Nos quedamos todos los que habíamos en aquel despacho por un momento en silencio, fijándome en cómo el señor O'Brien entrecerró sus ojos poniendose sus dedos en su mentón, pero mirándome como si me quisiera fulminar allí mismo.
—- No deseo avergonzarla señorita, solo deseo una esposa, pero sobre todo una madre para mi hijo, no crea que esto va a ser un cuento de hada que aparece de pronto a su príncipe, solo es una realidad o más bien, una pura necesidad por mi parte y supongo que también por la suya.--- me dijo muy serio
Me quedé mirándole yo también, recordando cuando dejé a mi hijo en aquella casa, mientras pensaba que con lo que me ofrecían sería bueno para que en pocos meses pudiera ir a buscar a mi pequeño e intentar recuperarlo.
—- Está bien señor O”Brien, acepto todas las condiciones que me ha propuesto, además necesito trabajar para ahorrar algo de dinero —- le respondí.
—- No deseo que tengas una mala opinión sobre mi, ya que como irás viendo no soy un millonario pervertido