Me levanto de mi cama, poniéndome mi bata para cubrir mi desnudez y, con mucha calma, me acerco a la ventana. Observó el paisaje de la ciudad en la mañana. Regresé mi mirada a la cama y observé esas dos figuras masculinas y sonreí ladina al recordar todas las cosas sucias que he hecho con ellos dos. Sin hacer ruido para no despertarlos. Me voy hacia el baño. Abro la llave de la tina y, mientras esta se llena. Me comienzo a quitar la bata y en el reflejo del espejo veo mi cuerpo delgado de piel blanca, senos pequeños, piernas finas y mi cabello rubio que cae por mis hombros. “Mirar esa imagen es bastante desastroso porque tengo 28 años. En mi piel hay miles de cicatrices. Muchos horribles recuerdos, algunos bellos que logran contrastar esa oscuridad que hay en mi corazón, y es que la verdad nunca pensé hacer esto. Recuerdo que de niña anhelaba ser alguien reconocida, importante y respetable. Ahora entiendo que hay que tener cuidado con lo que pides, porque la vida te da eso, pero no
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