Liana nunca pidió un trono, pero se le exigió un sacrificio. Con veintitrés años, pensó que había escapado del oscuro legado de su familia. Pero cuando una deuda de sangre la pone cara a cara con el hombre más temido de la ciudad, su vida se convierte en una moneda de cambio. Lucifer D'Angelo no es solo el Don de la mafia más despiadado; es el mal con traje de sastre, el hombre cuya reputación de crueldad solo es superada por su carisma. Para él, Liana no es solo una mujer, es la última pieza que necesita para consolidar su poder. El precio por la vida de su ser querido: convertirse en su esposa, su reina, y vivir en una jaula de oro. Ella acepta el trato con una única promesa: no perder su alma. Atrapada en un mundo de pactos de sangre, traiciones silenciosas y lujos que esconden una violencia brutal, Liana debe jugar el papel de consorte perfecta, mientras lucha contra el odio que siente por su captor... y contra la fascinación innegable que su oscuridad ejerce sobre ella. Pero la guerra por el trono está lejos de terminar. Los rivales de Lucifer ven a la nueva reina como su debilidad. Y cuando la tensión explote en pasión prohibida, Liana deberá decidir: ¿Seguir luchando por la libertad que ha perdido, o se rendirá al fuego y se convertirá en la única mujer digna de gobernar a su lado? En el infierno de la mafia, la lealtad es un lujo y el amor es el arma más letal. ¿Podrá una reina domar al diablo... o él consumirá su luz para siempre?
Leer más"Sanctum (Bóveda secreta de Lucifer)”
—Apresúrate Evan, si descubren que estamos aquí estaremos en serios problemas. —¿Por qué estás tan asustado? Dijiste que este sitio no era más que un lugar el cual nadie se molestaría en cuidar. Evan comentó mientras rebuscaba entre los objetos lujosos dentro de la bóveda a la cual acababan de violar la seguridad. —¿Qué no me estás diciendo? —Evan presionó al notar el silencio y terror de su acompañante —¡Maldición dilo ya! ¿Quién es el duelo de todo ésto? —¿Has escuchado mencionar a la familia D’Angelo? —Quién no —Respondió —Es una familia de mafiosos que es dirigida por un tipo que se hace llamar Lucifer —Al decir ello tragó con dificultad y se giró a ver al chico tras de él con terror —¿Este lugar es suyo? —Cuestionó con un vacío en su estómago. Miguel su acompañante guardó silencio, acción que hizo a Evan caer en cuenta del gran error que había cometido al entrar allí. —¿Por qué lo ocultaste? Cuestionó dejando de meter objetos valiosos en su bolso, al darse cuenta de que el dueño era Lucifer, el aire se volvió denso. Su corazón latió errático, no solo por el miedo a la muerte, sino por la promesa rota que le había hecho a su madre. Acababa de caer en el mismo pozo del que ella los había sacado. Cuando llegó a esa conclusión con celeridad intentó devolver lo que había tomado, sin percatarse de que algo había quedado en el fondo, Manuel su acompañante trató de impedirlo, pero Evan no estaba dispuesto a sacar nada de allí, no quería la ira de Lucifer tras él y mucho menos tras su hermana. —Ya estamos aquí, debemos llevarnos algo al menos —Manuel intentó convencerlo. —Estás completamente loco, como se te ocurre traerme robar al santuario de Lucifer —Le reclamó —Devuelve lo que hayas tomado vamos a salir de aquí. El lugar estaba oscuro y solo lo iluminaba la luz de sus linternas, con dificultad siguieron sus pasos hasta el lugar por donde había entrado, y cuando estaban a punto de salir una voz los hizo detener. Aquella voz salió en tono bajo, como un susurro pero con la suficiente fuerza para hacerlos paralizar. —Creen que pueden entrar aquí, tomar mis pertenencias y luego irse como si nada —Una risa baja se escuchó, aquello hizo a Evan temblar. —Trata de llegar a la salida y corre sin parar. Evan le susurró a Manuel mientras se perdía en unos de los pasillos. La risa se detuvo, y el silencio que se hizo en el lugar fue tan asfixiante qué Evan sintió que no podía siquiera respirar. —Tienes que salir de aquí —Evan se dijo en voz baja —Liana no puede quedar involucrada en esto, debes salir por ella. Repitió aquello varías veces mientras en cuatro extremidades y con mucho silencio se dirigía a la salida. Sin saber cómo fue capaz de lograrlo minutos después estaba fuera, la brisa fresca golpeó su cara devolviendo alivio y calmando un poco su desenfrenado ritmo cardíaco, hizo justo lo dicho y corrió sin mirar atrás, pero la las cosas estaban lejos de ser así, mientras Evan corría sin mirar atrás, ajeno al destino de su amigo... Manuel seguía dentro con el arma de Lucifer apuntando su cabeza. —Hice lo que pidió señor —Manuel dijo de manera temblorosa —Por favor déjeme ir. Lucifer chasqueó sus dedos y las luces se encendieron, dentro había varios de sus hombres, los cuales empezaron a revisar que todo estuviera en su lugar. —Entraste al infierno y de allí no se sale ileso, con el diablo, no se hace tratos porque tu alma siempre será la paga. El sonido del disparo llenó la habitación, el cuerpo de Manuel cayó al suelo y un charco de sangre empezó a formarse alrededor de su cuerpo. —Mi señor falta la joya de su madre —Unos de los hombres avisó. Lucifer tenso la mandíbula, pero segundos después una risa seca y aterradora se escuchó, los hombres allí dentro agacharon la cabeza mientras un sudor frío los recorría aquella risa solo anunciaba problemas. —Limpien este desastre y luego envíen un mensaje al chico quiero que devuelva lo que robo y también un pago por su ofensa “Su hermana” ella será el pago ideal. Departamento de Evan dos horas después. Entró como si él mismo demonio le venía persiguiendo y no estaba del todo equivocado, desde antes de llegar ya los enviados por Lucifer D'Angelo habían llegado y esperaban por él. Cerró la puerta con seguro y verificó varias veces por la ventana que no hubiese nadie en la calle, así pasó el resto de la noche. A la mañana siguiente mientras intentaba comunicarse con Manuel el timbre del lugar sonó, observó la puerta mientras un nudo se formaba en su estómago. Bajo la puerta un sobre se deslizó y luego la persona qué estaba afuera se alejó, después de tragar con dificultad varias veces se acercó y tomó el sobre negro con un logo dorado “L. D'Angelo" decía y el símbolo de una corona con rosas rojas envueltas en cadenas adornaba la mitad del mismo. —No solo tuviste la osadía de entrar en mis dominios sino que también te llevaste algo valioso. Lo quiero de vuelta y como pago para tú osadía quiero que traigas a tu hermana contigo —Evan casi palideció —De no hacerlo yo iré personalmente y me aseguraré de no ser nada amable. Evan con rapidez tomó el bolso qué cargada y para su sorpresa una joya de oro con piedras qué parecían ser esmeraldas estaba en el fondo de la misma. Al verla se dejó caer al suelo lleno de pesar, no solo se había metido en problemas sino que había arrastró a Liana con él. Después de varios minutos y lleno de determinación tomó el bolso y colocó la joya decidió resolver la situación, haría lo que Lucifer pidiera con tal de que dejara en paz a su hermana, daría su vida si era necesario. 【Lo siento mucho Liana, sé que solo tenías una regla: jamás volver a esa vida. No pude cumplirla. No importa qué suceda, o quién vaya a buscarte, tú sigue con la vida que elegiste llevar. Te amo】 Envió el mensaje y después de varios bocanadas de aire bajó del auto y se adentro a la mansión de Lucifer, lugar del cual no esperaba salir.Lucifer la arrastró fuera de la lancha sin delicadeza, subiendo las escaleras del palazzo como una bestia herida. El silencio de su rabia era un alarido sordo. Liana, cubierta de polvo y esquirlas de mármol, fue arrojada en el centro de la suite nupcial. Lucifer no la tocó más; el control de su furia era una amenaza más potente que cualquier golpe.—Explica ahora —Su voz era baja y resonaba con una furia tan contenida que el aire mismo parecía vibrar. Sus ojos, fijos en los fragmentos del busto que Liana había dejado caer, eran pozos negros de ira.Liana se obligó a ignorar el miedo físico. Sabía que su vida dependía de la verdad desnuda.—La Rosa Negra no es un taller cualquiera. Es el lugar donde mi abuela escondía las obras más sentimentales. Y ese busto... no es solo un busto. Es donde mi padre codificó el Código Vespera.Lucifer se acercó, su sombra envolviendo a Liana. Él no necesitaba tocarla para que ella sintiera la presión asfixiante.—Has invocado el nombre de un homb
NARRADOR:Liana se deslizó fuera de la suite nupcial a la luz del amanecer. El peso del brazo de Lucifer seguía marcado en su piel. El miedo y el recuerdo de la noche anterior eran sus únicos combustibles para salir y encontrar el busto y poder huir de Lucifer, el miedo por lo que estaba empezando a surgir en ella.Se colocó la Joya Descifradora bajo su abrigo, sintiendo el pulso frío de la esmeralda, y dejó el anillo de diamantes como una fianza en la mesita de noche.El chofer la dejó cerca del Arsenale. Sola, Liana caminó por callejones húmedos, el silencio de Venecia era una amenaza. Llegó al "La Rosa Negra - Taller de Restauración y Archivos".Dentro, la Joya Descifradora guió a Liana a la oficina trasera. Tiró de la tela que cubría el caballete. Lo que vio no era solo una escultura, sino un golpe emocional.Era el busto de mármol de un hombre joven con un parecido asombroso a Lucifer, pero idealizado. Marcello D'Angelo. La Joya pulsó con frenesí, confirmando que la Antena Ves
Narrador:El amanecer en Venecia trajo consigo un aire frío y salino. La lancha blindada depositó a Liana y a Lucifer en el muelle privado de un palazzo veneciano, un lugar tan lujoso como una tumba real.Fueron conducidos a la suite nupcial, una sala que gritaba lujos por todas partes y sábanas de terciopelo carmesí en la cama, un escenario digno de la hipocresía que ahora vivían.—Aquí, en Venecia, nadie nos conoce como Lucifer y su rehén —dijo Lucifer, quitándose la chaqueta. Su mirada se detuvo en Liana con una evaluación total —Aquí, somos un matrimonio. Y un matrimonio, Liana, requiere una fachada creíble que me muestre como tu dueño, y a ti, como mi esposa devota.—Entiendo el papel, Lucifer. En público, seremos la pareja que inspira envidia. En privado... somos un contrato —dijo Liana, con una frialdad que buscaba ser un escudo.Lucifer sonrió lentamente, el coqueteo era la herramienta que usaba para desarmarla y entendió que aquello a ella ni le era indiferente.—Bien, e
NARRADOR: La mañana de su boda, Liana se sintió extrañamente tranquila. La noche con Lucifer había sido un castigo, pero también una confirmación; él la deseaba y ese deseo era una pequeña victoria. Había sobrevivido al fuego, y ahora se sobrevivía en medio de las cenizas, eso era lo que deseaba creer, pero no podía negar la atracción oscura que sentía por el hombre con el que estaba apunto de casarse. Dentro de la gran habitación no habían damas de honor, solo dos asistentes silenciosas contratadas por Clara, que la vestían como si fuera una escultura delicada y costosa. El vestido de novia no era blanco inocente, sino un marfil pesado, bordado con cristales, que se ajustaba a su figura con una autoridad imponente. Era un vestido de Reina, no de novia. El maquillaje era perfecto, destacaba sus ojos verdes, fríos y determinados, borrando cualquier rastro de la agotadora noche de espionaje y pasión desenfrenada. Cuando se puso el velo, un tul inmenso y transparente, Liana se mir
NARRADOR: Los días previos a la boda fueron una agonía entre protocolo y vigilancia. Liana era constantemente monitoreada, su vida limitada a la suite principal y las áreas públicas de la mansión. Lucifer mantenía una distancia cortés pero absoluta en público, mientras que en privado, su mirada constante era un interrogatorio sin fin. La única esperanza de Liana residía en la pequeña ventana que había descubierto, la cámara de seguridad se apagaba para el reinicio del sistema entre las 2:00 a.m. y las 2:15 a.m. Quince minutos para desentrañar el pasado de Lucifer. Esperó hasta la noche siguiente. A la 1:55 a.m., Liana estaba despierta. Lucifer dormía, su respiración profunda y regular era un recordatorio de su tamaño y su fuerza. A las 2:00 a.m., Liana se deslizó de la cama, llevando solo una bata. El anillo de diamantes en su mano reflejaba la luz de la luna, y la joya palpitaba contra su piel. Se dirigió al estudio principal, la Joya en su mano. Sabía que la Joya le mostrab
Narrador:Dos días después del anuncio de la boda y la confrontación con Isabelle, Liana sin más opciones se sentó frente a Lucifer para discutir los detalles del evento. No había un planificador de bodas; había un abogado y un jefe de seguridad, la boda era un contrato, uno que solo demostraba el poder que tenía Lucifer y el cual aumentaría con la unión entre ellos. Suspiró para sus adentros y se enfocó en prestar atención a todo lo dicho por los presentes, Evan dependía de su cooperación, aquello era lo único que la hacía callar y bajar la cabeza.Liana vestía uno de los trajes de sastre que había comprado (un gris perla que le daba una autoridad fría), se había preparado tanto física y mental para no demostrar miedo ni resentimiento; solo eficiencia obedeciendiencia, era lo que Lucifer exigía.—La lista de invitados debe ser revisada por mí —Anunció Liana, su voz profesional y firme— La familia Mancini ya demostró su inestabilidad al enviar a Isabella a sembrar rumores. Si per
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