Capítulo 7. Los aposentos del demonio
NARRADOR:
Liana caminó hacia la suite principal con la espalda recta, sintiendo el peso de la amenaza de Lucifer en cada paso, el miedo a lo que él haría, y la furia de lo que ella no podía controlar.
Al abrir la puerta, el aire la golpeó, no era solo el olor a madera y whisky añejo, era el olor metálico de la pólvora y el dominio absoluto.
El dormitorio de Lucifer D’Angelo era vasto, minimalista y peligrosamente masculino. El mármol negro dominaba, los muebles eran pesados, y el único cuadro en la pared era un óleo sombrío de un campo de batalla invernal. Liana no vio fotografías, ni libros de ocio, ni nada que sugiriera humanidad.
Su cama era una plataforma inmensa de ébano, cubierta con sábanas oscuras. El único desorden era la mitad de un cenicero de cristal y un cargador de pistola con balas relucientes en la mesa de noche. Aquí se tomaban decisiones de vida o muerte.
Liana se acercó al vestidor, esperando encontrar algo de privacidad, el cual estaba lleno de trajes negros y