Me levanto de mi cama, poniéndome mi bata para cubrir mi desnudez y, con mucha calma, me acerco a la ventana. Observó el paisaje de la ciudad en la mañana. Regresé mi mirada a la cama y observé esas dos figuras masculinas y sonreí ladina al recordar todas las cosas sucias que he hecho con ellos dos.
Sin hacer ruido para no despertarlos. Me voy hacia el baño. Abro la llave de la tina y, mientras esta se llena. Me comienzo a quitar la bata y en el reflejo del espejo veo mi cuerpo delgado de piel blanca, senos pequeños, piernas finas y mi cabello rubio que cae por mis hombros.
“Mirar esa imagen es bastante desastroso porque tengo 28 años. En mi piel hay miles de cicatrices. Muchos horribles recuerdos, algunos bellos que logran contrastar esa oscuridad que hay en mi corazón, y es que la verdad nunca pensé hacer esto. Recuerdo que de niña anhelaba ser alguien reconocida, importante y respetable. Ahora entiendo que hay que tener cuidado con lo que pides, porque la vida te da eso, pero no de la manera que esperas".
Cuando era solo una niña, creía firmemente que tener a mi padre era todo mi mundo y que nada me faltaría.
Hasta que, por desgracia, entró esa horrible mujer Clara que arruinó mi vida, la de mi padre Marcus y que me convirtió en una asesina. Hasta mi apellido cambió por culpa de ella; antes era Doyle. Amaba tanto ese apellido; era el de mi padre Marcus, que tanto quería, pero ahora es Meyer, que también respeto porque es el de mi padre adoptivo, que me enseñó todo lo que sé y cómo obtener mi venganza por todos aquellos que me lastimaron.
No elegí nada de esto, nada de esta vida, pero lo tuve que escoger para sobrevivir”.
Esta es mi historia.
“Años atrás”
Cuando era pequeña, mi padre salía con una mujer que se llamaba Clara. Era linda, pero no me caía muy bien. Había algo extraño en ella. No obstante. Miraba en el rostro de mi padre que ella le gustaba, así que no me atreví a decir nada.
Después de la nada, mi padre dejó de salir con ella; creía que tal vez se había separado. Era una niña que no sabía de eso. Hasta que de la nada trajo a esa mujer Clara de nuevo a casa.
Me dijo que ella sería mi nueva mamá, que me amaría mucho y que se preocuparía por mí. En ese entonces. Noté en el rostro de mi padre que estaba preocupado por saber si la aceptaría. Pero yo amaba mucho a mi papá y sabía que él debería de tener una compañera, así que la acepté sin rechistar, pensando que sería su felicidad.
Al principio ella se comportó algo raro, como si algo no estuviera bien en su cabeza, pero me dijo mi papá que ella estuvo en un hospital especial. Que había perdido a su padre y que necesitaba algún tiempo para recuperarse y así que no lo cuestioné y fui amable con ella; no quería darle motivos para que mi padre se molestara.
Al poco tiempo se casaron en una boda sencilla. Durante la boda, Clara estuvo un poco apagada, como si no lo disfrutara. Mi padre me dijo que estaba así porque no tenía a su padre a su lado. En un momento tan especial así que le resultaba difícil. Sin embargo, no creí que eso fuera así. Ya que en un momento la vi hablando con un hombre alto a mitad de la noche. Clara me dijo que era su hermano Riccardo. Pero dudé en creerle debido a que su cercanía me parecía muy extraña. Ella me dijo que no arruinara la felicidad de mi padre. Que lo que había visto no era más que cariño entre hermanos. Decidí creer en su palabra. Para no arruinar la felicidad de mi padre.
Y guardé silencio que ahora entiendo fue el peor error que cometí.
Al año de casados, mi papá me dijo que tendría un hermanito y yo estaba feliz al saber que tendría alguien con quien jugar. Era una niña que se había criado sola. Escuchar eso me alegraba.
Todo el embarazo fue normal; parecía que Clara sí amaba a mi padre al final de cuentas. Cuando nació mi hermanita, yo escogí su nombre: Isabela, como la reina. Pero note cómo a Clara no le había gustado que mi padre me diera a mí esa responsabilidad. Observaba que desde esa vez ella me miraba con rencor, con una mirada pesada.
Los años pasaron; veía y escuchaba cómo mi padre y Clara peleaban por mi culpa. Ella le decía a mi padre que ya era hora que me mandara a un internado de señoritas, pero mi padre siempre se negó. Nunca entendí por qué ella quería alejarme.
Hasta que cumplí los 21 años y ahí fue donde empezó toda esa pesadilla que me marcó para siempre.
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''Inicio de la pesadilla''
Salí de la escuela, me dirigí hacia la casa, entré al estacionamiento de la mansión, miré que el vehículo de mi padre no estaba, así que supuse que estaría en su trabajo. Sin sospechar nada, entré y vi que en el interior era un caos total. Miré a Clara, la esposa de mi padre, y a mi hermanita menor llorando desconsoladamente. Así que me acerqué a ellas, preocupada por lo que pasaba.
—¿Qué pasa, Clara? —le preguntó con voz temblorosa. Ella levanta la vista para verme con los ojos llenos de lágrimas.
—Todo esto es por culpa de tu padre. —Declaro a mi madrastra —con una voz llena de odio; yo no entendía por qué.
—¿A qué te refieres? —le preguntó para saber qué ocurre.
—Tu padre debe demasiado dinero y se fue antes de que vinieran por él —me dice.
—¿Qué dices? —la interrogó confundida.
—Sí, lo que escuchas y cómo pago por lo que debe, te vendió a ellos. —Declaro —señalando a un punto, pero mi mente no hace caso a eso y solo está fija en sus palabras.
—¡Qué! Mi padre no pudo hacer eso. —Me negué a creer lo que ella me decía.
En eso escucho unos pasos acercarse detrás de mí y me doy la vuelta asustada. Veo a dos enormes hombres vestidos de negro y miro que traen armas en la cintura, lo que me asusta mucho más.
—Ella es el pago —dice Clara, señalándome…