El mismo díaIslas MaldivasDavidDicen que muchas veces hacemos actos irracionales, cosas sin sentido ante los ojos de los demás, pero en el fondo nosotros conocemos el motivo… o más bien sabemos que el terco del corazón ha empezado a sabotearnos, a arrastrarnos, a nublar nuestros pensamientos. O simplemente encontró, como un chiquillo travieso, a alguien que lo ponga a vibrar.Y es curioso, porque en esos momentos uno se convierte en espectador de sí mismo: ves cómo tu lógica se desmorona, cómo tus pasos van hacia donde no deberían, cómo tu boca pronuncia palabras que juraste nunca decir. Y aun así no te detienes, porque dentro de ti algo late con más fuerza que cualquier advertencia.El corazón no pide permiso, no consulta, no razona. Solo empuja, exige, atropella. Y uno, por más que quiera aparentar firmeza, termina siguiéndolo como si no hubiera alternativa. Quizás por eso después cargamos con culpas, con reproches propios o ajenos, pero en el instante exacto en que ocurre, senti
Leer más