Nosotros (2da. Parte)
Unos meses después
Gruyères, Suiza
Cristal
Supongo que necesitaba la aprobación de mi padre a mi relación con David. No imponer mi decisión, ni pelearme con él… solo su comprensión. Su apoyo.
Seguir siendo su hija. Seguir sintiendo que, aunque estuviera lejos, podía llamarlo a cualquier hora para escuchar un simple “hola”, hablarle de mi día o decirle cuánto lo extrañaba, como cuando era niña. Y con eso me bastaba… hasta el día en que volviéramos a encontrarnos.
Y sí… fue difícil convencer a Roger Mckeson de soltarme. De aceptar que había encontrado a un hombre que me merecía. Lo hizo a su modo: con reglas absurdas, con palabras duras… y con esa mirada triste que me partía en dos.
Sin embargo, después del momento tenso en el Empire State, tuvimos una velada más tranquila en un pequeño y discreto restaurante de la ciudad. Charlamos sobre mamá, sobre mis hermanos, incluso sobre la empresa… como si quisiera recordarme todo a lo que renunciaba. Y después llegó lo inevitable: la despedida.