aviso, vivo cerca del que era su departamento, y ahora ese lugar está vacío y con un letrero de “se renta”, al parecer ella se mudó a otro lugar recientemente, quizás por esos rumores de su madre… — decían un par de jóvenes estudiantes de la facultad de medicina.
Vincent escuchaba atento cada charla que en la cafetería se daba acerca de Adara; la Luna era una estudiante querida y popular, y a todos les parecían extrañas sus ausencias en el campus, incluso a los profesores. Terminando de comer su almuerzo, el castaño estudiante caminó de regreso al aula de anatomía, con una expresión de molestia marcada en el rostro. Adara le había dicho que estaba comprometida con ese miserable Lombardo al que vio claramente como ella desprecio en los funerales del padre del sujeto.
Algo no encajaba allí; conocía a Adara desde hacía siete años cuando se conocieron en la univer