Mundo ficciónIniciar sesiónPara el mundo, David Adams está muerto. Para Cristal Mckeson, es un recuerdo incómodo que nunca quiso volver a encontrar. Pero el destino los cruza en una playa lejana, donde él se esconde bajo otra vida y ella busca olvidar la suya. Entre miradas cargadas de reproches y un pasado imposible de enterrar, surge una atracción que ninguno puede detener. Lo que comienza como un reencuentro inesperado pronto se convierte en un vínculo tan peligroso como irresistible. Porque a veces el verdadero riesgo no está en lo que persigues… sino en lo que no quieres soltar.
Leer másLa misma nocheIslas MaldivasCristalDicen que lo más peligroso no es un extraño, sino alguien que conoces. No hay forma de protegerte de él: sabe cómo acercarse, cómo jugar con tu mente, y cuando ya es tarde, se adueña de tu vida y de tu inexperto corazón. Estás a su deriva, sin posibilidad de escapar.En mi caso, David era peligroso de una forma contradictoria. Lo detestaba, me sacaba de quicio, y aun así había algo en él que me atraía de una manera absurda. Tal vez no estaba lista para aceptar que el idiota tenía su encanto. Y aunque todo en mí gritaba que corriera, no podía dejar de pensar en ese desconocido sin rostro que nos acechaba. Quizás era mi imaginación. Quizás no. Pero mientras lo averiguaba, necesitaba mantenerme “a salvo”.Había decidido interrogar a David con sutileza, intentando unir las piezas de ese rompecabezas llamado “desconocido que nos acechaba”. Mientras él se apoyaba en la mesada con una cerveza en la mano, yo me acercaba al refrigerador, observando cómo se
Dos días despuésIslas MaldivasDavidHabía hecho una jugada arriesgada para retener a Cristal, mintiéndole que estábamos casados. Lo mío no fue exactamente un acto de nobleza, pero no esperaba ese revés tan rápido, con sus preguntas afiladas como bisturí. Quizás jugaba con mi mente, quizás solo estaba devolviéndome un poco de mi propia medicina por haberla engañado. O, más probable aún, había salido su parte de abogada analítica, buscando el más mínimo cabo suelto para anular “nuestra unión”.Obvio, no estaba en mis planes dejarla marcharse. Por eso había guardado su celular, sus tarjetas y su pasaporte. Admito que fue un golpe bajo, aunque en mi defensa… necesitaba asegurarme de tenerla cerca. Era la única forma de conquistarla. Claro que todo dependía de ella.El silencio entre nosotros se volvió denso, casi eléctrico. Ella me miraba como si quisiera atravesarme con esos ojos azules suyos. Al final, su voz rasgó el aire, cargada de furia contenida.—No eres un caballero —escupió—,
El mismo díaIslas MaldivasCristalConfiar nunca se me dio bien. Desde pequeña entendí que el mundo no era un lugar seguro. El secuestro de mi hermana marcó mi infancia como una herida invisible que jamás terminó de cerrar. Yo era apenas una niña, pero esa experiencia me arrancó de golpe la inocencia. Desde entonces aprendí a mirar con recelo, a sospechar de todos, a esperar lo peor incluso de quienes sonreían con amabilidad. El miedo a volver a perder a alguien, o a verme envuelta en una situación similar, se convirtió en una sombra que me acompañó con los años, creciendo conmigo.En la adolescencia ya no era solo miedo, era análisis constante: observar los gestos, escuchar entre líneas, desconfiar de los silencios. Y más tarde, como adulta, esa desconfianza se transformó en un mecanismo de defensa, en una brújula que me mantenía a salvo. Necesitaba pruebas, hechos, certezas. No podía dar un paso sin tener el terreno estudiado.Y mientras mi familia esperaba que siguiera la tradició
El mismo díaIslas MaldivasDavidDicen que muchas veces hacemos actos irracionales, cosas sin sentido ante los ojos de los demás, pero en el fondo nosotros conocemos el motivo… o más bien sabemos que el terco del corazón ha empezado a sabotearnos, a arrastrarnos, a nublar nuestros pensamientos. O simplemente encontró, como un chiquillo travieso, a alguien que lo ponga a vibrar.Y es curioso, porque en esos momentos uno se convierte en espectador de sí mismo: ves cómo tu lógica se desmorona, cómo tus pasos van hacia donde no deberían, cómo tu boca pronuncia palabras que juraste nunca decir. Y aun así no te detienes, porque dentro de ti algo late con más fuerza que cualquier advertencia.El corazón no pide permiso, no consulta, no razona. Solo empuja, exige, atropella. Y uno, por más que quiera aparentar firmeza, termina siguiéndolo como si no hubiera alternativa. Quizás por eso después cargamos con culpas, con reproches propios o ajenos, pero en el instante exacto en que ocurre, senti
El mismo díaIslas MaldivasCristalAlguien dijo una vez que no podemos seguir viviendo en la negación. Y tenía razón. Aferrarse a un amor platónico es como abrazar un espejismo: te llena de esperanza por un instante, pero al final solo te deja con las manos vacías. Es enfermizo, te consume poco a poco, y cuando menos lo notas ya no eres tú, sino una sombra que gira alrededor de alguien que ni siquiera se da cuenta de tu existencia.Duele aceptar que no importa cuánto te esfuerces, cuánto des de ti, ni cuántas veces intentes demostrar que eres distinta a las demás. Para él sigues siendo invisible. Un fantasma en su vida, una compañía cómoda, pero nunca la protagonista de sus pensamientos.La verdad es cruel: por más que hagas malabares para ganarte su corazón, jamás saldrás de esa maldita “zona de amigos”. Y lo peor es que, en el fondo, lo sabes desde el principio. Solo que prefieres engañarte con la ilusión de que algún día abrirá los ojos, de que algún gesto tuyo será suficiente par
ActualidadIslas MaldivasDavidEmpezar de cero cuesta. Te arranca la piel, te desarma hasta dejarte desnudo frente a lo que fuiste. Es desgastante, como arrastrar una maleta llena de recuerdos que no pediste cargar: risas que ya no tienen eco, promesas que se quebraron, errores que todavía sangran. Y, sin embargo, hay algo liberador en soltarlo todo, en atreverte a quemar los puentes, aunque el humo te ahogue.El pasado tiene la manía de perseguirte, de colarse en tus noches y recordarte lo que perdiste, lo que dejaste escapar. Y duele, porque una parte de ti todavía quiere aferrarse a esos fragmentos rotos, como si pudieras recomponerlos. Pero no se puede. Aprendes a golpes que vivir mirando atrás solo te condena a tropezar con lo que viene.Así que sí, a veces hacemos actos que parecen estúpidos, desesperados… y tal vez lo son. Pero también son necesarios. Saltar al vacío, aunque no sepas si habrá suelo firme al final. Porque la vida nueva no llega sola: hay que arrancársela al mie





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