Nosotros (3era. Parte)
Un tiempo después
Gruyères, Suiza
David
Hay promesas que no hacía falta decir en voz alta; bastaba con cumplirlas, con sentir que no fallaba ni a los demás ni a mí mismo. Y yo no quería —ni podía— permitir que el miedo me paralizara. Al contrario, deseaba estar presente en la vida de mi hijo, darle a Cristal la seguridad de que podía protegerlos. Quería demostrarle que sería un buen padre para nuestro pequeño… no como un reto, sino como una forma de entregarle lo que yo jamás tuve: cariño, una infancia normal, unos padres que se amaran.
Mi mujer volvió a tomarme la mano, dándome más razones para darle alas a mis sueños con solo quedarse a mi lado. Aun así, la inquietud por encontrar un refugio seguro no me abandonaba. Pasaba horas revisando páginas en internet, buscando sitios tranquilos, poco visitados, con acceso a hospitales cercanos, hoteles, departamentos en alquiler… pero nada me convencía.
Hasta que una mañana encendí el teléfono satelital. Me quedé mirando la pantalla unos seg