Mundo ficciónIniciar sesiónFiorina Cassini trabajó toda su vida para alcanzar sus sueños. Con talento, disciplina y una cicatriz en el cuello que aprendió a ocultar, llegó a convertirse en una de las diseñadoras más reconocidas de Milán. Hasta que, en pleno evento, una mujer apareció con un niño en brazos y la señaló delante de todos: —¡Eres la amante de mi esposo! Ahí Fiorina descubrió la verdad más cruel: El hombre al que amaba, su propio novio… estaba casado… ¡Y jamás se lo confesó! El escándalo fue inmediato: su reputación se vino abajo, su carrera se destruyó, su cicatriz se volvió tendencia y motivo de burla en toda la ciudad. Y él todavía tuvo el descaro de pedirle: —Es solo un matrimonio arreglado. Te amo, Fiori. Espérame… lograré el divorcio. Pero Fiorina eligió su dignidad. Perdió trabajo, contratos, prestigio. Se quedó sin nada… hasta que llegó la oferta inesperada. La empresa rival le abrió las puertas, y detrás estaba Giorgio Marchesani: un CEO poderoso, frío, elegante… y marcado por la pérdida de su amada. Giorgio no la elige por casualidad. La elige por su cicatriz. Él necesita una esposa falsa. Ella necesita recuperarse. Fiorina acepta: ser “el reemplazo” significa recuperar lo que perdió. Pero a medida que la pasión se transforma en amor y la cercanía deja de ser solo parte del contrato, Fiorina lo comprende con claridad: Ella no nació para ser la segunda opción de nadie. —No, CEO. No seré solo un reemplazo. Seré tu todo.
Leer más—¡Estás mal de la cabeza, Antonella! ¿Por qué no quieres el divorcio? ¡Sabes que tendrás tu parte del acuerdo! —exclamó Massimo, sin comprender la negativa de su esposa. —No lo haré —volvió a soltar la mujer pelirroja, con un tono gélido en su voz—. No porque te ame. Sabes que jamás te he amado, Massimo. Si no porque… no pienso ser la mujer que "el CEO Massimo Bernardi, no amó, engañó, dejó y todo… para correr tras su amante"… No. Mi orgullo, mi dignidad, no me lo permite. No me dejarás por esa perra FEA. —¡Maldición! ¡Estás loca! —frunció el ceño Massimo. Acercándose cada vez más a ella—. Si nunca me amaste. Y todo es por orgullo… Por vengarte de mí… ¡No tiene sentido!, el divorcio te dejará comenzar de nuevo. Tendrás dinero, tendrás propiedades. Solo eso. Mi hijo no pienso perderlo, será una custodia compartida. —¡JA! —soltó Antonella una risa cruel—. No, Massimo. No habrá custodia compartida, porque NO HABRÁ ninguna separación. ¿O acaso estás olvidando ese "pequeño" detal
—Señor Marchesani… —Fiorina trató de sonar tranquila, con respeto—. No puedo aceptar tener otra “relación” con un “jefe”. ¿Qué dirán de mí?, ya hay cientos de malos rumores. Mi reputación por el suelo. Él exhaló con calma. Poniéndose de pie, su figura imponente delante de Fiorina. Avanzó unos pasos, reduciendo la distancia. —Señorita Cassini. Sé que le preocupa salir en los titulares como “la futura esposa del nuevo jefe”… —Giorgio hizo una leve pausa, deteniéndose a menos de un metro, inclinándose hacia ella. Sus afilados ojos grises, calculadores y peligrosos, viéndola con atención—. Pero olvida algo importante, algo esencial. Ella tragó saliva con dificultad. Su corazón latiendo desenfrenado ante la presencia de ese CEO… pero le sostenía la mirada sin titubear. —… ¿qué? ¿Qué olvido? —Soy el CEO Marchesani. Poseo la mejor casa de modas de toda Milán. El peso de mi familia es antiguo —dos de sus dedos se dirigieron al mentón de ella, apenas un leve roce que la hizo senti
✧✧✧ Minutos antes, en el salón de fiestas ✧✧✧ Giorgio Marchesani concluyó su conversación con un grupo de inversionistas. Su mirada gris barrió el salón y se posó en una figura familiar: Massimo Bernardi, vestido de negro, intentando reclutar clientes para su empresa.. Con una sonrisa fría, Giorgio se acercó. —Massimo, viejo amigo. Lástima que tus ventas se desplomaran tras perder a tu modista estelar. ¿Aún no encuentras un reemplazo? Los inversionistas se sorprendieron, volviendo a ver a Massimo con incomodidad. —¡No, no es como dices! —exclamó Massimo frunciendo el ceño. Los hombres se disculparon, y se marcharon con nerviosismo. Dejando a Massimo y Giorgio a solas. —¡Maldito seas, Giorgio! —frunció el ceño—. Tú sí que sabes aparecer en los momentos menos oportunos. —¿Oportuno? —soltó Giorgio con esa pincelada oculta de burla en sus palabras—. Tu crisis es de dominio público. Hasta tu esposa publica quejas en sus redes. Tu amada Antonella, está furiosa. Qu
✧✧✧ En el avión privado a París. ✧✧✧ Fiorina estaba concentrada en su tableta de diseño digital, dibujando ocasionalmente con su lápiz. Su cabellera castaña estaba enrollada en un moño alto algo alborotado, su traje era de dos piezas, totalmente negro, elegante, pero sencillo. Traía una pañoleta roja alrededor de su cuello. De repente, una sombra la cubrió y levantó la vista. Giorgio Marchesani se sentó al otro lado de la mesita frente a ella, con una mirada severa. —Señorita Cassini —la nombró él—. Con respecto al evento de esta noche, es mi deber informarle algunos detalles que tiene que tener claros. El tono de Giorgio fue claro. Ella de inmediato dejó de lado su tableta de lado, y se irguió, prestando atención a su jefe. —La marca Bellavance, es muy importante en París. A ese evento asistirán ejecutivos de todo el continente, incluso, del mundo. Pero eso ya lo sabe… —él entrelazó sus manos por encima de sus piernas cruzadas, con una elegancia innata—. Iré direct
El aire olía a tinta y papel nuevo. En un enorme salón del área de diseño de “Casa Dorata M”, Fiorina estaba sentada frente a una mesa llena de bocetos. En fichas hojas, habían diseños plasmados. Dibujos hechos con precisión, con delicadeza, con cariño y ambición. Tenía su mirada fija en el papel sobre el escrito, con un lápiz de dibujo especial. Terminaba de agregar los últimos detalles. Un mes había transcurrido desde que trabajaba ahí. Y aunque NADIE la veía con dignidad, y tan siquiera como el ser humano que era… ¡ELLA ESTABA DECIDIDA! La palabra “rendirse” no estaba en su vocabulario. Cuando Fiorina Cassini quería algo, lo haría suyo sin importar un carajo cuán duro sea el camino. —Uff, terminé… —murmuró para sí misma. Había finalizado el trabajo de diseños para la próxima selección de la empresa de verano. Uno que por supuesto, Donatella le encomendó trabajar en conjunto, pero hasta ahora… ¡Esa mujer, su nueva jefa, brillaba por su ausencia! Clack~ La puerta se
Fiorina se bajó del coche frente al imponente edificio de “Casa Dorata M”. ¡Su corazón latía desenfrenado! No podía creerlo… La principal casa de modas de Italia, la eterna rival de los Bernardi, la había citado para una entrevista. Minutos después, una secretaria la escoltó hasta una puerta de doble hoja. —Señorita Bianchi, ha llegado la señorita Cassini. —Déjala ingresar —respondió una voz afilada desde dentro. Clack~ La puerta se abrió. Fiorina entró con pasos firmes en una oficina con grandes ventanales. En una mesa larga y de cristal oscuro, la diseñadora estrella de la empresa, Donatella Bianchi, estaba sentada con las rodillas cruzadas sobre una silla y sosteniendo una carpeta en la mano. —Ni siquiera tomes asiento —soltó Donatella, sin alzar la vista de los papeles. Fiorina se detuvo en seco. Un silencio cargado de tensión llenó la habitación. Cuando pasaron diez minutos… —Estás contratada —declaró Donatella por fin, alzando sus fríos ojos azule
Último capítulo