"Sanctum (Bóveda secreta de Lucifer)”
—Apresúrate Evan, si descubren que estamos aquí estaremos en serios problemas. —¿Por qué estás tan asustado? Dijiste que este sitio no era más que un lugar el cual nadie se molestaría en cuidar. Evan comentó mientras rebuscaba entre los objetos lujosos dentro de la bóveda a la cual acababan de violar la seguridad. —¿Qué no me estás diciendo? —Evan presionó al notar el silencio y terror de su acompañante —¡Maldición dilo ya! ¿Quién es el duelo de todo ésto? —¿Has escuchado mencionar a la familia D’Angelo? —Quién no —Respondió —Es una familia de mafiosos que es dirigida por un tipo que se hace llamar Lucifer —Al decir ello tragó con dificultad y se giró a ver al chico tras de él con terror —¿Este lugar es suyo? —Cuestionó con un vacío en su estómago. Miguel su acompañante guardó silencio, acción que hizo a Evan caer en cuenta del gran error que había cometido al entrar allí. —¿Por qué lo ocultaste? Cuestionó dejando de meter objetos valiosos en su bolso, al darse cuenta de que el dueño era Lucifer, el aire se volvió denso. Su corazón latió errático, no solo por el miedo a la muerte, sino por la promesa rota que le había hecho a su madre. Acababa de caer en el mismo pozo del que ella los había sacado. Cuando llegó a esa conclusión con celeridad intentó devolver lo que había tomado, sin percatarse de que algo había quedado en el fondo, Manuel su acompañante trató de impedirlo, pero Evan no estaba dispuesto a sacar nada de allí, no quería la ira de Lucifer tras él y mucho menos tras su hermana. —Ya estamos aquí, debemos llevarnos algo al menos —Manuel intentó convencerlo. —Estás completamente loco, como se te ocurre traerme robar al santuario de Lucifer —Le reclamó —Devuelve lo que hayas tomado vamos a salir de aquí. El lugar estaba oscuro y solo lo iluminaba la luz de sus linternas, con dificultad siguieron sus pasos hasta el lugar por donde había entrado, y cuando estaban a punto de salir una voz los hizo detener. Aquella voz salió en tono bajo, como un susurro pero con la suficiente fuerza para hacerlos paralizar. —Creen que pueden entrar aquí, tomar mis pertenencias y luego irse como si nada —Una risa baja se escuchó, aquello hizo a Evan temblar. —Trata de llegar a la salida y corre sin parar. Evan le susurró a Manuel mientras se perdía en unos de los pasillos. La risa se detuvo, y el silencio que se hizo en el lugar fue tan asfixiante qué Evan sintió que no podía siquiera respirar. —Tienes que salir de aquí —Evan se dijo en voz baja —Liana no puede quedar involucrada en esto, debes salir por ella. Repitió aquello varías veces mientras en cuatro extremidades y con mucho silencio se dirigía a la salida. Sin saber cómo fue capaz de lograrlo minutos después estaba fuera, la brisa fresca golpeó su cara devolviendo alivio y calmando un poco su desenfrenado ritmo cardíaco, hizo justo lo dicho y corrió sin mirar atrás, pero la las cosas estaban lejos de ser así, mientras Evan corría sin mirar atrás, ajeno al destino de su amigo... Manuel seguía dentro con el arma de Lucifer apuntando su cabeza. —Hice lo que pidió señor —Manuel dijo de manera temblorosa —Por favor déjeme ir. Lucifer chasqueó sus dedos y las luces se encendieron, dentro había varios de sus hombres, los cuales empezaron a revisar que todo estuviera en su lugar. —Entraste al infierno y de allí no se sale ileso, con el diablo, no se hace tratos porque tu alma siempre será la paga. El sonido del disparo llenó la habitación, el cuerpo de Manuel cayó al suelo y un charco de sangre empezó a formarse alrededor de su cuerpo. —Mi señor falta la joya de su madre —Unos de los hombres avisó. Lucifer tenso la mandíbula, pero segundos después una risa seca y aterradora se escuchó, los hombres allí dentro agacharon la cabeza mientras un sudor frío los recorría aquella risa solo anunciaba problemas. —Limpien este desastre y luego envíen un mensaje al chico quiero que devuelva lo que robo y también un pago por su ofensa “Su hermana” ella será el pago ideal. Departamento de Evan dos horas después. Entró como si él mismo demonio le venía persiguiendo y no estaba del todo equivocado, desde antes de llegar ya los enviados por Lucifer D'Angelo habían llegado y esperaban por él. Cerró la puerta con seguro y verificó varias veces por la ventana que no hubiese nadie en la calle, así pasó el resto de la noche. A la mañana siguiente mientras intentaba comunicarse con Manuel el timbre del lugar sonó, observó la puerta mientras un nudo se formaba en su estómago. Bajo la puerta un sobre se deslizó y luego la persona qué estaba afuera se alejó, después de tragar con dificultad varias veces se acercó y tomó el sobre negro con un logo dorado “L. D'Angelo" decía y el símbolo de una corona con rosas rojas envueltas en cadenas adornaba la mitad del mismo. —No solo tuviste la osadía de entrar en mis dominios sino que también te llevaste algo valioso. Lo quiero de vuelta y como pago para tú osadía quiero que traigas a tu hermana contigo —Evan casi palideció —De no hacerlo yo iré personalmente y me aseguraré de no ser nada amable. Evan con rapidez tomó el bolso qué cargada y para su sorpresa una joya de oro con piedras qué parecían ser esmeraldas estaba en el fondo de la misma. Al verla se dejó caer al suelo lleno de pesar, no solo se había metido en problemas sino que había arrastró a Liana con él. Después de varios minutos y lleno de determinación tomó el bolso y colocó la joya decidió resolver la situación, haría lo que Lucifer pidiera con tal de que dejara en paz a su hermana, daría su vida si era necesario. 【Lo siento mucho Liana, sé que solo tenías una regla: jamás volver a esa vida. No pude cumplirla. No importa qué suceda, o quién vaya a buscarte, tú sigue con la vida que elegiste llevar. Te amo】 Envió el mensaje y después de varios bocanadas de aire bajó del auto y se adentro a la mansión de Lucifer, lugar del cual no esperaba salir.