Mi nombre es Keira, desde muy joven tuve que conocer el lado difícil de la vida. Siendo apenas una adolescente de 15 años mis padres murieron en un terrible accidente de tránsito. Quede completamente sola, nunca tuve contacto con la familia de mis padres. Fue entonces cuando consegui trabajo en la casa de los señores Williams que aunque el señor me acosaba tuve que quedarme en aquel lugar, donde tenía un techo, comida y ganaba algo de dinero, hice todo lo posible para ahorrar cada céntimo y salir, lo antes posible, de allí. Con veinte años de edad y algo de dinero en mi cartera, una noche, mientras caminaba por el boulevard me encontré con en Alicia, una amiga de la infancia que más que amiga era una hermana. Ella me ofreció que me quedase a vivir en su apartamento. Mi vida parecía mejorar un poco. Por suerte conseguí un empleo de camarera en un mesón. Pero pocos meses después, cuando empezaron los dolores del parto, así que tuve que marcharme. Mi jefe no quería que trabajaran madres con hijos y yo no teniendo un con nadie, pues aunque vivía con mi amiga en su casa, ella también trabajaba. Así que aquel, fue el motivo de la decisión drástica que tomé, aunque pasé noches llorando y escuchando los reproches de Alicia, dejé a mi hijo en una casa nido para adopción hasta que yo estuviera recuperada y pudiera intentar recuperar a mi bebe. Mas, la vida a veces nos da sorpresas que no esperas ya que encontré trabajo de niñera en la casa de un importante CEO. ¿Que sucederá entre Keira y su jefe?¿Habrá romance, o Keira huirá otra vez del amor?¿De quién será aquel niño que ella tiene que cuidar?
Leer másAguardo sentada en la sala de juntas de la empresa O”Brien Corporation, aquella entrevista. Junto a mí, se encuentra Alfred, uno de los abogados de esa empresa. Espero a que llegue el CEO para hacerme la entrevista, ya que necesitaba de una niñera con experiencia.
Por suerte he sido llamada, el día anterior, para que me presente como candidata a aquel puesto. —Señorita Donovan, ¿desea que le traiga agua o algún refresco mientras esperamos al señor O”Brien? —Me preguntó aquel amable hombre. —No gracias, solo estoy algo nerviosa. En estos días, es muy difícil encontrar algún tipo de trabajo — respondí nerviosa, mientras cruzaba los dedos de mi mano. Miré mi reloj varias veces, fijándome en que el tiempo iba pasando muy de prisa y el CEO de aquella empresa no aparecía. Lo que me hizo pensar que tal vez, se había echado para atrás o que ya habría encontrado a alguna niñera y por eso no se presentaba en aquella sala. Aunque también sabía, por mi anterior experiencia como niñera de los Williams, que la gente que tiene mucho dinero, además de ser algo excéntrica disfrutan haciendo esperar a los que trabajan para ellos. En las entrevistas que tuve con anterioridad, tuve que lidiar con personas ricas que tenían obras de arte o decoraciones que se notaba que no tenían mucho valor, aunque las mujeres siempre las vi con joyas y vestidos de las diseñadoras más importantes. Sin embargo, en aquella sala de juntas de uno de los hombres más millonarios del país, le faltaba algo de calor ya que no habían cuadros ni decoraciones de ningún estilo que lo hiciera más acogedor. El abogado que esperaba conmigo al señor O'Brien, me estuvo comentando un poco de cómo el Ceo se hizo famoso y rico, ya que según me dijo, cuando el CEO era tan solo un adolescente recién salido de la Universidad, los productos que utilizaba para la gran Banca, lo habían hecho millonario y sus eficientes fusiones con otros empresarios, lo habían convertido en un gran presidente, así como un excelente ejecutivo y socio de varias empresas importantes. Mas, su éxito no llegó hasta allí, pues logró expandir su empresa en los más importantes mercados de la informática, que es eso a lo que la empresa del CEO se dedicaba. Situándose la empresa O”Brien, en uno de los más imponentes rascacielos de Nueva York. También me comentó Alfred,el abogado, que su cliente tenía treinta y cinco años, y vivía en una zona muy privilegiada del centro de la ciudad con su hijo y sus sirvientes en una casa que él mismo renovó con mucho estilo. Me volví a acomodar en la silla donde estaba sentada, ya que me estaba molestando la falda de tubo que me puse para la entrevista al ser tan estrecha, dejando encima de aquella mesa el currículum que tenía en mis manos. Estaba sudando copiosamente y no quería que se estropeara aquel documento. —Señorita Donovan, no quiero asustarla, pero le debo advertir, que el señor Mario O”Brien, no va a intentar nada por agradarle, pero también le tengo que decir que es un hombre muy apuesto, acostumbrado a ser el centro de atención en todos los eventos, fiestas y reuniones donde se presenta. Las mujeres se le echan encima con solo mover un dedo, si no fuera porque él es demasiado severo y serio, ya que mi cliente habla poco pero es un gran observador. —Me dijo Alfred, haciéndome sentir algo incómoda ya que yo iba a trabajar cuidando a su hijo y no tenía la intención de llevarme al jefe a la cama. De pronto, escuchamos como se abría la puerta de aquella sala. Me incorporé rápidamente, por si era el CEO el que había entrado para saludarlo, pero se acercó un hombre algo joven hacia donde yo estaba ofreciéndome su mano mientras sonreía. —Siento si la he asustado señorita Donovan, me llamo Reed y soy el asistente del señor O”Brien, —Se presentó con una voz algo juvenil— solo he venido para comunicarle que mi jefe llega enseguida —Me dijo sin dejar de sonreír. Volví a sentarme en el sillón donde estaba. —Alfred, la reunión del jefe se ha alargado un poco más de lo esperado —dijo Reed al abogado, mientras dejaba un maletín encima de la mesa Reed abrió su maletín sacando de él unos documentos y varias carpetas con papeles sueltos, dejándolos encima de la mesa enfrente de mí. —Señorita Donovan, tengo aquí mismo un contrato de confidencialidad que podemos ahora repasar mientras esperamos a que el señor O'Brien venga, ¿le parece bien? —Me pregunto. Aunque no me sorprendió, ya que pensé que el CEO sería un hombre algo excéntrico y quería guardar su vida personal asegurándose de que yo no iba a decirle a nadie de lo que vivía en su casa, asegurándose con ese documento confidencial de que no lo haría. Sonreí al señor Reed, ya que no me sorprendió que me hicieran firmar aquel documento, y es que sabía que la gente importante procuraba proteger su identidad ante cualquier evento que le pudiera perjudicar —De acuerdo señor Reed, ¿donde tengo que firmar? — pregunte muy segura de mi misma —-Señorita Donovan, le voy a leer primero las cláusulas, ya que estas, la obliga tanto a usted, como a mi jefe, a mantener en secreto todo lo que en esta reunión se comente, los documentos y toda la información o conversaciones futuras relacionadas con el asunto que les concierne a los dos— Dijo Reed, apoyando sus manos en la mesa mientras nos mirábamos.Cuando Reed me dijo que debía mudarme a la casa de invitados de los O”Brien y que Mario quería verme por la noche a solas con él, sentí de pronto una presión en mi estómago, que me hizo tener ganas de vomitar en el mismo restaurante por los nervios. Respire varias veces intentando tomar algo de aire porque sabía que ese ya era el principio de mi destino.—-- De acuerdo Reed, entonces creo que ya deberíamos irnos, no queremos llegar tarde ¿verdad? el señor O'Brien se podría enfadar —- le dije alzando una de mis manos.El asistente pagó la cuenta del restaurante marchando los dos seguidamente a la calle, acercándonos hacia donde Reed tenía su coche aparcado. Después de abrir la puerta para que me sentara dentro, rodeó el vehículo sentándose él en la parte del conductor. Al llegar a la tienda de ropa, yo estaba aun mas nerviosa puesto que nunca me pude comprar unos vestidos tan caros, aunque si que eran preciosos pero me sentía mal al ver los precios tan caros que tenían esos precioso ve
Gemma y yo volvimos a la empresa O”Brien, cuando llegamos ella aparcó tranquilamente su coche en el parking, bajamos del vehículo y dirigiéndonos hacia donde estaban los ascensores subimos para llegar a la planta donde estaba el despacho del CEO. Después de saludar a la secretaria de aquel frío y serio hombre, entramos las dos en el despacho fijándome que el CEO no estaba.—- No se preocupe señorita, enseguida vendrá mi cliente, ¿le puedo servir algún refresco mientras espera? — me pregunto el abogado— No gracias, estoy bien — respondí nerviosa, mientras miraba aquel imponente despacho.Poco después de llegar Gemma y yo al despacho, la puerta se abrió de pronto viendo entrar al CEO muy seguro de sí mismo y sin ninguna prisa sentandose enseguida en su gran sillón detrás de su mesa de despacho enfrente de mí, lo cual me impedía y me hacía más difícil evitar su fría mirada. El abogado estuvo hablando, aunque a mi se me hacía difícil seguir sus palabras, porque podía de vez en cuando sen
En verdad había veces que me saltaban las dudas, aunque tenía muy claro que debía hacerlo para conseguir lo que tanto deseaba, aunque sabia que habian ventajas tambien comprendia que habían incovenientes por la lista que O'Brien había puesto sobre las preferencias de sus deseo en la parte del sexo, ademas de que yo no le iba a consentir ser la unica que le fuera fiel mientras el podia acostarse con las mujeres que le diera la gana, pero al fin y al cabo el que pagaba era el, lo que me parecia sentir con eso como si fuera su sumisa y el mi amo.Pero de vez en cuando me venía al pensamiento su hijo, ese agradable y simpático niño que me hizo sentir viva y feliz como si de verdad fuera mi propio hijo. Caí en los brazos de morfeo ya entrada la madrugada, lo que no me esperaba es que temprano escuchará la melodía de mi móvil, porque no tenía nada que hacer excepto esperar la llamada del asistente que me dijera por fin que tendría que ir a la casa para empezar a trabajar como niñera.Me inc
Reed siguio preguntándome si necesitaba algo, aunque siempre le decía que no, él aún seguía insistiendo.—- Señorita Donovan, déjeme ayudarla si no el señor O'Brien me hara que me sienta mal, ¿que le parece si me dice en que la puedo ayudar? digame cualquier cosa y lo haré por usted —- me insistió.— Gracias señor Reed, que le parece a usted, conseguirme un día en un Spa, sería tranquilizador para mí —- le dije riendo.—- Eso lo puede dar por hecho, ahora mismo me pongo a ello, señorita — me dijo.—- Tranquilo que solo era una broma, dele a su jefe las gracias de mi parte por las atenciones que tiene conmigo y ahora señor Reed tengo que dejarle, gracias otra vez —- le dije terminando la llamada.Una vez que terminamos de hablar por teléfono el señor Reed y yo, me fui hacia el cuarto de baño para darme una relajante ducha, ya que estaba muy nerviosa, escuche como tocaban a la puerta antes de quitarme el pijama viendo entrar en el cuarto de baño a mi amiga, apoyando su cuerpo en la puer
Cuando terminó la reunión, me marché de aquel despacho, dirigiendome hacia la zona de los ascensores para bajar a la calle y así poder tomar un taxi que me llevara a casa de mi amiga. Una vez que el conductor paró el vehículo en la dirección que le indique , le pagué al hombre, baje y me acerque a la puerta de la casa abriendo y entrando. Nada más entrar me encontré de frente a mi amigo Dany que en ese momento salía de la cocina.—- Hola Keira, ven chica me tienes que contar todo lo que ha pasado con la reunión, quiero saberlo todo, todito —- me dijo haciendo que sonriera por el movimiento de sus manos.—- Ya tengo el trabajo Dany, solo tengo que esperar a que me llame el abogado para decirme cuando se hará efectivo el contrato, estoy muy contenta porque ya puedo ganar mi propio dinero y pagarles todo lo que os debo, sois como la familia que no tuve, estoy deseando contárselo también a Alicia — respondí sonriendo, mientras Dany y yo nos dábamos un abrazo.Entre mi amigo y yo preparam
Nos quedamos todos los que habíamos en aquel despacho por un momento en silencio, fijándome en cómo el señor O'Brien entrecerró sus ojos poniendose sus dedos en su mentón, pero mirándome como si me quisiera fulminar allí mismo.—- No deseo avergonzarla señorita, solo deseo una esposa, pero sobre todo una madre para mi hijo, no crea que esto va a ser un cuento de hada que aparece de pronto a su príncipe, solo es una realidad o más bien, una pura necesidad por mi parte y supongo que también por la suya.--- me dijo muy serioMe quedé mirándole yo también, recordando cuando dejé a mi hijo en aquella casa, mientras pensaba que con lo que me ofrecían sería bueno para que en pocos meses pudiera ir a buscar a mi pequeño e intentar recuperarlo.—- Está bien señor O”Brien, acepto todas las condiciones que me ha propuesto, además necesito trabajar para ahorrar algo de dinero —- le respondí.—- No deseo que tengas una mala opinión sobre mi, ya que como irás viendo no soy un millonario pervertido
Último capítulo