Ya no puedo más (2da. Parte)
La misma noche
Islas Maldivas
David
Supongo que tiene algo de verdad eso que dicen de las miradas… son incapaces de ocultar lo que sentimos. Y en la mirada de Cristal había desafío, sí, pero también una vulnerabilidad que me seducía, que me empujaba a insistir con el beso, aunque temía su rechazo. Ella tiene esa combinación peligrosa de descolocarme, confundirme y enloquecerme.
Lo admito: no pude controlarme más. Caí rendido a sus pies con ese beso.
No sentí mariposas en el estómago ni esa chispa eléctrica de película; fue algo más profundo, algo que me descolocó, que me erizó la piel, que me elevó a los cielos… tanto que me salió una sonrisa tonta. Y por primera vez, dejé de levantar muros.
Sin embargo, la magia se rompió con su comentario. No sé si juega conmigo, si es una broma cruel pedirme que nos marchemos o su forma de ponerme a prueba. Con ella, cualquier escenario es posible, y ahora mismo no tengo idea de qué responderle.
—No me mires como si te estuviera pidiendo tener sexo